CALENDARIOS ROMANOS PRIMITIVOS: LUNAR, DE RÓMULO Y DE NUMA
Avisos sobre numeración romana
● Dos avisos previos sobre numeración romana en las cuentas temporales:
· 1º) Los romanos contaban por inclusión los ciclos temporales: para una cita a varios días o en la duración de un viaje, incluían el día de partida y el de llegada, por ejemplo, el noveno día para ellos, es el octavo para nosotros; la nundina, literalmente nueve días, constaba de ocho; las octavas eclesiásticas son el recuerdo de una fiesta al cabo de una semana; para los romanos el embarazo duraba diez meses. En esta manera de contar seguían la costumbre de casi todos los pueblos antiguos.
– De hecho, esta manera de contar provocó una equivocación cuando se implantó el calendario juliano, que debía incorporar el día extra cada 4 años (según nuestro modo), pero ellos lo interpretaron añadiendolo cada 3, pasaron casi 40 años hasta que se dieron cuenta del error.
· 2º) Por motivos de simbología numérica, para casi todas las fiestas religiosas romanas se prefería elegir una fecha impar. Como en muchas otras culturas, los romanos consideraban viriles los números impares y femeninos los pares; pero, en vez de buscar la armonía entre ellos, sentían horror por los múltiplos de dos que creían débiles, una muestra más del patriarcalismo indoeuropeo.
– Por eso algunas celebraciones de fiestas romanas se sucedían cada dos días, en días alternos impares, ésta era la fórmula antigua. Como ningún ritual podía sobrepasar el lapso de un día, los pares quedaban vacantes. Posteriormente, en esos ciclos feriales se permitieron rellenar los huecos de los días pares de manera secundaria, añadiendo algún festejo.
– Las excepciones fueron las Equirres (14 marzo) y los días 24, por ser el antiguo cuarto menguante lunar, y por fijarse en día 24 la situación convencional de los días solsticiales y equinocciales (donde se mantiene San Juan), aunque luego también se prefirió trasladarlos al día siguiente, impar: el 25 (en donde todavía persisten la Navidad y la Anunciación). Varios siglos después, ya en época cristiana, por los desfases ocurridos desde la implantación del calendario juliano, ahora los cuatro días hitos del año astronómico se retrasaron de los días 24/25 a los alrededores de los días 21 de los meses respectivos, donde aún permanecen, tras ser mantenidos en ese puesto por el concilio de Nicea y por la reforma gregoriana.
Calendario romano lunar
● El calendario romano primitivo era lunar, con comienzo en el primer novilunio tras el deshielo, que venía a coincidir con el primer mes, marzo. En cuanto sacerdotes delegados del Rey (en la República sustituido por el Rex sacrorum), los pontífices eran los encargados de proclamar o anunciar, calo o calare, los más importantes hitos del mes, en especial su comienzo, apenas observaban la silueta creciente de la luna nueva.
– Las calendas (kalendae) o primeros días del mes, novilunio aparente, estaban dedicadas a la diosa Juno, se celebraban con el sacrificio de una cerda y una cordera. Por ser inicio del mes, las calendas eran ominosas, estaban cargadas de presagio y eran días nefastos, aunque luego sólo la mitad de las calendas conservaron su valor religioso.
– Las nonas (nonae), correspondían al cuarto creciente y el nombre se refiere a los «nueve» días (ocho nuestros) que faltan para el plenilunio, aunque luego se redujeron a los días 5 ó 7 del mes. En las nonas, el pontífice pronunciaba las fiestas del mes, por tanto, antes de estos días no solían haber días festivos, excepto la calenda de marzo (01 marzo) y las Poplifugia (05 julio).
– Los idus eran los días de plenilunio, celebrados con el sacrificio de una oveja blanca en honor de Júpiter, en cuanto dios del cielo luminoso y de los resplandores nocturnos. Idus es femenino plural en latín, pero aquí seguimos la costumbre de ponerlo en masculino plural en español.
