19 Octubre: Los granos de la granada

– La fiesta romana de la cosecha de frutos otoñales se celebraba por octubre y primeros de noviembre en honor a Pomona, diosa de los árboles frutales, y más concretamente de las manzanas.

– Pomona era una diosa autóctona de la mitología romana, aunque curiosamente en el centro de Italia se han encontrado nombres de dioses similares en masculino (Pomono), protectora de árboles frutales, jardines, huertos, olivares y viñedos, por tanto de la agricultura arbórea, bien alejada de los bosques salvajes. Se mantenía soltera, a pesar de tener muchos pretendientes, pues su único afán era el cultivo de campos y jardines. Su nombre deriva de pomum, «fruta, manzana» y por ello recibe también el nombre de Patrona pomorum, «Señora de las frutas». Simbolizaba la abundancia relacionada con la floración de los árboles. Sus atributos eran el cuchillo de podar o una hoz en su mano derecha y la manzana en la izquierda. Los romanos le dedicaron un bosque sagrado cerca de Ostia, que denominaron Pomonal en su honor. El culto de la diosa estaba a cargo de un flamen minor, el Flamen Pomonalis, el ínfimo escalón dentro del rango sacerdotal romano.

– Pomona es la personificación del annus vertens, estación otoñal en que se recolectan las frutas arbóreas, y cuya leyenda la relaciona con el dios agrícola Picus y con Vertumno. Como todas las deidades rústicas, al final de la época de la República, Pomona sólo era un recuerdo arqueológico, explotado en su forma más tópica por poetas y artistas, como ocurre en las Metamorfosis (XIV) de Ovidio.

● El granado es de origen asiático, en especial en la zona de Irán, y desde el Neolítico su cultivo se extendió por toda la costa mediterránea. Como fruto de otoño, coincide con la época de la siembra de cereales. Modernamente se reconoce en su zumo muchas propiedades beneficiosas: antioxidante, rica en vitamina C, potasio, baja en calorías, etc…

– Su nombre procede del latín malum granatum, «manzana con granos» y como los fenicios o púnicos debieron expandirla en sus navegaciones la llamaron «manzana púnica». De ahí su nombre científico Punica granatum L. La ciudad de Granada recibe su nombre de esta fruta.

● Dado que los conceptos de nacimiento y muerte están imbricados en el mundo simbólico, el fruto del granado adquirió este doble significado. Por un lado la fertilidad y la reproducción, por otro el mundo funerario y el inframundo. Ambos se unen en la coincidencia de opuestos y polaridades, la unidad de lo múltiple, y la eterna renovación. La ambivalencia de la granada la llevó a ciertas prohibiciones, como a otros frutos rojos, al recordar las muertes cruentas y por eso sólo podían ser ofrendadas a los muertos.

– Por su forma y color siempre se ha asimilado a los genitales femeninos, en especial cuando la granada madura empieza a rasgarse en una hendidura de la corteza y deja ver los granos de su interior. El jugo rojizo es evidente que recuerda a la sangre y así aparece en los mitos de Cibeles y Dioniso. Se asimiló a los órganos sexuales femeninos: una matriz llena de semillas y una vulva. Lo cual nos lleva a las ideas de fecundidad, matrimonio y erotismo. Se decía que el primer granado fue plantado por la diosa del amor, Afrodita. De hecho, los griegos modernos todavía rompen granadas en las bodas, analogía fácil de comprender. Los turcos dicen que una novia es «una granada no abierta». En los relatos míticos el propio granado nace de la sangre de un dios. El cáliz de la granada se remata con un ribete a modo de corona, por lo cual fue también emblema de realeza y poderío.

– Por su estructura, un recipiente que contiene numerosos granos o semillas, la granada presenta un aspecto de contenedor, que la relaciona con las colectividades y sociedades, o en su aspecto místico, la unidad que existe entre todos los seres de la creación.

