17 Octubre: Sueño de otoño (II)

INCUBACIONES CRISTIANAS DE SUEÑOS

Los gemelos San Cosme y San Damián

Un anticipo de los trasplantes quirúrgicos

● Patronos de médicos y boticarios, los hermanos médicos San Cosme y San Damián representan una mezcla cristiana de varios mitos. En cuanto al aspecto formal sintetizan a los Héroes Gemelos clásicos, tanto a los Dióscuros griegos: Cástor y Pólux; como a los fundadores de Roma: Rómulo y Remo. Por su actividad médica y función sanadora se asimilaron al dios sanador Asclepio.

– La leyenda otorgó a los santos gemelos un origen árabe, estudiaron medicina y veterinaria en Siria y ejercieron su profesión en la ciudad de Egea (Cilicia), aunque también se desplazaban como sanadores ambulantes por la región, alcanzando gran fama por sus curas milagrosas. Sufrieron martirio con crueles torturas, hasta que los mataron por decapitación.

● El culto de los hermanos San Cosme y San Damián se difundió desde Ciro, cerca de Alepo, donde se conservaron sus reliquias. A partir de la segunda mitad del siglo IV en casi todas las ciudades importantes del Imperio Bizantino se empieza a instaurar en las iglesias la práctica de la curación por incubación de sueños. En el siglo V el culto llega a Roma y desde el siglo VI se extiende por Occidente. San Cosme y San Damián son celebrados en Occidente el 26 septiembre (antes 27 septiembre), y en la tradición ortodoxa en tres fechas: 01 julio, hoy (17 octubre) y 01 noviembre.

– Su apogeo lo alcanzaron en el santuario Kosmidion de Constantinopla, mitad monasterio y mitad templo sanatorio-balneario, donde se convirtieron en patronos de la curación mediante la incubación de sueños al estilo asclepiano, práctica con la que adquirieron fama y difusión. La descripción de sus curaciones durante el sueño terapeútico siguen las mismas pautas de las intervenciones de Asclepio o Serapis, salvo su orientación cristiana. En uno de los primeros milagros incluso se relaciona al durmiente con la serpiente curativa, de manera desfigurada. En las descripciones de sus milagros es evidente que las experiencias sanadoras ocurrían, tanto en los propios sueños, como en estados de trance autosugestivo en ambos estados intermedios de entrevelas, tanto al conciliar el duermo o hipnagogia, y al despertar o hipnopompia, incluso con vívidas alucinaciones. En la iglesia de Santa María la Antigua de Roma se practicó la incubación bajo el patrocinio de San Cosme y San Damián.

● Durante el Medievo fueron patrones de gremios y cofradías profesionales de médicos, boticarios y barberos, con cuyas vestimentas y utillaje solían ser representados. En París se constituyó la Hermandad de San Cosme y San Damián, después Colegio de Cirugía, la más prestigosa escuela quirúrgica de Europa, que también prestaba asistencia gratuita a los enfermos. En sus iconos figuró mucho el milagro quirúrgico ocurrido en sueños del trasplante de una pierna, procedente de un negro recién muerto, a un sacristán que la tenía gangrenada. En Florencia fueron los santos protectores de los Médici, grandes mecenas del Renacimiento.

– En Rusia los santos Gemelos son muy venerados como patronos de los herreros, protectores del matrimonio y de las aves de corral. Era una fiesta de muchachas, que organizaban un convite entre ellas y luego invitaban a los mozos para iniciar noviazgos. Este carácter erótico se mantuvo también en Occidente, pues hasta fines del siglo XVIII, en el portal de la iglesia dedicada a los santos gemelos en Isernia (Italia) durante el día de su fiesta los canónigos vendían falos de cera, que luego eran ofrecidos a San Cosme por los fieles.

– En Essen (Cuenca del Ruhr, Renania) se conserva la supuesta espada que sirvió para decapitar a los santos hermanos en su martirio. A partir del siglo XV, dicha espada fue un símbolo para la ciudad y se la veneraba en el monasterio de Stift y actualmente en la catedral de Essen. Parece ser que la espada fue regalada en 914 por el emperador Otón III y al ser las primeras abadesas de Stift de la familia imperial, adquirió un simbolismo de poder, quizá por ser usadas en las ceremonias de investidura imperial.

Cosme es «Bello», de la misma raíz que «cosmética», derivada de Cosmos, «orden universal». Damián es «Domador», nombre derivado de los devotos del culto de Damia, advocación de Cibeles, diosa domadora de leones.

● Se les denomina «santos anárgiros» (sin dinero) porque no cobraban, ni aceptaban retribución económica alguna por sus curaciones, tanto sobre hombres como en animales. Esta denominación incluye a tres parejas de santos médicos: San Cosme y San Damián, San Pantaleón y San Hermolao, y San Ciro y San Juan.

San Ciro y las incubaciones cristianas

● El culto a Asclepio terminó con el decreto de Teodosio I en 391 para erradicar los cultos no cristianos. Los jerarcas de la Iglesia captaron la peligrosa competencia que Asclepio ejercía sobre Cristo, pues sus semejanzas eran tan llamativas que numerosos escritores cristianos primitivos defendían la credibilidad de los milagros de Jesús apoyándose en las curaciones paganas de Asclepio. Además el mismo San Pedro en los Hechos de los Apóstoles justificó como práctica cristiana la inducción de sueños y trances, citando al profeta Joel: «Profetizarán vuestros hijos e hijas, vuestros ancianos tendrán sueños y vuestros jóvenes percibirán visiones».

