24 Marzo: Antiguos festivales del Año Nuevo primaveral (Akitu y Purulli)

FESTIVALES DEL AÑO NUEVO PRIMAVERAL

Festival de Año Nuevo o Akitu en Mesopotamia

Vía procesional a la Puerta de Ishtar en Babilonia

● La mención más antigua de la fiesta de Año Nuevo se halla en inscripciones del rey Gudea de Lagash (~2050 a. C). Durante siete días se eliminaban las diferencias sociales, se suspendían los actos administrativos y los padres daban libertad a sus hijos, sin temor al castigo. El rey, en representación del dios Ningursu, realizaba las nupcias sagradas con la suprema sacerdotisa de la diosa Baba, para dar continuidad a la renovación de la vida del reino.

– En Babilonia el festival de Año Nuevo se llamaba Akitu en acadio, y Akiti en sumerio, y se celebraba los 12 primeros días del mes de Nisan. Akitu significa «cebada» en la época de la siega, y era la fiesta por excelencia. Parece que en época sumeria marcaba el segundo festival de la cebada, el primero ocurría en otoño, en la época de la siembra. Como es lógico, la fiesta sufrió modificaciones e interpretaciones en las distintas culturas que se fueron sucediendo en Mesopotamia.

● El desarrollo festivo era el resultado de la confluencia de dos corrientes religiosas: un culto de la fertilidad y un concepto cosmogónico.

– El culto de la fecundidad, de origen neolítico, se llevaba a cabo en templos situados en las afueras de las ciudades, en pleno campo, por lo general al borde de un canal, y comprendía ritos orgiásticos para estimular la proliferación de los cultivos agrícolas. En origen el culto se marcaba por dos festivales: uno, al comenzar la siembra de la cebada en otoño; el otro, con la siega de la cebada en primavera.

– Más tardíos y sacerdotales fueron los ritos que actualizaban el origen cosmogónico, muy modificado por la evolución patriarcal. En las ceremonias se representaban dramas míticos, acompañados de purificaciones, cantos, conjuros y sacrificios. El mito babilonio está relatado en el Enuma Elish, «Poema de la Creación», cuyo texto íntegro era recitado una vez al mes en una ceremonia litúrgica, y se conservan otras variantes del mito, como el poema cananeo de Baal y Anat.

● Aunque el programa del festival no se conoce completo, parece que duraba doce días, del 21 addar a 01 nisan, los pasos más importantes del festival de Año Nuevo fueron:

1- Día de la expiación para el rey, que incluía su humillación ritual, correspondiente al cautiverio que sufrió el dios Bel (o Marduk) encerrado en la montaña o infierno, en las entrañas del dragón Tiamat. Era la suspensión anual del orden cósmico y el retorno al caos original de las aguas primigenias. El pueblo con lamentos públicos lloraba la desaparición o muerte del representante divino en la tierra, ocurrida en el templo Esagila, dedicado a Marduk. En el caso de este dios la ordalía mortal duraba tres días, hasta el ascenso al mundo de los vivos.

– Se cree que primitivamente el rey era matado y, tras los funerales, era sustituido por otro. Más tarde el rey se mantenía oculto y se nombraba un sustituto temporal, normalmente un esclavo, que disfrutaba de todas las libertades regias durante el corto periodo de transición, y acababa siendo sacrificado. Durante el interregno se permite el robo y el pillaje, la prostitución de las mujeres y la ruptura de tabúes. 

– En el mito sumerio es la propia Inanna quien desciende al Infierno, una especie de cielo invertido con siete niveles, al fondo del cual llega desnuda y es matada por la mirada de la muerte dirigida por su hermana Ereskigal. Su cadáver quedó colgado de un clavo durante tres días, típica duración de la luna oculta o nueva. Después viene la reanimación vital, aunque tiene que enviar a su amante Dumuzi para que la sustituya en los reinos inferiores. Dumuzi también puede regresar en forma de serpiente a los mundos superiores.

