SANTO GRIAL
● San José de Arimatea (antes en 17 marzo, la iglesia ortodoxa lo celebra el 31 julio) y San Nicodemo (03 agosto) son considerados los más prominentes discípulos ocultos de Jesús, actualmente reunidos ambos en el 31 agosto.
– Es un santo popularizado por la leyenda del Santo Grial, pues recogió la sangre de Cristo en el cáliz usado en la Última Cena, antes de sepultar al Maestro. Por el mismo motivo está ligado a la Sábana Santa, o lienzo en el cual envolvió el cadáver de Jesús y lo depositó en el sepulcro de su propiedad, cerca del Gólgota (monte «Calavera»). También fue relacionado con otras reliquias de la Pasión, como la Lanza de Longinos. Por todo ello llegó a ser patrón de sepultureros y embalsamadores.
● En un primer momento San José de Arimatea fue incluido en el ciclo legendario de Santa María Magdalena, deambulando por Provenza junto con la familia evangélica de Betania. Se dijo que José de Arimatea era comerciante de estaño, lo que remite a la vieja ruta marítima de la Edad del Bronce, que enlazaba Cornualles con el Mediterráneo oriental. Así que avanzó al norte de las Galias, atravesó el canal de la Mancha, para reaparecer y acabar sus días en el antiguo santuario druídico del otero de Glastonbury, en las llanuras pantanosas de Somerset, al oeste de Inglaterra, cuyo nombre parece ser traducción de Ynis-Witrin, «Isla de Vidrio». Allí plantó su bastón que arraigó y creció en el célebre espino blanco o majuelo, floreciente todos los años por Navidad. En la cima de la colina se yergue la Torre de San Miguel, dedicada al arcángel para propiciar el lugar que antes había sido una puerta al Annwn, el inframundo celta. Al pie de la colina hay un pozo con aguas ferruginosas, el Pozo del Cáliz o Fuente de la Sangre.
– En 704 el rey sajón Ine de Wessex fundó en Glastonbury una iglesia que daría lugar al «Monasterio de los Santos», el cual pasó a los benedictinos en el siglo X, conformándose esta abadía en núcleo central de la vida monástica inglesa. Como parte de la propaganda en favor de la monarquía, los monjes propalaron el rumor de que el rey Arturo y la reina Ginebra habían sido sepultados en los terrenos de la abadía, posiblemente en la época del abad San Dunstano (siglo X), buen conocedor de la historia mítica británica. Más tarde serían adecuadamente excavadas dos tumbas con sus esqueletos, que resultaron ser los de los reyes legendarios, ¡que casualidad!. En 1184 el monasterio ardió y hubo que reconstruirlo casi entero. Tras la segregación de la Iglesia anglicana, la abadía quedó abandonada. Actualmente sólo quedan unos cuantos restos de los siglo XIII y XIV. La ruina mejor conservada es la Capilla de la Virgen, cerca del antiguo pozo sagrado de San José de Arimatea. En el Medievo, Glastonbury fue un muy importante centro de peregrinación, sobre todo en fechas cercanas a la fiesta de la Natividad de la Virgen (08 septiembre). Modernamente se intenta reactivar la vida religiosa en el lugar.
● En la literatura el tema del Cáliz sagrado se unió a muchas otras leyendas, entre las que destacan las de origen celta, dando lugar al gran ciclo literario del rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda y las peripecias de la Busca del Santo Grial. El primer libro sobre el tema fue el «Perceval o El Cuento del Graal» de Chrétien de Troyes (~1180), que daría lugar a todo una saga de canciones y un extenso repertorio de obras literarias que alcanzaron un gran éxito por todo el Occidente europeo. A estos relatos le fueron añadiendo nuevos episodios como los del Rey Pescador y el Rey Tullido, Monte de Salvación, Custodios de Grial, etc. Entre estos autores destacan Robert de Boron, el más influyente por su obra «Romance de la historia del Graal» (~1190), cuyo protagonista es San José de Arimatea; y Wolfram von Eschenbach, el más místico, con su «Parzifal» (1210). Incluso se estableció una especie de canon o «Ciclo de la Vulgata», dividido en cinco partes: «Historia del Grial», «Merlín», «Lanzarote del Lago», «La búsqueda del Santo Grial» y «La muerte del Rey Arturo». El tema literario se ha extendido hasta el presente, con novelas, óperas musicales y películas de cine.
● De entre los muchos aspirantes a Grial, destaca el cáliz de ágata (variedad de calcedonia) conservado en la catedral de Valencia desde 1437 y que procede del monasterio de San Juan de la Peña. Se dice que fue enviado desde Roma a Huesca por San Lorenzo y que fue escondido en el monasterio pirenaico aragonés cuando la invasión musulmana. La palabra grial (o graal) deriva del latín gradalis que se refiere a un cuenco, escudilla o plato hondo en el cual se servían los manjares en las comidas de los ricos.