– Aunque el cuarto menguante no recibía nombre especial, su antigua posición mensual correspondía con el día 24, aunque, como siempre, luego se prefirió un impar, 23 ó 25, y estas fechas fueron los jalones del inicio de las estaciones astronómicas en los meses correspondientes.
● Otra gran función de los pontífices era determinar los días de las fiestas, los calendarios romanos pre-julianos más antiguos eran esencialmente listas de festivales. Esta multiplicación de ritos para favorecer el destino se recordaba todavía en el refrán español: «Idus y calendas se van en ofrendas», a lo que algunos añadían: «Ni en calendas, ni en nonas, cumplen bien las personas».
Calendario de Rómulo
● El calendario lunar sufrió distintas adaptaciones para hacerlo lunisolar. Algunos autores apuntan que quizá Marzo fuera el primer mes después del equinoccio de primavera, y el último mes, diciembre, tras Hiberdia, a comienzo del invierno, quedando dos meses invernales sin nombrar para observar la necesidad de la intercalación de un mes lunar cada 2 ó 3 años. Aunque luego, diciembre se retrasaría casi un mes, a finales del otoño, en su posición actual.
– El llamado calendario de Rómulo se iniciaba el 01 marzo y sólo se contaban 304 días (38 nundinas: 38 x 8) repartidos entre los diez meses siguientes (con sus días): Martius (31), Aprilis (30), Maius (31), Junius (30), Quintilis (31), Sextilis (30), September (30), October (31), November (30), December (30). Por tanto son 4 meses «plenos» de 31 días y 6 «incompletos» o cavi, de 30 días.
– En la nomenclatura se observa que hay dos tradiciones distintas: la primera nombra a los meses según su advocación divina, como Marte o Juno; la segunda sigue simplemente una numeración ordinal. En las familias romanas se daba nombre propio a los primeros cuatro hijos, los siguientes eran nombrados Quintus, Sextus, etc.
● Los dioses de los meses eran:
– Martius: Marte, dios de la guerra.
– Aprilis: Venus, aunque el nombre remite a la diosa etrusca Apru, próxima a la griega Afrodita. Popularmente se decía que llegaba la primavera, cuando se abren (aperire) las flores.
– Maius: Maya, madre de Mercurio, encargada de la fertilidad agrícola; según otros se refiere a los Maiores, en veneración de los antepasados.
– Junius: diosa Juno, diosa del matrimonio, y en especial de las mujeres embarazadas.
● Luego se añadieron dos meses más para completar el año:
– Ianuarius: Jano, dios de las puertas y los inicios.
– Februarius: Februus, sobrenombre de Plutón, dios de las ceremonias de purificación para expiar las faltas cometidas a lo largo del año y comenzar el nuevo año con buenos augurios.
Calendario de Numa
● Una reforma tuvo lugar en el siglo VI a.C., bien durante el periodo de dominio etrusco en Roma, o a comienzos de la República, aunque fue atribuida a Numa Pompilio, el rey sagrado de origen sabino, a quien la leyenda relacionó con Pitágoras. Ahora el nuevo calendario era vagamente solar, pues quería aproximarse a la duración de las estaciones mediante el reajuste de los meses y un sistema de intercalación.
– Se regularizaron y nombraron los dos meses invernales que faltaban: Januarius y Februarius. Con esta reforma el año constaba de 355 días, un día más que un año lunar, para que fuera impar, distribuidos de la siguiente manera: cuatro meses plenos de 31 días (marzo, mayo, julio, octubre) y los otro ocho cortos, de los cuales siete se redujeron a 29 días, por la querencia romana hacia los impares, y uno quedó aún más corto, 28 días (febrero), y con fama de funesto por ser par, o por estar dedicado a la primitiva purificación de fin de año.
– Los pontífices dispusieron que cada dos años se agregara tras las fiestas Terminales, después del 23 febrero, un mes suplementario, llamado mercedonio o intercalar, de 27 ó 28 días alternativamente (en realidad sólo de 22 y 23 días, pues los 5 días restantes de febrero se incluían en él). La intercalación del mes mercedonio fue muy irregular y su mala aplicación causó muchos problemas.
