SANTAS DE OJOS DE LECHUZA
Solsticio de invierno medieval
● Dice el refrán: «Santa Lucía, la más larga noche y el más corto día», o «Después de santa Lucía mengua la noche y crece el día», dichos ciertos en la época bajo-medieval, antes de la reforma gregoriana del calendario juliano, cuando el adelanto acumulado por el calendario juliano llevó Hiberdia hasta esta fecha. Por eso a partir del siglo XVII se añadió al refrán: «Ni creció ni menguó hasta que el Niño nació», o sea el día de Navidad, síncopa de Natividad.
– El día de Santa Lucía también fue comienzo del ciclo de las Doce Noches Santas, pues distaba doce días hasta la Navidad. En Hungría se prepara la «silla de Lucía» durante doce días, quien se sienta en ella adquiere la capacidad de distinguir a las personas que son brujas.
– José Lull ha estudiado varios casos de curiosas alineaciones solares que ocurren en la provincia de Alicante y han llegado a convertirse en atracción turística: en el Arco de Santa Lucía en Penáguila durante Hiberdia, donde existía la creencia popular de que las mujeres expuestas al sol en el momento que pasaba bajo el arco, favorecía su embarazo; y en la Peña de la Horadada de Valle de Galliera en fechas próximas al equinoccio (+/- 12 días, 08 marzo y 04 octubre).
● Debido al aumento de su retraso respecto al gregoriano, el calendario litúrgico ortodoxo actual celebra el solsticio el 12 diciembre, que en la tradición popular rusa es el día de San Espiridión el Tornasol, cuando se encendían hogueras nocturnas y de madrugada se lanzaban ruedas ardientes por las laderas de las colinas. Considerando esta fecha como solsticial, el oso se da la vuelta en su osera, indicando que está en mitad de su hibernación, entre los días de San Martín y San Blas. Por el mismo motivo los doce días que siguen a la fiesta de San Espiridión se emparejan con los doce meses del año y el témpero dominante de cada día será el que prevalecerá en el mes correspondiente del año siguiente.
– A San Espiridión de Tremitunte (270-348) (12 diciembre en Oriente, 14 diciembre en Occidente) en una persecución anti-cristiana le arrancaron un ojo y lo dejaron cojo, y luego fue obispo de Tremitunte (Chipre), aunque siguió ejerciendo su oficio de pastor. Fue famoso por tener un carácter muy ingenuo y bondadoso, y además por su facilidad para obrar milagros. Es patrón de la isla de Corfú, donde se veneran sus reliquias. Porque se le atribuye una estancia en el Monte Carmelo, y por su afinidad con el profeta Elías para provocar la lluvia, se le considera un precursor de los carmelitas.
Santa Lucía
● La legendaria patrona de la vista, Santa Lucía de Siracusa, según la leyenda griega era una joven de Siracusa prometida a su novio. Peregrinó al sepulcro de Santa Águeda en Catania, para implorar la curación de su madre enferma de metrorragia, mediante la incubación onírica. La «Santa de los Pechos» se le apareció en sueños, curó a su madre y le predijo el martirio. Vuelta a su ciudad, Lucía renunció a casarse y distribuyó sus bienes entre los pobres. Denunciada como cristiana por su frustrado novio, fue martirizada y entre las pruebas a que fue sometida destacaron: su paso por un burdel, el dominio del fuego y su capacidad de pesadez inmovilizante.
– Su icono habitual, que la presenta portando una bandeja con dos ojos, surgió de una leyenda latina más tardía. Lucía se los arrancó, para rechazar a su pretendiente prendado de su mirada, y luego les fueron devueltos milagrosamente a las órbitas. La relación con la visión le viene ya de su nombre, cuya raíz es la de «luz», recordemos que Lucina era una advocación de Juno y otras diosas romanas. En un contexto femenino «dar a luz» es parir, pero en un ambiente más religioso «dar la luz» es fecundidad espiritual, pues toda toma de conciencia y percatación intelectual ilumina la mente. Pero si la relación con Juno Lucina fuera cierta, también se referiría a la luz lunar de la noche inspiradora. En todo caso se recalca la fascinación o misterio de la mirada penetrante. No confundir a Santa Lucía con Santa Lucina (30 junio) y Santa Lucila (31 octubre), que era ciega y obtuvo la visión tras el bautismo.