2- Los combates rituales entre las fuerzas opuestas dramatizaban la lucha entre los dioses, con la consiguiente liberación del rey, motivo de jolgorio y alegría. Un desfile triunfal por la famosa Vía de las Procesiones, presidida por el rey lo conduce hasta la Casa de la Fiesta (Bit Akitu), templo lleno de plantas y flores situado en medio de un gran parque, donde se celebra un banquete.

3- En el décimo día del festival ocurría el matrimonio sagrado o hierogamia, cópula del rey con una sacerdotisa, personificando la unión de Cielo y Tierra, que en Sumeria habían sido Dumuzi e Inanna; entre los acadios, Marduk y Sarpanitu; aunque la pareja más famosa fue la babilonia de Tammuz e Ishtar. Se supone que las nupcias tenían lugar en una cámara en lo más alto del zigurat. Al día siguiente ambos se presentaban sentados en tronos ante sus súbditos y se recitaban poemas de amor, de los cuales deriva el «Cantar de los Cantares» bíblico.

– Un texto asirio de los archivos del templo de Nabu describe una fiesta en honor del dios titular que trata sobre los preparativos de la cámara para una ceremonia matrimonial, donde al llegar la noche se instalaban las estatuas de la pareja divina. Al día siguiente tenía lugar una especie de romería fuera de los muros de la ciudad.

4- Fijación de los destinos, o sea la lectura de las suertes para cada mes del año entrante. Es la base de todos los sistemas posteriores, tanto de adivinar lo que deparará el año entrante en general, como de pronósticos meteorológicos en particular, éstos darían lugar a las «cabañuelas», cuyo esquema básico es: el témpero que haga los 12 primeros días del año, corresponde a los 12 meses.

● Otras versiones del esquema festivo de Akitu se practicaron también en: Egipto, ceremonial de Edfú; Ugarit, en el «Canto de Ullikummi», un monstruo de diorita cuyo engrandecimiento hace peligrar a la Tierra, es derrocado con el concurso de todos los dioses; hititas, mito central de Purulli; hurritas, Kumarbi castra a su padre e impregna la Tierra escupiendo sobre ella, siendo a su vez destronado por su hijo Tesub; el mito helenizado de Adonis y Cibeles; y es muy similar al desarrollo de las Saturnales romanas. Todos estos mitos hayan eco en la «Teogonía» de Hesíodo y en la «Biblioteca» de Apolodoro. Un centro importante de difusión de estos mitos fue el Monte Casio o Safón de la costa norte siria, cerca de Antioquía.

– En las versiones patriarcales del mito se suele insistir en la desvalorización del caos primitivo, que antes era necesario para obtener el cambio, y ahora es transformado en un poderoso monstruo glotón y tonto, que es vencido por el héroe regio con estratagemas, mañas o engaños, es decir mediante la inteligencia, o es ayudado por una diosa que seduce a la gran bestia. Posteriormente estos mitos quedan como pura leyenda literaria, ajena a ritos y fiestas. Ya no hacen falta los retornos periódicos con sus altibajos, pues empieza a creerse en la historia y su corolario, la idea del progreso indefinido, ahora dominante por todas partes.

Festival hitita de Purulli

Purulli, «Fiesta de la Tierra» en el año nuevo hitita, aunque de origen hático o pre-hitita, era tan importante que incluso el rey Mursil II abandonó una campaña militar para presidirla. El rey y la reina eran los actores principales de los ritos celebrados en Nerik, al norte de la capital del reino, Hattusa. Los monarcas, seguidos de la comitiva de nobles, se dirigían en procesión al templo y allí ofrecían libaciones purificatorias a los dioses. Celebraban un convite regio y eran narrados y dramatizados los mitos cosmogónicos, que hacían referencia a la lucha contra el dragón y la reaparición del dios fecundador. Se insistía en la propiciación de las lluvias primaverales y la revigorización de plantas, ganados y la sociedad humana.