– Con la reforma de Numa el mes deja de ser lunar y es puramente convencional, división duodecimal de un calendario vagamente solar: ahora las calendas eran el primer día del mes oficial; las nonas se celebraban el día 7 de los meses largos o el 5 en los meses cortos; y los idus el 15 o el 13, respectivamente. Vemos de nuevo la manía de los romanos por imponer los días significativos en números impares. Los días siguientes a calendas, nonas e idus también eran nefastos o religiosos. Sin embargo, como la numeración de los días de los meses oficiales remite al antiguo calendario de meses lunares, es importante fijarse en la situación ordinal en el mes de una fiesta antigua, para observar su primitiva relación con la lunación. «Ad calendas grecas» es una forma de decir en latín facilón que una promesa hecha con ese añadido no se piensa cumplir o se sabe falsa. El quid de la cuestión radica en que los griegos no tenían calendas.
– La numeración de los días del mes era bastante farragosa, pues se contaban los días que faltaban para la siguiente calenda, nona o idus, por ejemplo: nuestro 09 mayo era el VII idus mayo, o sea que seis días después era el idus de mayo; el IX Kalendas octubre, ocho días antes de las calendas de octubre, era nuestro 23 septiembre. Las vísperas de los tres días claves, calendas, nonas o idus, se llamaban pridie (de prae die, pre-día o «día anterior»); y el día siguiente era postridie.
● El calendario de Numa seguía regido por los pontífices, sacerdotes encargados de publicar el calendario, pero dado el carácter secreto que primitivamente estaba asociado al manejo del tiempo sagrado, no siempre actuaban con claridad a la hora de informar sobre las cualidades legales de cada día. Además tenían el poder de intercalar, según su criterio, los días necesarios para corregir los errores que se acumularan, pero usaban este privilegio para acortar o alargar el tiempo según sus intereses particulares, o para favorecer a sus afines en los cargos públicos, recaudación de impuestos, etc.
– Con la evolución de los tiempos y el desarrollo urbano, durante la República los plebeyos reivindicaron la capacidad de poder consultar el calendario. No fue hasta el 304 a.C. en que Cneo Flavio, secretario de Apio Claudio, enfrentándose a los patricios, publicó por primera vez el calendario en Roma. Puso en orden las cualidades de cada día y les atribuyó un carácter definitivo, pues con anterioridad los pontífices podían variar ese carácter de un año para otro. Las características de cada día se marcaban con una letra inicial a la derecha del número del día.
– Cneo Flavio también propuso una norma para regularizar el calendario: un ciclo de cuatro años de 355, 378, 355 y 377 días, dando una media de 366,25 días, un día más largo que el año trópico, de forma que cada 120 años, se produciría un desfase de un mes entre el calendario y el ciclo de las estaciones. Pero nunca se aplicó.
Fastos y Fiestas (Fasti et Festi)
● Un aspecto importante del calendario romano era que cada día tenía unas características propias, que repercutían en las actividades políticas, judiciales, religiosas o económicas, que se podían, o no, desempeñar en ese día. En esto no difería de muchas otras culturas que consideran que cada día tiene sus peculiaridades propias que lo hacen adecuado o desfavorable para realizar o abstenerse de ciertas funciones, ya sean públicas o privadas. Los días se clasifican según dos categorias principales: fastos o su contrarios nefastos; y, festivos o no festivos, entre otras variedades.
● «Fas» es la actividad profana que está permitida por la ley divina. El día «fasto» (F) era el ordinario o laboral durante el cual está permitido todo tipo de labores humanas, mientras que el «no fasto» o «nefasto» (N) era aquel dedicado al servicio religioso y sometido a ciertas prohibiciones. Curiosamente en nuestro idioma el sentido de ambos términos se ha cruzado, fastuoso, pasa a ser ostentación o lujo, y nefasto o infausto se convierte en funesto o desfavorable.
Había 235 días fastos y 109 nefastos. Los días comiciales (C) eran días fastos en cuales además se podían celebrar los comicios o asambleas políticas. Había otros días mixtos, los endotercisi (EN), en parte fastos y en parte nefastos.