● El gran difusor del culto a las dos santas sicilianas fue el papa San Gregorio Magno. Un dulce típico de su fiesta, las obleas de Santa Lucía, representan al sol de Hiberdia. Santa Lucía es abogada contra los males de la vista, o para proteger los ojos de quienes necesitan buena visión, como modistas y sastres: «Santa Lucía tres agujas tenía, / con una labraba, / con otra cosía / y con otra quitaba / el orzuelo a quien lo tenía».
– Su culto irradió desde Sicilia, donde es muy celebrada en su ciudad natal de Siracusa. En el resto de Italia destaca Venecia, donde reposan sus reliquias después de traerlas desde Constantinopla, y en Verona, donde se recuerda su intercesión milagrosa para curar una epidemia que causaba pérdida de visión en los niños.
– En los países nórdicos las niñas se visten de «Lucía, Doncella prudente», que simboliza la llegada de la nueva luz, con un vestido largo blanco y una corona con siete velitas, y los niños con un sombrero puntiagudo decorado con estrellas. Las familias hornean «gatos de Lucía», pasteles con forma de ojos, y se reparten regalos para los niños. La fiesta primitiva estaba dedicada a Lussi, una especie de bruja del folklore sueco, que cabalgaba por el aire, en especial durante la Noche de Yule, un recuerdo del retorno de los muertos en el cambio de año, cuando el solsticio hibernal marca el fin del Año Viejo y anuncia el Año Nuevo.
– En Cataluña existió la tradición de que una joven se vistiese de santa. Iba escoltada por dos compañeras, llamadas «cardenalas», y el resto de amigas, con sus mejores galas, se juntaban para oír misa, luego cantaban los «Gozos de Santa Lucía», y después, con sus cestas al brazo, iban de casa en casa cantando y recogiendo comida para celebrar una merienda al acabar la jornada.
● En el ámbito popular se llamaban «Ojitos de Santa Lucía» a las estrellas Shaula y Lesath (λ – υ Sco), el aguijón del Escorpión. En los calendarios árabes aparecía la primera como el naw de primeros de diciembre: al-Sawla, en traducción latina Aculeus («Aguja»). En otros sitios los «ojitos» son las dos estrellas muy juntas θ1 y θ2 de Tauro, cerca de Aldebarán, que culminan (tránsito por el meridiano a medianoche) por estas fechas.
– Los «Ojos de santa Lucía» son también unos colgantes formados por los opérculos o placa de cierre de la abertura de una caracola (Astraea o Bolma rugosa), muy apreciados como abalorio, antes usados como amuleto contra el mal de ojo y ahora por decoración. En Almería se conocían como «piedra de la jaqueca» y en India, «Ojo de Shiva».
● Embutida en la Cuaresma, durante la semana que sigue al día de Santa Lucía, la tercera semana del mes, la última antes de Hiberdia, se ayunaba la Cuarta Témpora, como preparación para el invierno y que no creciera el humor flemático (frío y húmedo), que nos paraliza con el embotamiento y la desgana.
Diosa de Ojos de Lechuza
● Las dos santas de hoy, Lucía y Odilia, son una continuación en la tradición cristiana popular del simbolismo de la vieja Diosa de Ojos de Lechuza. Esta ave, o en general cualquiera de sus semejantes rapaces nocturnas o estrígidas, fueron muy representada en «ídolos oculados» y plaquetas de las culturas megalíticas del V al III milenio a. C. y en el Arte Esquemático Ibérico se extendió hasta fines del II milenio a. C. En la cultura de Los Millares (Almería) aparece con grandes ojos radiantes y fascinadores, casi siempre en un contexto funerario.
– La fama de los ojos de lechuza es una ilusión, debida a que sus ojos están rodeados por dos óvalos blancos, el «disco facial», que sugieren una vista aguda, y aunque su vista es buena en la oscuridad, pues perciben muy bien la profundidad y los cambios de luz, pero no los colores, se guían más bien por su finísimo oído con escucha direccional, debida a la asimetría de las orejas.
