DEGOLLACIÓN DE SAN JUAN BAUTISTA Y CULTO AL CRÁNEO
La cabeza de San Juan Bautista
● El nombre oficial de la celebración de hoy (29 agosto) es «Degollación de San Juan Bautista», en la tradición popular era el día de San Juan Degollado o San Juan Negro, para no confundirlo con el día de San Juan Verde (24 junio). En los calendarios antiguos, como los mozárabes, aparecía muy cerca de Automdia, en 24 septiembre, fecha que se correspondería más bien con la de su Concepción.
● En el seno de las luchas intestinas de los asmoneos Herodiadas por el control del reino de Judea surge la historia de la decapitación del profeta precursor de Cristo. Juan es encarcelado por denunciar la unión incestuosa de Herodes Antipas con Herodías, esposa de su hermano Herodes Filipo. Salomé, hija de Herodías, bailó ante la corte y encandiló a su padrastro Herodes, quien le prometió cualquier cosa que ella pidiera. Esta famosa escena, conocida como la «Danza de los siete velos», ha excitado la imaginación de muchos literatos y artistas. El trofeo que obtuvo Salomé, la cabeza cortada del Bautista sobre una bandeja, fue el fruto de la venganza de su madre. Se dice que la degollación ocurrió el año anterior a la Pasión de Cristo, en una fecha muy próxima a la fiesta de los Ácimos, en la fortaleza de Maqueronte, al este del mar Muerto. A partir de aquí la leyenda discurre por derroteros aún más fabulosos.
● El cuerpo sin cabeza del santo fue trasladado y sepultado en Sebaste de Samaria, en una tumba situada entre las de Eliseo y Abdías. Las reliquias del cuerpo de San Juan reaparecen en Alejandría, en plena época de integrismo fanático cristiano con represión de todas las tendencias consideradas paganas o herejes. Acabaron residiendo en el templo de Serapis, reconvertido en basílica cristiana. En el Medievo los restos del cuerpo se veneraban en Génova. También circularon ampollas con su sangre que se licuaba en determinados días del año, como sucedía en una iglesia de Nápoles, que luego mantuvo la tradición con la sangre de San Jenaro. En Rusia, la fiesta de la Degollación de San Juan Bautista marcaba la postrimería del verano y el comienzo del otoño, era un día lleno de restricciones y tabúes.
– La cabeza no fue menos viajera. Herodes mandó enterrarla junto a los muros de su palacio donde permaneció hasta mediados del siglo IV, en que fue «inventada», o hallada, envuelta en una tela tejida con pelos de cabra. La cabeza fue depositada en una cueva de Emesa, siendo conservada por una cadena de sucesivos adoradores de la Cabeza sagrada, lo que recuerda a los harranianos, magos de la región de Harrán, quienes obtenían oráculos a partir de cabezas embalsamadas. Mucho después, unos monjes trasladaron la cabeza desde la gruta a la ciudad (actual Homs), antiguo centro del culto solar sirio de El-Gabal. Por mandato imperial fue trasladada a Constantinopla, la fecha de entrada en esta capital es lo que hoy se conmemora. Se conservó en una iglesia próxima a la capital bizantina, mandada construir para conservarla y allí se mantuvo hasta 1206 en que desapareció con la marea saqueadora de los cruzados.
– En la época medieval se veneraban unas doce cabezas, siendo la más visitada la depositada en la abadía de San Juan de Angély, cerca de Saintes, quizá por su condición de etapa de la vía turonense jacobea, aunque en dura competencia con la catedral de Amiens. La cabeza «oficial» se conserva en la iglesia de San Silvestre in Capite de Roma, aunque también reclama este privilegio la conservada en la mezquita de los Omeyas de Damasco. El tema de la cabeza degollada sobre una bandeja fue muy repetido en la imaginería religiosa de final del Medievo y en la Contrarreforma.
Santa Judit
– En fechas próximas se recuerda otra famosa degollina bíblica. Santa Judit o «Judía» (07 septiembre), heroína de un relato bíblico aceptado por católicos y ortodoxos, pero apócrifo para judíos y protestantes, escrito en la época de los Macabeos, a finales del siglo II a.C.
– Para salvar al pueblo de Betulia, la bella viuda Judit sedujo al asirio Holofernes, general de Nabucodonosor, que mantenía el asedio de la ciudad y tras un festín con borrachera incluida, le cortó la cabeza con una cimitarra. Para los cristianos, Judit quedó como una contrapartida «buena» de la «mala» Salomé, pues ambas usan el arte de la seducción erótica para conseguir la cabeza del enemigo.
