SANTA SOFÍA Y SANTA FE
Santa Sofía o Santa Sabiduría
● El concepto de la Sofía religiosa remite a la Sabiduría Divina y suele ser femenina, pues más que al pensamiento racional «masculino», se alude a las facultades intuitivas y reveladoras. En el cristianismo oriental, Sofía fue asimilada como advocación de la Virgen María, Trono de Sabiduría. El culto a la Sabiduría Divina fue objeto de una inmensa veneración entre los gnósticos y después en Bizancio y en el mundo eslavo.
– A la Sabiduría se la representó como a la antigua Diosa del Triple Poder, una reina entronizada y portadora del cetro y de la copa médica, tocada con la corona enjoyada en forma piramidal y rodeada de sus tres hijas. «La Espíritu Santa» dona la Sabiduría intuitiva mediante los tres poderes, o aspectos que la manifiestan en la vía religiosa: confianza en el proceso, espera paciente durante su desarrollo y amor que madura su realización; o sea, las clásicas virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.
– En los países asiáticos donde predominó el budismo Mahayana, las doctrinas sobre la perfección de la Sabiduría trascendente del Vacío (Maha prajna paramita) también acabaron siendo figuradas por una deidad, por ejemplo Tara, «madre de la perfecta sabiduría». Al igual que en las místicas de las religiones patriarcales occidentales, al áspero y severo Dios Padre hubo que añadirle la Sabiduría femenina de las profundidades de la mente, más allá de la conciencia personal: Hokma de la Kábala judía y Hikmat del sufismo musulmán.
– El gran templo bizantino de Santa Sofía de Constantinopla (537) está dedicado a la Sabiduría Divina, y no a alguna de las santas siguientes. El esquema básico del templo se basa en la forma arquetípica del cubo terrenal y la cúpula semiesférica celeste.
● La personificación cristiana legendaria más conocida es la de Santa Sofía de Roma (30 septiembre; 18 septiembre, en Oriente). Las noticia más antigua sobre ella es del siglo VI. Su culto surge asociado a unas reliquias encontradas en la iglesia romana de San Pancracio, trasladas en el siglo IX a la iglesia de San Martín del Monte, en Roma, con la mención de que era madre de tres hijas mártires, sin citar sus nombres. Pronto la piedad popular forjó un relato en el que madre e hijas se convirtieron en personificaciones alegóricas de las virtudes teologales: Santa Fe, Santa Esperanza y Santa Caridad (las cuatro, 01 agosto), en griego: Pistis, Elpis y Ágape; en ruso se las venera con los nombres de Vera, Nadia y Liubov. A partir de entonces los hagiógrafos les inventaron sus correspondientes martirios.
– El culto a Santa Sofía arraigó en Alsacia, a partir del traslado de parte de sus restos al monasterio de Eschau, una abadía de canonesas que la regían a su libre albedrío. En Alemania este traslado se festeja el 15 mayo, con lo cual Santa Sofía se adjuntó a los Santos de las Heladas primaverales (<15 mayo), y la llaman «Sofía la Fría».
● Otros tríos de santas alegóricas son las hermanas mártires de Tesalónica: Santa Irene (Paz), Santa Ágape (Amor) y Santa Quionia (Pureza) (03 abril); o las santas misteriosas: Santa Albeta (Aubette), Santa Warbeda y Santa Wilbeda (26 septiembre y 21 octubre).
● El nombre de Sofía también se adjudica a Santa Sofía de Fermo (30 abril) y a varias otras santas vírgenes y/o mártires legendarias (20 mayo, 02 septiembre, 06 noviembre).
– En Rusia se venera a Santa Sofía de Suzdal (1542) (23 junio), una princesa repudiada por esterilidad y recluida en un monasterio, sólo alcanzó fama tras su muerte, a partir de los milagros ocurridos en su tumba.
Santa Fe de Conques
– Como una representante de la primera virtud teologal se venera a Santa Fe de Conques (06 octubre), joven francesa de Agen, martirizada en una parrilla al estilo de San Lorenzo, en esta tortura fue acompañada de San Caprasio (<09 mayo) y como los soldados no podían quemarlos, tuvieron que matarlos por degüello.
– Sus reliquias fueron robadas en Agen por unos monjes y trasladadas a la abadía de Conques hacia 880. Esta Santa Fe, cuya estatua es de mediados del siglo X, tiene aspecto de ídolo pagano, parece una matrona entronizada con túnica larga y manto, de cabeza dorada con ojos de avispa y la corona centelleante de diamantes y piedras preciosas. Conques (palabra que designa a la concha venera) fue un gran centro de peregrinación, en la puerta de la basílica brotaba una fuente. Luego fue incorporada como etapa de la vía podense, la que pasa por Le Puy, del camino jacobeo en Francia.
– Santa Fe de Conques, considerada una guardiana de las puertas de la noche, estaba especializada en ayudar a los nobles a evadirse de sus presidios. Dadas las innumerables guerras locales y hechos de venganza, tan frecuentes en la época feudal alto-medieval, quienes se veían cautivos sólo podían obtener la libertad con el pago de costosos rescates.
– Los monjes usaban su imagen sacándola en procesión a modo de gran señor, para reivindicar las posesiones monacales cuando eran usurpadas por algún noble. Sus intervenciones milagrosas eran moralmente poco selectivas, liberaba a los presos tanto si eran inocentes como culpables, y a menudo sus prodigios eran muy caprichosos, tanto que la gente los llamaba los «Juegos de Santa Fe». Uno de estos juegos consistía en aparecerse en sueños en forma de jovencita a mujeres nobles para que le donaran sus joyas, a cambio de favores para sus maridos en los litigios y querellas que eran la principal ocupación de los señores feudales, hoy diríamos, sin ambages, que Santa Fe se dejaba corromper por el brillo de las joyas.
Diosa Fe
– La romana diosa Fe o Fides (01 octubre), personificación de la palabra dada en promesa, refrendaba el carácter sagrado de la fidelidad mutua que garantizaba el cumplimiento de contratos y compromisos, el juramento en su nombre era el más sagrado. De origen sabino, a instancias de Numa, se le erigió un templo en el Capitolio donde se guardaban las copias de los documentos públicos en tablillas de bronce. En su fiesta, los sacerdotes o flamines de Júpiter, Marte y Quirino acudían en un carro descubierto al templo de la diosa, donde le ofrecían un sacrificio, teniendo la mano derecha (consagrada a Fides como símbolo de compromiso) envuelta en un pañuelo blanco (para mantener el carácter secreto de contratos y acuerdos legales).