● Las Fiestas (dies festi) o Ferias (feriae) eran días reservados a los dioses con cantos y bailes, con abstención de actividades profanas, por eso todos los días festivos eran nefastos, se celebraran o no ceremonias religiosas. En todas las fiestas eran ceremonias comunes los sacrificios de víctimas animales y el banquete sagrado. En algunas fiestas se añadían procesiones (pompae) o carreras. Los Juegos (ludi) eran días festivos dedicados a entretenimientos, que tuvieron mucha aceptación y ganaron en popularidad, desbancando a las viejas fiestas de Numa. Las Ferias podían ser públicas o privadas, las públicas podían ser fijas o stativae (61 en un año, de las cuales 45 eran las principales), móviles (conceptivae o conceptivas) e imperativas (decididas por los magistrados). La mayoría se expresan en nominativo plural. Los días no festivos eran profesti.
● Los días siguientes o dies postriduani, a los tres señalados del mes (calendas, nonas e idus) eran «días negros» o dies atri, funestos pero no siempre nefastos, en los cuales estaba prohibido hacer sacrificios, iniciar viajes o celebrar bodas, a no ser que fuera absolutamente necesario. El carácter funesto de estos días proviene de la superstición numérica, el ya conocido horror romano por los pares, aunque se trató de justificar aludiendo al recuerdo de desastres históricos ocurridos en esos días. También eran negros los días de las fiestas de los muertos (Parentales, Lémures), los tres días en que se «abre el mundo» (<24 agosto, mundus patet), y algunos días en que permanecían abiertas las puertas de ciertos templos.
– Algunos días nefastos tenían una posición fija en los meses: el cuarto día (tercero nuestro) antes de las Calendas (26 febrero, 28 ó 29 del mes anterior), antes de las Nonas (2 ó 4) y antes de los Idus (10 ó 12). En los meses con las Nonas en 5, el día 2 coincidía que era negro y nefasto.
● El día de Año Nuevo que comenzaba en 01 marzo, se retrasó a 01 enero, aunque tuvo poca aceptación popular, pues a nivel religioso se mantuvo el viejo esquema de inicio primaveral del año. Esta fecha correspondía a la toma de posesión de los nuevos cónsules, elegida desde el 153 a.C., debido a que ese año hubo que adelantar con urgencia el nombramiento consular para permitir su rápida partida a Hispania con motivo de la enésima rebelión de los celtíberos al mando de Viriato. Los nombres de los meses con números ordinales se mantuvo, aunque ya no se correspondían con su posición, por ejemplo, octubre, el «octavo mes», pasó a ser el décimo.
Nundina
– La «semana» mercantil romana era de ocho días, señalados en los almanaques con las letras A a H, siendo A, la «nundina«, de novem dies, el día de mercado, cuando los campesinos acudían a la ciudad para vender sus productos. Este periodo es de origen etrusco.
– Nundina o Neuna Fata era también la Diosa del noveno día (octavo para nosotros), que presidía la ceremonia del «día lustral», cuando al bebé varón se le imponía el nombre y la bula. Si era niña el día lustral se adelantaba en un día, el octavo (séptimo) tras el nacimiento.
Lustro
– El lustro o lustrum, periodo de cinco años, como indica su nombre era una ceremonia de lustración o purificación, dedicada a Marte y realizada cada cinco años, en coincidencia de la confección del censo de la población. Recordemos que en los pueblos antiguos se creía que era de mal agüero contar las colectividades y querer saber las cantidades de las masas de gente. La profanación que suponía hacer un censo de la gente necesitaba actos de reparación y purificación. El lustro fue instaurado por el rey de origen etrusco Servio Tulio, aunque posteriormente no se mantuvo, hasta que mucho más tarde el emperador Vespasiano lo reorganizó de nuevo. Sin embargo Varrón explica que lustro deriva de luere, «pagar», pues al final del periodo de cinco años se pagaban los impuestos y diversas contribuciones. Servio Tulio estableció el censo que dividía a todos los ciudadanos en clases, a partir de las cuales se repartían las cargas militares y civiles según su capacidad económica.