18 Mayo: Nueve Santas y Nueve Sacerdotisas (I)

● A fines del siglo XII se elaboró una curiosa leyenda de un grupo de Nueve Hermanas, «nonillizas» nacidas de un solo parto, hijas de una reina pagana de Galicia, esposa de un gobernador romano, instalado en Balcagia (actual Bayona, Pontevedra).

– La madre se avergonzó de tal parto, pues se creía que las mujeres que gestaban varios fetos habían cometido adulterio copulando con diferentes varones. Para evitar el oprobio social, la reina ordenó a la criada partera que arrojara a las recién nacidas en una sima, o según otra versión, que las ahogara en el río Miño. Como suele ocurrir ante estos espantosos cometidos, la sirviente, enternecida ante tan cruel destino, confió las niñas a varias familias cristianas. Más tarde, su propio padre, al enterarse de lo sucedido, intentó disuadirlas de su fe cristiana, pero las nueve hermanas decidieron dispersarse. Fueron perseguidas y cada una sufrió el martirio en un lugar distinto.

● Esta leyenda tomada del tema del «parto múltiple», presente en los cuentos folclóricos, es una mescolanza fantástica de varios relatos, al parecer de origen centro-europeo, de arraigo tardío en España, sin llegar a cuajar ni siquiera en la tradición, aunque sirvió para oficializar algunos cultos populares paganos. Una de las listas incluye entre las Nueve Santas Hermanas a: Santa Librada (hoy, 18 mayo) o a su derivada Santa Barbada (20 febrero), Santa Quiteria en Marjaliza (Toledo) (22 mayo), Santa Marina de Aguas Santas (18 julio), Santa Genivera de Tuy (07 junio), Santa Eufemia en Orense (o Eumelia, 16 septiembre), Santa Victoria de Córdoba (17 noviembre). Al grupo se añadieron las foráneas Santa Germana de Cartago (19 enero), la siria Santa Basilisa (09 enero) y en Toledo se situó a la mauritana Santa Marciana (09 enero).

– Algunas de ellas son patronas de las embarazadas de gestación múltiple y de los partos difíciles, modernamente otras han sido degradadas o suprimidas del santoral. También existe Santa Notburga de Bühl, madre de nueve hijos de un solo parto. En España la más famosa es Santa Quiteria por sanar la rabia de los perros.

● La mártir Santa Librada hispano-romana de oscuro origen fue agregada al grupo de las Nueve Hermanas y a fines del Medievo recibía devoción en varias iglesias españolas. Se dijo que había sido santa crucificada, martirio ocurrido en Castreleuca (Castelo Branco, Portugal).

– Se dijo que con la invasión musulmana sus reliquias las llevaron a Aquitania donde fueron acogidas en el pueblo que llevaría su nombre de Sainte-Livrade-sur-Lot. En el siglo XII, parte de las reliquias las trajeron los benedictinos de Cluny y los canónigos de La Chaise-Dieu, recién conquistada la ciudad de Sigüenza, ciudad en cuya catedral se conservan.

– La imagen de la crucificada parece derivar de Cristos en la cruz vestidos con sayas o faldas de pudor basadas en el colobio o vestido largo de origen bizantino, pero con el cambio de las modas, se creyó que representaban a una mujer. Es patrona de las mujeres malcasadas e invocada por las esposas que querían «librarse» de sus maridos.

● Existen otras santas, no crucificadas, con el nombre de Librada o Liberata, por ejemplo Santa Librada, hermana de Santa Faustina (580) (18 enero), ambas fundadoras del monasterio de Santa Margarita en Como (Italia).

– También aparecen otras santas mártires crucificadas ajenas a esta leyenda. Entre ellas: Santa Julia de Cartago (420-450) (22 mayo), patrona de Córcega; Santa Maura de Antinoe (09 septiembre) y su esposo San Timoteo fueron crucificados en la Tebaida egipcia el año 286; Santa Gudelia de Persia (siglo IV) (29 septiembre), en su martirio le desollaron la cabeza y luego fue crucificada.

– La figura de Santa Barbada procede de Santa Librada y también se convirtió en otra de las Nueve Hermanas gemelas. En Alemania era llamada Santa Wilgefortis (20 julio), nombre mal interpretado como «Virgen fuerte», ya que procede de la traducción alemana Hilge Vartz del Volto Santo, el Santo Rostro de Lucca, un Cristo crucificado de origen bizantino vestido con túnica larga sacerdotal, que en algunos casos al estar decorada le daba un aspecto afeminado. De hecho, cuando el Rostro Santo de Lucca se llevó a Europa Central la imagen fue interpretada como una santa mártir crucificada, igual que le ocurrió a Santa Librada. También se la conoce con los nombres de: Munia, Kummernis, Uncumber, Eutropia y muchos más. Hubo muchas variedades de la leyenda debido a la religiosidad popular y la adaptación a las tradiciones propias de cada región.

– En una de ellas se inventó el supuesto martirio de Santa Barbada, una muchacha muy bella que se había consagrado a la vida religiosa como virgen. Pero ocurrió que su padre la prometió a un rey y ella para defender su pureza, primero dejó de comer y luego pidió protección a Dios para que le diera un aspecto revulsivo, y éste le hizo crecer una larga barba. Ante el chasco de verla con tal pelambrera el monarca rompió el compromiso, y el padre enfurecido la mandó crucificar. A esta santa, ya sea Librada o Barbada, se deben los iconos de mujeres barbudas crucificadas, que modernamente fueron interpretados como Cristos andróginos, o desde una visión médica se atribuye el crecimiento velloso a un trastorno hormonal debido a la anorexia, explicaciones inútiles, pues sólo son leyendas. En su retorno a España, su culto arraigó en Ávila, donde se la conoce como Santa Paula Barbada.

● Del Santo Rostro de Lucca procede una leyenda que se ha extendido a muchos Cristos Crucificados con vestidos sacerdotales, calzados y coronados. Se cuenta que los devotos del Santo Cristo decidieron comprarle unos zapatos de oro para agradecer los milagros recibidos. Después de calzar la imagen, durante la misa una pobre viuda rogó al Señor ayuda para alimentar y cuidar de sus hijos. De pronto uno de los zapatos de oro apareció sobre el cáliz y nadie pudo quitarlo, salvo la viuda, entendiendo todos que era voluntad divina socorrer a la viuda.

– Varias versiones se extendieron de este milagro. En un caso de los cuentos de los hermanos Grimm, recogido de una versión popular, se narra que un violinista ambulante le ofreció un concierto a Santa Wilgefortis y su imagen le lanzó un zapato dorado en recompensa. No fue creído al contar el hecho, y lo acusaron de robo sacrílego y lo condenaron a muerte. Le concedieron que pudiera tocar de nuevo ante la imagen crucificada y ante el asombro de todos, la santa volvió a arrojar el zapato, prueba evidente de la inocencia del músico. Un cuento semejante se dice que ocurrió en la iglesia de San Salvador de Cracovia (Polonia).

● En España existen varios Cristo del Zapato, con Jesús crucificado aún vivo, que repiten el mismo milagro de ceder un zapato a una persona necesitada, en la provincia de Granada se encuentra en la Ermita del Zapato en el cerro Chinchirilla de Pinos del Valle con vistas al valle de Lecrín, y en la propia ciudad de Granada en la Iglesia de San Antón.

– Sin relación con los anteriores, otro Jesús de aspecto «feminizado» es el Cristo del Caloco que en septiembre se traslada desde su ermita a la Iglesia de San Eutropio en El Espinar (Segovia).