● En algunos idiomas las palabras para sol y ojo están emparentadas. La diosa britana Sulis, romanizada Minerva, patrona de los baños termales de Aquae Sulis (Bath), tenía como epíteto Suleviae, «la Sol gemela», en su honor se mantenía una llama perpetuamente encendida. «Tienes unos ojos como soles» sigue siendo un piropo a las mujeres de ojos grandes y de mirada limpia. En Lugo se venera a la Virgen de los Ojos Grandes, una Virgen lactante, citada en la cantiga 77 de «Loores y milagros de Nuestra Señora» de Alfonso X el Sabio.
– La diosa Atenea procede de un ave rapaz nocturna (parece que era específicamente el mochuelo) que vigilaba y guardaba los secretos de la sabiduría de las sombras. Su epíteto más citado es glaucopis, de «ojos brillantes, resplandecientes», más tarde de «ojos azules». El Gran Ojo es símbolo de perspicacia, visión mística e intuición del misterio; los Ojos de la Noche son capaces de ver en la oscuridad de la mente inconsciente. El impulso de despertar la visión interior, la «videncia», es una necesidad sentida en todas las culturas. En el mito, cuando la Diosa le ofrece al héroe uno de sus ojos, le concede la visión profunda o penetrante. Son muchas las prácticas diseñadas para abrir un tercer ojo espiritual, entre la más antiguas se encuentran: incubación onírica, yacer sobre una roca en la cima de una montaña en una noche clara, internarse en sitios estrechos, pasar varios días dentro de una cueva, etc.
● De modo contradictorio una distorsión de la vista, como es la pérdida de un ojo o la ceguera completa, puede ser símbolo paradójico de ganancia de visión de lo oscuro. En muchos mitos los dioses o los héroes tuertos (Odín, Lug) sacrifican un ojo para obtener tan preciada mirada sobre lo oculto, o incluso quedan ciegos a este mundo para contemplar la otra realidad. Esta «larga vista» mágica puede llegar a los confines del cielo y del infierno, o puede mostrar un inmenso poder de fascinación de la mirada que hechiza a comunidades enteras. El poseedor del ojo único puede usar su mirada para aniquilar a sus enemigos.
● Los ojos de bruja son famosos por causar el «mal de ojo» y provocar fascinación, y lo mismo ocurre con las estriges: mujeres malditas, brujas en italiano (streghe), «demonias» o vampiras en los países eslavos. Ya aparecen en el mundo clásico greco-romano, a causa del temor hacia todo lo que proviene del inframundo oscuro. Cuando predominan los ilustrados del mundo consciente, se abandonan las ahora viejas técnicas de trance para penetrar en la mente profunda, y las mujeres que aun se atreven a bajar a explorar estos submundos son consideradas maléficas, pues la realidad ha quedado escindida en dos aspectos irreconciliables.
– Otro tema de los Ojos Divinos se relaciona con la humedad a través de las lágrimas, el Llanto de la Diosa produce las lluvias otoñales.
Ojos de las peñas
– Almagro-Gorbea ha destacado el valor de algunas pareidolias en cuevas y peñas sacras de Extremadura con dos huecos contiguos que se asemejan a ojos, ya sean interpretados de humanos o animales, al igual que ocurre con algunas cuevas-santuario ibéricas de Sierra Morena y del Sureste, y también se han señalado en los Balcanes, Italia y otros puntos del Mediterráneo.
– Estas pareidolias contribuyen a conocer la evolución del simbolismo del paisaje y la religión popular prerromana, ya que se asocian a la Diosa Madre, de ancestrales raíces neolíticas, figuradas en los ídolos oculados de la Edad del Cobre y las estelas femeninas de la Edad del Bronce, cuyos iconos de dos ojos parece estar ligados con las aves rapaces nocturnas, en especial con la lechuza. Como los símbolos son ambivalentes también a la Diosa de los Ojos ha sido relacionada con los dos astros mayores (Sol y Luna) o con los dos aspectos del planeta Venus (Lucero del Alba y Lucero Vespertino), pues se han encontrado en estas cuevas y peñas orientaciones a los venusticios (puntos extremos de los ortos y ocasos de Venus sobre el horizonte) y la figuración del planeta como roseta de 8 pétalos, alusiva al ciclo de Venus de 8 años. A partir de las invasiones de los arios el prestigio de la Diosa de la Noche, una de sus muchas advocaciones, fue siendo paulatinamente eclipsado con el incremento del poder religioso de los dioses solares y guerreros.
