14 Noviembre: Misterios de Serapis

Serapis

– El nombre de Serapis se recuerda en varios santos cristianos llamados San Serapio y San Serapión. Existen siete mártires antiguos con el nombre de Serapión, entre ellos: San Serapión el Sindonita (388) (21 marzo), compañero de San Antonio Abad, cuyo epíteto se debe a que usaba un sudario (síndone) como prenda de vestir, a modo de muerto en vida; y dos mártires del siglo III, San Serapión de Alejandría (uno el 20 febrero, otro el 13 julio).

– El santo de hoy (14 noviembre) es de época medieval, San Serapio (1179-1240) fue un militar de origen irlandés que participó en la Cruzada de Ricardo Corazón de León y en la Reconquista castellana del rey Alfonso VIII. Se hizo fraile mercedario y acompañó al ejército del rey aragonés Jaime I el Conquistador cuando culminó la toma de Mallorca en el año 1231. Murió mártir en Argel, crucificado en una cruz en aspa, desmembrado y desventrado, le arrancaron los intestinos, por tanto, según las reglas de las devociones a los santos, ayuda a curar los cólicos abdominales, como también ocurrió con San Telmo, además tiene mano de santo para todo tipo de dolores y fiebres, roturas de hueso y articulaciones. Su propio nombre le ayudaba en la sanación.

● Serapis fue una divinidad alejandrina sincrética, cuyo nombre es un híbrido formado por la síntesis de los dioses egipcios Osiris y Apis el toro, pero con función de dios griego. Serapis es su nombre popular en griego tardío y en latín, aunque el nombre oficial y literario en griego era Sárapis, adaptación de Oser-Hapi en egipcio. Serapis se convirtió en la divinidad protectora de Alejandría.

– Se dijo que Ptolomeo Sóter (= Salvador, reinó 305-282 a.C.), necesitado de cultos que unieran a sus súbditos griegos y egipcios, vio en sueños la estatua de un dios infernal en Sinope, ciudad fundada por las amazonas en Paflagonia en la costa anatólica del mar Negro, famosa por los oráculos del argonauta Autólico, y ordenó trasladarla lo más pronto posible a Alejandría.

– Serapis suele ser representado con atributos icónicos de dioses del inframundo al estilo del egipcio Anubis y del Hades griego, portando un cetro y está acompañado con una serpiente y el can Cerbero, perro de tres cabezas. Otro de sus atributos era que su corona era un «modio», un celemín o medidor de granos, por ser «dios de la medida», ya que la salud y la razón dependen de la proporción, o sea, de la mesura.

– Pronto Serapis fue asimilado al Asclepio griego, y por tanto adorado como dios curador, aunque ambos mantuvieron su independencia. Una característica de sus templos era la práctica de la incubación de sueños al estilo asclepiano. También asimiló atributos de otros dioses, en sus últimas etapas se llegó a identificar con Helios, dios del Sol que todo lo ve, aunque Apis, que portaba el sol entre sus cuernos, remite más bien al viaje nocturno del sol en barca, pues se decía que sus rayos brillaban a la vez para todas las personas, vivas y muertas. Su culto mistérico se extendió por el Imperio romano, a menudo asociado al culto de la Isis helenística.

● Ptolomeo fundó en 300 a.C. el santuario principal del nuevo culto, luego engrandecido por sus sucesores, hasta llegar a ser el imponente Serapeo de Alejandría, lugar de peregrinación de gentes de todo el Mediterráneo. El Serapeo incluía: el templo principal de Serapis, otros adyacentes dedicados a Isis y Anubis, biblioteca, necrópolis, obeliscos, etc. Aunque no se indica la fecha, se dice que en ciertos momentos se abría una portezuela que dejaba pasar un haz de rayos de luz hacia los labios de la estatua de Serapis, a modo de beso del sol al dios.