CULTO AL CRÁNEO
● Antiquísimo ritual funerario de la humanidad, con indicios de contenido caníbal y mágico durante el Paleolítico inferior. Exposiciones especiales de cráneos se encuentran ya, en las grutas chinas de la montaña del Dragón en Chukutien, o en los Pithecanthropus erectus en Java. También las cabezas de los animales recibieron culto, como ocurrió con el cráneo de oso en las grutas musterienses de Drachenloch («Boca del Dragón», Suiza). Otros ejemplos del musteriense son el cráneo neanderthal de la Gruta de Monte Circeo.
– Del solutrense y magdaleniense son los vestigios de una gruta de Placard (Charente, Francia). En el templo de Gobekli Tepe (Turquía) (9.500 a.C.) se han hallado cráneos modificados post-mortem.
– Desde el inicio del neolítico en algunos yacimientos del Próximo Oriente (Jericó, Catal Huyuk, Ain Ghazal) se han encontrado numerosos cráneos sueltos decorados con ocre rojo y un poco más tarde surgen los cráneos modelados y enlucidos. En estos casos los cráneos son de ambos sexos y todas las edades. En la Jericó neolítica se han encontrado varios cráneos, algunos de ellos rellenos de yeso y con los ojos simulados con cauríes y conchas a modo de pupilas. En el Egipto más antiguo la cabeza del muerto se cubría con estuco y la cara se modelaba cuidadosamente.
● La decapitación del cadáver y conservación de cabeza puede servir a varios fines: obtener un trofeo de gran prestigio; comer el cerebro; consultar oráculos; usar el cráneo como vaso; exhibirlo a modo de máscara; moldear y pintar el cráneo para sugerir un rostro, quizá de un antepasado relevante del grupo social; objeto de culto en distintos tipos de ceremonias (funerarias, fertilidad, ritos de fundación). El cráneo en cuanto contenedor del cerebro era considerado residencia del alma humana y fuente de poder vital, además de ser evocador de los espíritus.
– La caza de cabezas se encuentra entre escitas, celtas, etc., conformando el arte de las cabezas-trofeo, con los ejemplos de Roquepertuse y Entremont.
– Se comen los sesos en el caso de que el muerto sea una persona destacada por sus méritos, ya sean morales, de fuerza guerrera, inteligencia o cualquier motivo por el que hubiera destacado.
– El uso de la calota o bóveda craneal como cuenco o vaso de uso ritual, aparece en la cueva inglesa de Gough (Somerset) del Paleolítico Superior (13.000 a.C.). Se documenta entre vikingos y escitas, y todavía el cráneo sirve como objeto de meditación entre los ascetas hindúes aghoris (los «sin-miedo») y con el nombre sánscrito de kapala en el budismo vajrayana tibetano y los tantras hindúes, sublimado como sede de sabiduría. Se especula que el origen del Santo Grial pudo ser una copa craneal. En el santoral cristiano aparece San Crisol (07 febrero), mártir legendario de supuesto origen armenio. Es patrono de Comines, en sus dos villas a ambos lados de la frontera franco-belga, en cuyo icono se presenta sosteniendo con las manos su propia bóveda craneal, cortada por el verdugo, que llevó hasta la fuente milagrosa de Verlinghem, donde murió. Es protector de los campos de lino y de los trabajos forestales. Recordemos que crisol es el cuenco donde se funden los metales.
– Otra razón para guardar los cráneos era para uso oracular, en especial para llamar a los espectros y fantasmas de aquellos que los portaron en vida. En el mundo celta destaca la cabeza de Bran, «Cuervo Bendito», hermano de Branwen, «Cuerva Blanca». Bran era un gigante que resucitaba a los guerreros muertos en combate. Su cabeza quedó enterrada en la Colina Blanca, junto a la actual Torre de Londres, como talismán protector de Britania. En el mundo clásico griego la cabeza oracular más conocida es la de Orfeo en la isla de Lesbos. El orfismo se convirtió en una de las tendencias religiosas que buscaban el contacto con el Más Allá a través del trance.
● Como emblema de muerte simbólica la calavera aparece en casi todos los ritos de iniciación, purificación y renacimiento. En las religiones basadas en el culto a los muertos se mantiene los cráneos como medio de llamar a los antepasados en los trances de posesión.
En el cristianismo es el hueso más significativo en el culto a las santas reliquias, pues es el que más favorece la intercesión de la persona sagrada para lograr los milagros solicitados por el devoto. En los iconos de santos y ermitaños el cráneo es muy frecuente como advertencia del memento mori, «recuerda que morirás».
– En el arte europeo este motivo alcanzó su auge en el Barroco como alegoría moral de la vanidad (vanitas) de la vida profana, en cuanto transitoria y fugaz; cualquier adquisición, material o intelectual, es vacía y sin sentido. Otras frases de las pinturas de este tema incluyen: tempus fugit (el tiempo huye), ubi sunt (¿dónde están?), sic transit gloria mundi (así pasa la gloria del mundo), homo bulla est (el hombre es una burbuja), nascendo morimur (así como nacemos, morimos), carpe diem (aprovecha el día).