– La Diosa de los Ojos se asocia con las diosas: Inanna sumeria, Ishtar acadia, Astarté fenicia, Ataecina de los celtas del Suroeste ibérico y Proserpina en época romana. Con el cristianismo perduró en ritos y leyendas populares que han llegado hasta la actualidad, algunas con el nombre de Ojos de la Virgen, y otras como Hilandera, Vieja, …, por lo que constituye una tradición ancestral.
Símbolos de la lechuza
– Además de sus grandes ojos, las estrígidas o aves predadoras nocturnas (búho, lechuza, mochuelo, autillo, cárabo, etc.) parece que fueron valoradas en sus aspectos positivos en la prehistoria y luego se fueron demonizando. Esta ambivalencia interpretativa queda ilustrada en el refrán: «Lo que para uno es su lechuza, es para otro su ruiseñor».
– Búhos, mochuelos y lechuzas, han sido consideradas aves agoreras de malos presagios (calamidades, desolación, desastres), quizá por su sonido ululante que recuerda el lamento o el gemido. El chicheo de la lechuza en vuelo ha sido señal de tristeza y premonición lúgubre, de enfermedad y muerte. Las aves estrígidas por sus hábitos nocturnos están ligadas a la luna y al inframundo. Indirectamente se asocian a las aguas y la lluvia, «Si la lechuza por la tarde canta, prevén la manta». Se acentuaba que establecía sus nidos en cuevas, cementerios o ruinas y que se alimenta de ratones. En la Biblia es animal impuro. De mensajeras del inframundo pasaron a ser ellas mismas diablesas infernales. Las brujas se transforman en lechuzas y entran en las casas para chupar sangre o devorar niños. Por eso para espantarlas, clavaban lechuzas en las puertas de las casas. Se decía que las brujas presentaban en sus transformaciones el pico de las rapaces, agudo y sanguinario, y unas garras capaces de halar el alma de un hombre y convertirlo en fantasma. Las brujas lechuzas se bebían el aceite de las lámparas de los altares y arrojaban sus egagrópilas y excrementos en las iglesias. La relación entre «estrige» y bruja se mantiene en gran parte de Europa. Es curioso que de entre todas las estrígidas la blanca lechuza fuera la más arraigada en la imaginación humana.
– Entre sus caracteres menos sombríos adquirieron fama, por sus costumbres y vuelo silencioso, de ser prudentes, astutas, sabias y melancólicas. También se las reconocía por su enemistad con las serpientes y las aves negras diurnas o córvidos. Incluso se usaron los huevos de lechuza para curar a los borrachos, porque provocaban aversión al vino. La lechuza aparece en los escudos de armas de tres ciudades del norte de Inglaterra: Leeds, Dewbury y Oldham.
OJOS DE LA NOCHE E HIBERNACIÓN
Santa Odilia
● La abadesa Santa Odilia u Otilia (720) es la patrona de Alsacia. Odilia nació ciega y fue ocultada en el monasterio de Balma, pues su padre Adalrico, gobernante franco de Alsacia, había ordenado su muerte. Al ser bautizada por San Everardo (St. Erhard, 686) (08 enero) desapareció la ceguera y comenzó a ver con claridad. Ya joven consiguió la reconciliación paterna, y accedió por herencia al monasterio del monte Hohemburg, que había fundado su padre, y lo organizó según las reglas del monacato mixto. Al pie de la misma montaña fundó el monasterio de Niedermünster, provisto de un pequeño hospital, y allí plantó tres tilos de forma mágica. Su cama consistía en una piel de oso y una piedra que le servía de almohada, persistencia de los antiguos lechos de incubación onírica. La santa mandó edificar una iglesia a San Juan, en el mismo lugar que le indicó el Bautista en un sueño. Se dice que al morir sin haber recibido los últimos sacramentos, resucitó gracias a las oraciones de sus monjas y tras hacerse llevar un cáliz se dio a sí misma la comunión, para expirar después definitivamente.