– Se supone que el evangelista San Marcos, santo ligado a los toros, fue martirizado el mismo día que se celebraba la fiesta de Serapis, en el mes de Farmuti. El templo fue destruido durante la revuelta judía de los años 115-116 y el emperador Adriano construyó uno nuevo, que sufrió un incendio en el año 181 y fue reconstruido por el emperador Caracalla. El templo Serapeo fue asolado por una muchedumbre de fanáticos cristianos azuzados por el patriarca Teófilo de Alejandría en 391 y convertido en iglesia de San Juan Bautista, a su vez destruida definitivamente en el siglo X por fanáticos musulmanes.

– En Egipto se construyeron más de 40 serapeos (serapieia), entre los que destacaron los de Canopo y Menfis. El Serapeo de Menfis (o Saqqara) era el cementerio subterráneo de los toros sagrados Apis, pues mientras seguía vivo cada Apis era la encarnación del dios creador Ptah y cuando moría se asimilaba a Osiris, dios de la resurrección. Allí se encontró la famosa estatua del «Escriba sentado».

Imhotep (I-em-Hotep: «El que viene en paz», ~2690-2610 a.C.), llegó a ascender hasta ser uno de los hombres más importantes e influyentes en Egipto por medio de sus talentos naturales. Su padre le había inculcado el entusiasmo por la ciencia y el saber. Fue ministro del faraón Zóser y de otros tres faraones de la III dinastía y entre muchas de sus ocupaciones destacó como astrónomo, matemático, médico e ingeniero. Acumuló numeroso cargos de poder, tan sólo por debajo del faraón, entre los que destacan el de Sumo Sacerdote de Heliópolis y el de arquitecto constructor de la Pirámide escalonada de Saqqara, la primera de las grandes pirámides de Egipto erigidas con piedra labrada. En su época alcanzó un gran auge el culto solar del dios Ra, que él estimuló. También se la ha atribuido la implantación del año civil egipcio de 365 días fijos.

– autor del tratado de medicina conservado en el Papiro Edwin Smith y el primer científico cuyo nombre nos resulta conocido. Como médico fue uno de los primeros en considerar que la enfermedad y las lesiones se producían de forma natural y por accidentes, pero no como castigos divinos o infligidos por espíritus o magia, aunque admitía que se aprovecharan las creencias e invocaciones de los seres espirituales de su época, a modo de sugestión curativa. Las crónicas egipcias atribuyen a Imhotep escritos sobre moralidad y religión, poesía, observaciones científicas, tratados de arquitectura y problemas de aritmética y geometría, conocimientos de los que sólo se sabe por referencia en obras de escritores posteriores.

● Las prácticas de curación por los sueños tuvieron desde antiguo gran arraigo en Egipto. El culto del sabio Imhotep, divinizado hacia la mitad del I milenio a.C., derivó pronto en una divinidad curativa, cuyos templos se convirtieron en lugares de peregrinación para enfermos que iban a rezar y a dormir, con la esperanza de ser curados o aliviados de sus dolencias por medio de sueños inspirados. Imhotep era representado como un escriba sentado. Su fama fue tan grande que se le vinculó con Thot, dios de la sabiduría. El centro principal de su culto era Menfis, en una capilla del templo del dios Ptah. Los griegos lo conocían como Imutes (Imouthes) y lo asimilaron a Asclepio, también los romanos lo acogieron como dios médico, siendo celebrado los días votivos de Ip Ipi, fiesta de su nacimiento (31 mayo) y de Mesout Re Horakhti, lamentos por su muerte (01 julio). Su recuerdo desapareció a partir del siglo IV, con la implantación del cristianismo.

● Cuando el culto de Isis se divulgó por el mundo clásico greco-romano se produjo un sincretismo o asimilación, en especial con los misterios eleusinos de Deméter y con algunos rasgos de los misterios dionisíacos. En esta expansión por el Mediterráneo solía ser acompañada por Serapis. Estos Misterios de Isis se originaron en el periodo helenístico (a partir del siglo III a.C.) y duraron hasta el final del siglo IV d.C., cuando fueron prohibidos por los cristianos.