– Otro candidato es el Sacro Catino, que se refiere más bien al plato de la Última Cena, un cuenco hexagonal de cristal verde conservado en la catedral de San Lorenzo de Génova, donde llegó con los cruzados en 1101. Su origen parece proceder de cristaleros musulmanes del siglo X.
– Una relación más indirecta mantiene el Santo Grial con la esmeralda del ángel Lucifer (= Portador de Luz), que la llevaba a modo de Tercer Ojo y que se desprendió de su frente cuando éste decidió bajar de las alturas celestes y convertirse en un demonio de los infiernos. La maravillosa piedra preciosa verde fue recogida por los alquimistas y sirvió de sustrato para inscribir la Tabla Esmeralda, cuyo texto es el resumen principal de la teoría de la Alquimia. Por eso se dice que fue llamada lapsis exillis, contracción de lapis lapsus ex caelis, «piedra caída del cielo». Otros estiman que el Santo Grial fue pulido de esta esmeralda, o según otros sólo la contuvo.
Simbología de la copa
– En cuanto «contenedor» el vaso o la copa se ligan al simbolismo femenino de la fecundación en el recipiente uterino, donde se genera la transformación de la vida, al igual que el vino eucarístico en el cáliz se convierte en sangre simbólica, o en verdadera sangre conseguida por transustanciación en el cáliz según el dogma católico. En todo caso es el lugar de las gestaciones y mutaciones de la «materia» mental, cuyo recipiente es el cráneo. Hay que tener en cuenta que la aparición de la leyenda del Santo Grial surge al mismo tiempo que se desarrollan tanto el culto a la Virgen María, Madre de Dios, como la implantación de la poética del Amor Cortés y los caballeros errantes enamorados de sus damas, a ser posible, esposas de otro varón.
– El tema de el cáliz y la lanza es muy antiguo en el mundo celta. En la Galia se presenta en el dios Sucellos, portador de la vasija de la abundancia y armado con un largo mazo. En Irlanda era el Dagda, cuya maza mataba por un extremo y resucitaba por el otro, también su caldero daba la inmortalidad a los guerreros muertos. Los recipientes que nunca se agotan están presentes en los cuernos de la abundancia de los mitos clásicos y las ollas mágicas de los cuentos de hadas, de las cuales siempre se puede obtener comida y bebida. Los monjes cistercienses apoyaron la difusión del mito del Grial, relacionándolo con el alimento espiritual de la comunión eucarística durante la Misa, repetición de la Última Cena de Jesús.
– El cáliz, en cuanto copa de vino, remite a la necesidad de cambio y transformación de la mente para ir más allá de nuestras creencias y saberes. Aunque en su origen estas experiencias fueran provocadas por sustancias embriagantes o por prácticas de trance, que alteran los estados de conciencia habituales, pronto se supo que también se podían conseguir, con más dificultad, mediante la meditación, quedando las técnicas basadas en drogas como simples símbolos, por ejemplo, el vino pasa a ser una analogía de la sangre, soma o néctar. En las prácticas contemplativas lo que importa es la modificación consciente de la propia mente, sin artilugios externos, ni prácticas corporales extenuantes llevadas al límite. Ya en los Misterios de Eleusis de la antigua Grecia se daba un recipiente con la bebida sagrada al aspirante de la iniciación y se suponía que debía entrar en éxtasis para comprender los dichos misterios, cosa que no solía suceder, pues era más bien un ingesta simbólica, aunque se cree que primitivamente la bebida llevaba algún tipo de droga. Por lo general, las prácticas que trastornan la mente de manera súbita o rápida son más peligrosas y ambivalentes, pues al actuar directamente sobre las emociones pueden provocar catástrofes psíquicas, o por el contrario acceder directamente al conocimiento intuitivo, aunque lo normal es una simple embriaguez, según la droga ingerida, mientras que en los trances, se activan ideas y creencias que provoquen alguna alucinación o un delirio. Mientras que las técnicas espirituales más lentas, que buscan la «cura» (cuidar) y la «salud» (salvar) de la mente suelen ser progresivas, pero no lineales, sino ondulantes, con altibajos según las peripecias de las muchas dificultades que hay que recorrer y corregir en la exploración anímica. Esto puede resultar cansino y provocar el abandono o la práctica rutinaria, pero si se mantiene van surgiendo destellos que iluminan la mente y la mantienen más estable. Los alquimistas hablaban de vía húmeda, rápida y fácil, y vía seca, lenta y difícil, entre otras posibilidades de acceder al más allá de la mente consciente.