● Su icono la muestra sosteniendo un libro con dos ojos dibujados y un tercero en el cáliz o en la otra mano, a veces en los pies. Por su función como anunciadora de la luz, como atributo, la acompaña un gallo. El culto se desarrolló a partir del siglo X, así como la peregrinación a su sepulcro.
– El monte de Odilia era un centro religioso desde el Neolítico, evidenciado en el «muro pagano», que rodea la cima plana del monte y lo convierte en recinto sagrado ancestral. Algunas ejercicios practicados por Odilia y sus monjas, como yacer en una «piedra de visión», para obtener iluminaciones y contactar con la mente profunda, son de origen muy antiguo. Es lugar de peregrinaje, en especial de los afectados de trastornos oculares. El nombre es la forma femenina de Odón u Otón y del dios germánico Odín, cuya etimología muy controvertida, algunos la relacionan con «brillo».
– Santa Odilia se encargó de educar a su sobrina Santa Gundelina (750) (28 marzo) y le encomendó el gobierno de Niedermunster, donde también profesó su hermana Santa Rosvinda (16 septiembre). Otro sobrino fue el obispo San Remigio de Estrasburgo (783) (20 marzo), fundador del monasterio de Eschau (Alsacia).
– Del monasterio de Santa Odilia surgió el célebre manuscrito «Huerto de las delicias» con textos compilados por la abadesa Herrada de Landsberg (1196) e ilustrado con miniaturas, una especie de enciclopedia pedagógica para ilustrar a las monjas jóvenes.
● Otra santa encargada de la vista es Santa Fara de Borgoña (o Burgundófara de Faremoutiers, 595-655) (07 diciembre), otra abadesa benedictina aristócrata con dos hermanos santos: San Faro de Meaux (28 octubre) y San Cagnoaldo de Laon (06 septiembre), todos discípulos de San Columbano de Luxeuil. Se la representa con báculo y con varias espigas y como patrona de la vista está especializada en cuidar de los glaucomas.
Osos en la fundación de monasterios
– Varias abadías de la alta Edad Media evocan la presencia del oso en sus leyendas de fundación:
● San Gisleno (681) (09 octubre) instauró la abadía de Ursidonge («Madriguera del oso») que toma su nombre del oso que le señaló el lugar. El monasterio dio lugar a la ciudad de Saint-Ghislain, cerca de Mons, en el Hainaut (Bélgica). Gisleno vivió como ermitaño, hasta que decidió fundar el monasterio gracias al patrocinio del obispo San Alberto de Cambrai (650) (15 enero). Lo gobernó con prudencia y su virtud atrajo a numerosos discípulos. El abad ejerció gran influencia sobre Santa Waldetrudis y su familia de santos y ayudó a Santa Aldegunda (689) (30 enero) a fundar el convento de Maubeuge, con ésta le unió una especial amistad y a menudo se reunían para conversar sobre temas de espiritualidad. Es patrón de las embarazadas, pues prestó su cinturón para ayudar a parir a una mujer, y protector contra la epilepsia.
● La emperatriz Santa Ricarda de Andlau (840-896) (18 septiembre), perteneciente a la alta nobleza alsaciana, estaba emparentada con el linaje de Santa Odilia. La casaron con el emperador Carlos el Gordo y ambos fueron coronados en Roma (881). Más tarde fue acusada de adulterio, por su estrecha relación con el obispo Luitgardo, pero demostró su inocencia en una ordalía de pirobacia, pues tras caminar sobre un lecho de brasas salió indemne y victoriosa. Se retiró del mundo en el convento de Hohemburg y en una visión onírica, Santa Odilia la instó a fundar un monasterio en el lugar donde viera un prodigio. Y mandó construir la abadía de Andlau (Alsacia) en el lugar donde una osa con sus crías parecía trazar en el suelo con sus garras las lindes de un recinto. En otras versiones, Santa Ricarda encuentra una osa que gime de dolor y rasca el suelo tratando de enterrar a su osezno muerto. Compadecida, la santa reza por la vida del osezno y obtiene su resurrección.