– Aunque en la religión egipcia Isis mantenía sus propios cultos tradicionales, los griegos le agregaron una serie de misterios religiosos con iniciaciones y ritos de nuevo cuño, siempre basados en el tema «muerte y resurrección». Los Ptolomeos fusionaron estos misterios con el culto de Serapis, de hecho Timoteo Eumólpida, director de los Misterios Eleusinos, fue el encargado de diseñar y establecer a Serapis como el dios patrón de la corte de los Ptolomeos.

– Durante el Imperio Romano sólo en algunos santuarios isíacos se realizaban las iniciaciones a los misterios, en la mayoría se limitaban a cultos de adoración y devoción. En Roma, los dos más importantes fueron: el Iseo Metelino, que estuvo en la actual Plaza de Isis y la Vía de Isis, y el Serapeo o Iseo Campense en el Campo de Marte, ambos del último periodo de la República, cuya planta se corresponde con la actual Iglesia de San Esteban del Macaco (Cacco, por una escultura de mono allí encontrada). Otra alta concentración de templos isíacos se dio en la zona de las actuales iglesias de Santa María en Domnica y San Esteban Rotondo.

– Los misterios son tales, es decir secretos, porque no intentan un adoctrinamiento, y aunque se basan en teorías simbólicas, lo importante es provocar una experiencia sagrada, que conmueva la mente y aporte algún tipo de conocimiento vital. La única fuente que tenemos sobre los Misterios de Isis es la novela «Metamorfosis», más conocida como «El asno de oro», de Apuleyo (siglo II d.C.), aunque no se sabe bien si el relato es un encomio o una sátira de las iniciaciones esotéricas con su parafernalia de rituales. El aspirante tenía previamente que pagar a tocateja, condición indispensable para ver a los dioses Osiris e Isis cara a cara y obtener un boleto que garantizaba el ingreso de los fieles a una mejor vida después de la muerte.

● Los medios para conseguir los objetivos de liberación mental son muy diversos y variables, pero todos intentan superar los viejos prejuicios, deseos y miedos («muerte» de las viejas actitudes) para lograr una nueva consciencia de la realidad ilusoria («renacimiento, resurreccción»). Para ello se emplean ambientes oscuros (noche, cuevas, criptas), modificación de la conciencia habitual (rezos, música, danzas, drogas), provocación de acciones simbólicas (máscaras, escenas dramáticas, acciones imprevistas), sugestiones hipnóticas, etc. El objetivo es desarrollar trances, sueños, absorciones meditativas o cualquier otros estado mental que sea capaz de producir impactos emocionales, explicados por la conexión entre la mente inconsciente con el inframundo; o descubrimientos cognitivos en forma de intuiciones, revelaciones, inspiraciones o iluminaciones, que parecen proceder del supramundo. En este tipo de asociaciones religiosas, tanto los impactos emocionales y los intelectuales son necesarios para que se altere la experiencia vital y el concepto de las realidades.

– La iniciación es voluntaria, acepta la muerte simbólica de los viejos esquemas, para producir la salvación, o aparición de nuevas actitudes. Pero la decisión o permiso procede del dios (o sea, del inconsciente) y comporta algunos compromisos preliminares a modo de preparación. Además hay que comprender que el resultado no está garantizado, porque nada ocurra en la mente del iniciado, o por el contrario la experiencia mental no es dominada y acabe en locura y desastre psicopatológico. Generalmente se requerían varias iniciaciones más, en este caso una segunda dedicada a Osiris y una tercera mixta.

● La evolución de muchas organizaciones «mistéricas» o «iniciáticas» a menudo degenera en simples grupos de presión social. La búsqueda de experiencias mentales queda reducida a pura representación teatral, los trances son simulados, se acentúa la disciplina ritual y el apego a la doctrina y a la jerarquía, o sea, lo que hoy llamamos sectas que sólo buscan fines de poder o de dinero. Para ello nada mejor que vender pólizas que garanticen una «vida» mejor en el Más Allá. En otros casos se destacan aspectos intelectuales y filosóficos espurios, en el mejor de los casos, mientras que en el peor, se suelen adobar con toda clase de supercherías y vanas especulaciones, como astrología, magia y vaticinios.