Arinna, diosa hitita del Sol

– El mito central narrado durante Purulli se conoce por un texto del siglo XIV a.C. que transmite dos versiones de la lucha de Teshub, dios Tormenta contra el dragón Illuyankas: en la primera el dios es ayudado por un héroe humano, y en la segunda por un hijo tenido con una mujer. El dios Tormenta tenía que luchar en el Infierno contra el Dragón, poseedor de las llaves de las aguas, tanto de las lluvias celestes como de las subterráneas. La lluvia era considerada el eyaculado seminal que fecundaba a la Tierra. Así se podía fertilizar a la tierra mediante la hierogamia o coito sagrado entre el rey, representante del dios Toro, y la reina, sacerdotisa de la Diosa, antigua detentadora del poder supremo. Pero los hititas eran patriarcales indo-europeos y aunque asumieron buena parte de las religiones anatólicas previas y de las culturas vecinas, en su época la soberanía del Cielo hacia tiempo que había pasado a los dioses Tormenta, lo que aparece en los mitos de los derrocamientos sucesivos de los dioses primigenios por sus vástagos armados con rayos, como también ocurrió en la mitología griega. En su origen, el dios atmosférico y el dragón eran la misma entidad que regulaba el flujo de las energías celestes necesarias para la fertilidad terrenal.

– Para adivinar el porvenir del reino, al final de Purulli se echaban las suertes del año entrante sobre el trono de diorita que sellaba el pozo de las aguas profundas. Estos ritos de año nuevo podían repetirse siempre que circunstancias particulares graves exigieran una renovación de las fuerzas vitales. Se erguía un árbol siempre-verde, al que colgaban vellones, para solicitar la salud y vitalidad del país, íntimamente asociadas con el transcurso normal de las estaciones.

● En otros mitos se relataba la tradicional retirada de la vida activa del dios de la agricultura Telipinu (o Telepinu) con la consecuencia inevitable de la esterilidad general y el hambre. El resto de los dioses intentaron sin éxito usar múltiples argucias para buscar y traer de nuevo a Telipinu, hasta que la diosa abuela Hannahanna, con ayuda de una abeja logró encontrarlo, y para hacer que el joven dios volviera a cumplir con sus funciones, la diosa de la magia Kamrusepa usó todo su arsenal de fascinación, conjuros, encantos, hechizos, embelesos y ungüentos para calmar el dios enfadado y retornaran la fecundidad, abundancia y prosperidad a los campos. Ningún dios sobrevive si mueren sus adoradores humanos.

● La Diosa Arinna, divinidad suprema de los hititas, era esposa de Teshub y madre de Telipinu. Se representa desnuda, de pie y a lomos de un felino, o sentada sosteniendo en sus brazos a su hijo, el dios-niño, al que parece amamantar. Entre otras muchas advocaciones, era llamada:  Reina del Cielo,  Diosa del Sol, Reina del país de Hatti, Madre de la Tierra, Señora de la ciudad de Arinna (aunque se desconoce el emplazamiento de dicha ciudad) y Hepat entre los hurritas. Tras la caída del imperio hitita esta diosa derivó hacia la posterior Cibeles.

● El calendario de fiestas hititas era abundante y se conservaban prolijas, minuciosas y monótonas descripciones en los archivos palaciegos. Además de Purulli, los festivales estacionales más importantes eran: el de primavera, ligado a una planta, que se cree que era el azafrán; el de otoño o «de la prisa», cuando se cerraban las vasijas llenas de la harina selecta que serviría para la confección de panes y tortas sagradas. A lo largo del año también estaban regulados los sacrificios diarios, los ritos mensuales, las fiestas de mercados y las celebradas por otros motivos.

● El templo de Yazilikaya (fines del siglo XIII a.C.), santuario de Hattusa, capital del Antiguo Imperio hitita, parece que, entre sus cometidos, pudo servir para regular el calendario del país. Entre los numerosos relieves tallados en las rocas se especula que una procesión de 12 dioses representa un calendario lunar de 12 meses y la aparición de grupos de 8 y 19 figuras evocan los ciclos para encajar los calendarios lunisolares (octaetérida y ciclo metónico). Quizá en honor de la Diosa Sol de Arinna, los templos y algunos edificios se orientaban con los puntos extremos y medio de las «Puertas del Sol», es decir con solsticios, en especial con Hiberdia, y equinoccios. En Hattusa se han encontrado fragmentos con temas astronómicos de influjo mesopotámico.