Diosa Artio
– En la cripta de la iglesia de la abadía de Andlau existe una gran osa de piedra de época románica. Se sabe que durante el Medievo allí albergaban a una osa viva alimentada con panes. Bajo los cimientos, los arqueólogos han encontrado restos de un santuario celta, que posiblemente estuviera consagrado a Artio, Diosa Osa, de cuyo culto se han rescatado restos en la zona alpina, cuyo ejemplo más conocido es la estatua de bronce encontrada en Berna, ciudad cuyo nombre y escudo recuerdan su relación con la diosa Osa. En el norte, la Osa era Arduina, que dio su nombre a las Árdenas. La raíz es la misma del griego arktos.
– A fines de otoño, la retirada de osos a cuevas en lugares abruptos para iniciar la hibernación llamó mucho la atención a los hombres prehistóricos que asociaron este hábito con los rituales periódicos para conectar con los dioses o seres espirituales a través de sueños, trances o estados de profunda absorción mental que dieran lugar a algún tipo de intuición, revelación o inspiración que fuera útil para el clan o la tribu. Las osas suelen hibernar estando preñadas y salen a fines de invierno con sus oseznos, a los que mantienen durante dos años, y por tanto no procrean de nuevo hasta los tres o cuatro años, este aspecto de fecundidad materna se ha mantenido en los humanos en los ositos de peluche de los niños. Se decía que las osas lamían a sus retoños hasta darles forma. En su aspecto masculino era el animal más noble con dignidad regia y jefe de los guerreros por su fortaleza.
– La figura del oso/osa fue tomada como arquetipo del maestro/a de iniciación chamánica a los misterios del extramundo, ya sean los descensos al inferior o los vuelos al superior. El invierno climático con sus fríos y poca luz era la época de las pruebas introspectivas y solitarias, con sus reclusiones a ambos extremos de la mente: las oscuras profundidades del alma inconsciente y las exaltaciones de los luminosos éxtasis visionarios.
– En ambientes árticos de Europa, Siberia y entre los ainus del norte de Japón se conservaban fiestas de la muerte ceremonial del oso. Tras su crianza, rodeado de muestras de respeto y veneración era sacrificado para ejercer las funciones de mensajero ante el Supremo Espíritu del Bosque. La relación del oso, las montañas y el frío invernal ha hecho pensar que las leyendas del Maestro Oso o las populares de Juan el Oso tengan también relación con la constelación Osa Mayor. El viaje chamánico, una de cuyas etapas es el ascenso al Centro del Cielo, se realiza en algunas tradiciones de aborígenes norteamericanos en recuerdo del vuelo del primer chamán Oso al Polo. Los curanderos inuit o esquimales consideran que la capacidad de visión espiritual se adquiere por el poder de la Madre Osa.
San Judoco
– Hoy se también se celebra a San Judoco (St. Josse, 669), uno de cuyos milagros más sonados fue devolver los órganos de la visión a una niña, nacida sin ojos. Era un príncipe bretón, hermano de San Judicael. Después de realizar sus estudios juveniles partió en peregrinación por el norte de Francia, hasta que un duque lo mantuvo a su lado como secretario, y, tras ser ordenado sacerdote, como capellán. Más tarde se retiró a distintas ermitas del interior de Normandía. Tras ser mordido por una serpiente, que él interpretó como un ataque diabólico, se desplazó a una colina cerca del mar, donde después se establecería la abadía de St. Josse-sur-Mer, alcanzando gran fama de taumaturgo.
– Se le representa con una mano divina sobre su cabeza, en recuerdo de una aparecida mientras decía misa. Después de morir, durante muchos años, los discípulos encargados de su sepulcro, todos los sábados le afeitaban la cara, le arreglaban el pelo y le cortaban las uñas, que seguían creciendo al mismo ritmo que si estuviera vivo. Alrededor de su sepulcro, a excepción de la cera, no se consigue hacer arder sustancia alguna.
– Su hermano San Judicael (590-658) (16 diciembre) tuvo una vida parecida, después de ser rey, también se hizo monje. Vivió en el monasterio bretón de San Juan de Gael, entregado a las más rigurosas prácticas ascéticas.