SANTOS LABRADORES DE MAYO Y DE LAS HELADAS TARDÍAS
Santos Labradores de Mayo
– San Isidro encabeza una ristra de santos labradores de mayo:
● San Segundo de Asti (30 marzo, aunque es celebrado el primer martes de mayo), mártir legendario invocado en Italia contra las heladas de las viñas.
● San Vendelino (534-617) (20 abril), ermitaño de Los Vosgos, al parecer de origen escoto, dedicado a guardar los rebaños de un rico señor. Como le ocurrió a San Isidro, su dedicación a la oración le valió las críticas por el supuesto abandono del rebaño, pero cuando el amo comprobó que los animales se recogían ellos solos en los establos en completo orden, lo eximió del trabajo y le construyó una celda junto al monasterio de Toley en Tréveris, del que luego fue abad. Es invocado contra las epidemias de los animales.
● San Arador (22 abril), un mártir sirio desconocido representado labrando el campo.
● Beato Alberto Labrador (1214-1279) (07 mayo), natural de Villa de Ogna (Bérgamo) así denominado por el mismo motivo que San Isidro, pero en su caso su caridad cristiana no fue aceptada por su esposa y familia, quienes lo expulsaron de la hacienda paterna, dedicándose a peregrinar.
● San Servacio de Tongres (300-384) (13 mayo), un misionero armenio, nombrado obispo de Tongres en Bélgica, es protector contra heladas y plagas de ratas y ratones, alivia los reumatismos y dolores de pies. Después de ser enterrado en Maastricht, su tumba se consideró milagrosa, pues siempre aparecía seca. La basílica edificada sobre ella es lugar de peregrinación.
● San Bonifacio de Tarso (307) (14 mayo), mártir legendario de Tarso, representado con una espiga de cebada ya que llegó a ser patrón de la cerveza y de las fiestas y diversiones de estas fechas, por lo que muchos creen que sustituyó a algún ritual de embriaguez sagrada. Atrae el buen tiempo atmosférico, o la lluvia cuando es necesaria en primavera. Quizá porque su nombre, «hacedor del bien», algunos lo interpretaron como procedente de bonus fatum, significa «buen hado, buen augurio».
● San Gentil de Monteux (Saint Gens, 1104-1127) (16 mayo) fue un joven retirado del mundo en el valle de Beaucet, ejerciendo de labrador y famoso por tener una facilidad pasmosa para conseguir agua, de fuentes o de lluvia. Se sigue celebrando la romería a su ermita, una de las más antiguas de Provenza. Se lo representa con un buey y un lobo con los que araba el campo.
● En Gubbio (Umbría), antigua Igubio, se celebra mañana la Carrera de los Cirios (ceri) en honor de su patrón el obispo San Ubaldo (1085-1160) (16 mayo), amigo de Federico Barbarroja. Los «Cirios» son tres altas y pesadas construcciones de madera coronadas por las estatuas de los santos patronos de los estamentos productivos de la ciudad: San Ubaldo, de los albañiles; San Jorge, de los comerciantes; San Antón, de los labradores. Se transportan sobre la espalda en una carrera a través de las calles de la ciudad hasta la basílica situada en la cima del Monte Ingino, lugar donde se conserva el cuerpo incorrupto de San Ubaldo.
– Los rituales seguidos en esta fiesta parecen guardar relación con los rituales propiciatorios de primavera descritos en las «Tablas Eugubinas» o de Igubio, un texto muy importante por contener la descripción de un ceremonial de la Antigüedad clásica.
● Con el mismo nombre en femenino es Santa Ubaldesca de Pisa (1136-1206) (28 mayo), monja hospitalaria de la Orden de Malta protectora de los frutos del campo, conocida como la «Santa del Pan y del Vino», por sus milagros para conseguir alimentos. En España se la conmemora en Useras (Castellón) donde es conocida como Santa Waldesca.
● De San Walstano (1016) (30 mayo), se dice que era un noble que se dedicó a labrar su granja de Bawburgh (Norfolk, Inglaterra) y hacer caridad a los pobres. Era patrón de los segadores, protector de los terneros e invocado en los accidentes de las labores del campo.
Santos de las Heladas Tardías
● En la Europa continental los santos de los días entre 11 y 15 mayo: San Mamerto de Vienne, San Pancracio de Roma, San Servacio de Tongres (o San Pedro Regalado en España), San Bonifacio de Tarso y San Isidro Labrador (o en Alemania, Santa Sofía «la Fría» o de Roma), eran llamados los Santos de las Heladas, pues uno de sus cometidos era proteger contra las últimas heladas nocturnas primaverales, que a veces ocurren por estas fechas, si irrumpen flujos meteorológicos procedentes del norte trayendo días gélidos.