– En Egipto el decreto de Teodosio fue especialmente violento, debido a la intransigencia de Teófilo, patriarca de Alejandría, y al fanatismo de los monjes pacomianos. El Serapeo de Alejandría fue destruido, al igual que los templos de Serapis en Canopo y de Isis en Menuthi, sobre cuyos restos implantaron un monasterio y una iglesia. A pesar de esta suplantación la gente seguía yendo a practicar la incubación de sueños terapeúticos. Los cristianos quedaron desconcertados por esta fidelidad a los dioses tradicionales, hasta que Cirilo, sobrino de Teófilo y sucesor en el episcopado, encontró la solución jugando con las mismas armas del adversario, según un recurso muy extendido en la Iglesia cristiana de la época: adujo una revelación angélica a través de un sueño donde se le indicaba el lugar exacto de la tumba de Ciro, un mártir dudoso, en la iglesia patriarcal de Alejandría. Así que organizó la excavación y oportunamente aparecieron las reliquias de Ciro, acompañadas de las de Juan, mártir aún más dudoso. Ambos restos fueron trasladados a la iglesia de Menuthi, y Cirilo difundió la creencia de que el poder sanador de Isis se había trasladado a los dos nuevos santos, convenientemente hermanados, para poder competir con San Cosme y San Damián, pues la rivalidad entre las sedes episcopales de Constantinopla y Alejandría era patente. El nombre de Ciro (Kyros) venía a ser el masculino de Kyra, «Señora», título de Isis, con el que era invocada por sus devotos, semejante a la actual Nuestra Señora, para referirse a María, madre de Jesús. Unos dos siglos más tarde los milagros de curación atribuidos a San Ciro y San Juan (31 enero) fueron escritos por San Sofronio de Jerusalén (550-638) (11 marzo).

Sueño angelical

● Juan Lido señala que los sacerdotes avisaban a la gente de que en este mes de octubre no se debería poner especial atención a los sueños, lo cual indica que el mes de los frutos otoñales seguía estando muy ligado a las incubaciones oníricas, y recomendaba esperar hasta enero, tras la Vigilia de la Luz, después de Navidad. La consulta de sueños de tipo asclepiano se coló en las iglesias, incluida la basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén, y está ampliamente documentada en el cristianismo, asociada al culto de muchos santos curanderos, entre quienes destacaron, además de los gemelos San Cosme y San Damián, el evangelista San Lucas o el arcángel San Miguel, todos ellos en fechas cercanas a la fiesta mayor de Asclepio. El nombre de Asclepio se recuerda en el obispo y mártir San Asclepiades de Antioquía (218) (mañana, 18 octubre), San Asclepio obispo (23 diciembre) y San Asclepiodoto mártir (15 septiembre); el nombre de Higieia pervive en el del papa San Higinio (142) (11 enero).

● En las leyendas de algunos santos como San Emigdio (05 agosto), patrón de Áscoli del Piceno, se relata la conversión de muchos sacerdotes de Esculapio, sorprendidos por las capacidades sanadoras del santo y se refieren contactos de los cristianos con los centros asclepianos.

– Más conflictiva fue la relación del obispo San Patricio de Prusa y otros compañeros (19 mayo en oriente y 28 abril en occidente), todos martirizados por no ofrendar a Asclepio en su balneario de Prusa en Bitinia. Los fieles ortodoxos lo invocan contra las fiebres y las pasiones eróticas o «calenturientas». Hay que recordar que Prusa fue la patria de Asclepiades de Bitinia (125-40 a. C.), médico griego que ejerció con fama en Roma y desarrolló una teoría alternativa a los humores hipocráticos basada en la teoría atomista de Demócrito y que dio mucha importancia en la cura de las enfermedades a la dieta, masajes, ejercicios y baños. También destacó por promover tratamientos psiquiátricos no reclusivos ni violentos.

● Era la vigilia de la fiesta de un santo o una Virgen en su templo, la noche más propicia para ser favorecido con un sueño sanador. Si se preparaba adecuadamente cualquier otra noche podía resultar eficaz, aunque se preferían las vigilias de viernes y sábados. Cumpliendo las prescripciones convenientes (ayuno, continencia, asistencia a ceremonias litúrgicas, etc.), la velada suponía largas horas de rezo, tras lo cual el demandante se acostaba para dormir. Al despertar se sabría por el sueño enviado cual era el resultado de la consulta. En el siglo V en la iglesia de la Resurrección (Anastasis) de Constantinopla se aparecía la Madre de Dios y curaba a los enfermos al más puro estilo asclepiano primitivo, mediante contacto directo de efecto inmediato o indicando el remedio apropiado. Pero lo habitual era que los santos, además de la salud corporal, se preocuparan por el estado espiritual del paciente siguiendo la doctrina cristiana oficial.

– Pero como se cometieron muchos «abusos de fornicación y adulterio», las vigilias se limitaron únicamente a una jornada de ayuno. Estas prácticas de curación por los sueños estuvieron muy generalizadas en Europa occidental hasta la Baja Edad Media. A partir del Renacimiento fueron siendo reprimidas por la iglesia Católica, hasta desaparecer, y en la iglesia Ortodoxa perduraron hasta el siglo XIX.