Perséfone romántica (Dante Gabriel Rossetti)

● El mito griego más conocido sobre la repercusión de comer granos de granada es el de Perséfone, hija de la diosa Deméter, quien por ingerir algunos de ellos en el Inframundo, se vio obligada a volver todos los años allí, durante unos cuatro meses, un tercio del año. Algunas de las grandes Diosas Madres clásicas como Hera, Deméter o la romana Juno, a menudo se figuraban con una granada en la mano, significando que la pérdida de la virginidad hace posible la reproducción vital en su aspecto físico, y la emergencia de la intuición o las revelaciones del entendimiento en su faceta espiritual. Es curioso que la granada y el huevo aparecen juntos en las representaciones de los regalos de bodas y en las ofrendas funerarias. Quizá se unan por su afinidad simbólica con la primitiva concepción del eterno retorno de las almas entre vida y muerte, y del continuo tráfico de los espíritus entre Este Mundo de Aquí y el Otro Mundo del Más Allá.

Virgen de la Granada (Beato Angélico)

● En el suroeste de España, durante la Reconquista en la época de los reyes Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio, el gran maestre de la Orden de Santiago, que mantenía un especial contacto espiritual con la Virgen María, extendió el culto de la Virgen de la Granada. Se han documentado unas 17 vírgenes de esta advocación o que sostienen granadas, cuyos iconos, pintados o esculpidos, están presentes en: Llerena (Badajoz), lugar del primer milagro de esta advocación de la Virgen en 1241; La Granada de Riotinto (Huelva); Guillena; Benacazón; Cantillana; la Puebla del Río; entre otros pueblos de Sevilla. La Virgen de la Sede en la catedral de Sevilla lleva en la mano una bola de oro y cristal de roca con forma de granada.

● En la Biblia judía las granadas aparecen en el manto del sumo sacerdote y en los capiteles de las dos columnas de la fachada del Templo de Salomón, también se aluden poéticamente a ellas en el Cantar de los Cantares, siempre referidas a la esposa. Parte de estos simbolismos pasaron a la Iglesia cristiana y a las logias masónicas.

– «El linaje de los Tibónidas», la tradición de esta familia de traductores judíos del Medievo surge desde Yehuda ibn Tibbon, llamado «Padre de los traductores», nacido en Granada hacia el año 1120, y llega hasta el siglo XX con el mexicano Gutierre Tibón (1905-1988), quien además de una abundante obra lingüística, es autor de una interpretación simbólica del ombligo y los acontecimientos del parto, en su obra triádica, «El ombligo como centro cósmico», «El ombligo como centro erótico» y «Tríade prenatal». En este último libro se lee (extractado): «… Salomón se refiere a otro vino «que yo te hiciera beber», y es un vino distinto, «preparado con el mosto de las granadas». La granada, ‘rimón’ en hebreo, es una de las siete frutas alabadas en la Biblia. Por los granos que la llenan, ‘malé kerimón’ es, metafóricamente, la plenitud. En mi infancia la granadina –refresco preparado con zumo de granada- me parecía la mejor bebida del mundo. Puedo imaginar el ombligo de la Sulamita idealmente lleno del vino de granadas, de color encarnado, perfumado y acídulo; y aquí la realidad física se cruza otra vez con la mística. San Juan de la Cruz percibe en la suavidad del jugo de granada el gozo del alma inflamada de amor que ha llegado al conocimiento de Dios».

– San Juan de la Cruz en las glosas a su «Cántico» (37, 7) dice que el mosto de granadas significa el conocimiento y el delirio extático, porque bajo la aparente multiplicidad de los granos de la fruta subyace la absoluta e indiscutible unidad de Dios, representada por la bebida embriagante.

● Entre los musulmanes se creía que el granado era el árbol del Paraíso y se dice que Mahoma alentaba a sus correligionarios a comer granadas para purificarse de la envidia y el odio. Por su carácter ígneo, la granada es la fruta que comen los iraníes en la noche de Yalda (solsticio de invierno).

– Según el gran maestro sufí Ibn Arabi, saborear el mosto de la granada equivale al trance de intuición de la unidad subyacente a la multiplicidad de la realidad, más allá del velo de las apariencias, coincidente con la cuarta estación del viaje al jardín místico, llamada por eso «etapa de la granada». Beber el mosto de la granada equivale a ver la realidad, comprender las cosas tal como son.