– Este recrudecimiento fresco, lluvioso y revuelto, se conoce como la «Borrasca de San Isidro» o «Inviernillo de mayo», para diferenciarlo del que ocurre a fines de abril por San Jorge y San Marcos. En las zonas más continentales de Europa incluso se temían las heladas tardías de fines de mayo. En tierras castellanas: «Helada de san Bernardino (20 mayo), quita pan y no da vino», «Lluvia por santa Quiteria (21 mayo), la cosecha y la miseria», «Helada de santa Rita (22 mayo), todo lo quita», o tan tardía como la de San Urbano: «Hasta san Urbano (25 mayo), no está libre de hielos el hortelano», todas las heladas pueden acabar con los cultivos recién sembrados en los huertos o en las vides. Y si no eran heladas podían ser granizos: «Los fríos de mayo traen granizadas de junio».
– En los países mediterráneos esto solía ocurrir unas semanas antes, «El invierno no es pasado mientras abril no ha terminado», «En luna de abril tardía, ningún labrador confía», «Por Dios y los santos mil, que no pase a mayo la luna de abril», «Si hiela por Santa Engracia (16 abril), la viña se desgracia». Sin embargo España a mediados de mayo es más frecuente una ligera subida de temperatura llamada el «Veranillo de las rosas» y o «del ruiseñor».
– Como ocurre desde fines de invierno hasta bien entrada la primavera son temibles las heladas tardías de funestas consecuencias sobre tallos y retoños. En especial las «heladas negras» así llamadas por aparecer las plantas oscuras debido a la congelación de los tejidos vegetales. Suele ocurrir cuando se ha formado escarcha o helada blanca durante el día, que no es dañina para las plantas, y al bajar la humedad, el frío nocturno se ceba en el agua del interior de brotes, hojas o troncos, por eso meteorológicamente hablando no es una helada en sentido estricto. También se producen por la llegada (advección) de vientos muy fríos y secos. Por este motivo, la Luna de Mayo era conocida en la tradición popular de Europa central como «Luna quemadora«, porque en las noches claras de esta época se produce la helada negra, cuyos efectos se parecen a la quemadura en brotes y hojas tiernas de plantas y árboles. La adjudicación a Luna de estos daños vegetales es un buen ejemplo de confusión en la relación entre causas y efectos.
– Otro tipo de afección de las plantas por el frío primaveral son las heladas de evaporación, que ocurren después de amanecer, cuando los primeros rayos de sol evaporan el rocío que recubre las plantas, provocando que se marchiten los retoños o capullos en la parte de los árboles orientada al Este. Por eso: «Quien quiera tener ovejas mil, líbrelas de las heladas de marzo y de los rocíos de abril». El vocabulario de los agricultores es rico en expresiones para referirse al estado en que quedan árboles y cultivos tras una noche de helada, aunque la explicación de atribuirla a Luna sea incorrecta.
Letanías Menores
– Durante el triduo en luna menguante que precede al día de la Ascensión se celebraban las Letanías Menores, procedentes de las solemnes rogativas instituidas en Francia por el obispo San Mamerto de Vienne (475) (11 mayo), en agradecimiento a todos los santos de la corte celestial que libraron al pueblo del ataque de los lobos, bajados de las montañas debido al hambre provocada por las heladas tardías que asolaron el país en plena primavera. En otras versiones es justo por lo contrario, las Rogativas defienden contra incendios y sequías. Las letanías son la cristianización de las rogativas (rogationes) o procesiones paganas con propósitos similares.
– Como ocurría en las Letanías Mayores de San Marcos (25 abril), la procesión de las Letanías menores salía de la iglesia hasta las cruces de los humilladeros en las entradas, salidas y otros aledaños del pueblo, desde donde se divisaban los campos. El sacerdote santificaba los cultivos y las primicias de los frutos y pedía al Señor de los Cielos que bendijera con agua a la tierra, en la época en que más falta hace que llueva. Teóricamente la procesión debía dirigirse a los cuatro puntos cardinales de las afueras de la población, acompañados por banderas, estandartes e insignias de las instituciones y estamentos sociales. En algunos casos adquirieron un tamaño enorme, como los «Pendones de Astorga», que se llevan, recorriendo casi 20 kilómetros, campo a través, desde el santuario de Castrotierra de la Valduerna hasta la catedral de Astorga. La procesión, surgida como rogativa para pedir la lluvia en mayo, acompaña a la Virgen de Castro, así llamada por situarse la ermita de la Virgen en lo que fue un castro prerromano. Una romería parecida tiene lugar a principios de junio en la comarca zamorana de Sayago llamada de los «Pendones viriatos» hasta la ermita de la Virgen del Castillo en Fariza.
– En Francia formaba parte del cortejo un gran dragón de mimbre a cuyas fauces abiertas el pueblo arrojaba frutos y regalos. De esta evocación del antiguo Dragón de las Nubes, ha persistido la célebre Tarasca de Tarascón. La mayoría de estos dragones procesionales degeneraron en simples alegorías morales del demonio o del mal, subyugados por la virtud.
– En Estonia, la Víspera de la Ascensión era uno de los tres días de primavera, llamados por los campesinos con el nombre de «Días de la Cruz», muy temidos si soplaban los vientos fríos del norte, atribuidos a las maquinaciones de los brujos finlandeses, con la maligna intención de provocar fiebres intermitentes y artritis en sus vecinos del sur.