10 Noviembre: El Diluvio de Las Pléyades

ARCA DE NOÉ, DILUVIO UNIVERSAL Y ARADA OTOÑAL

San Noé

Construyendo el Arca de Noé

– Hoy (10 noviembre) es el día del patriarca San Noé, el constructor de su famosa Arca, con la cual consiguió que él y su familia fueran los únicos humanos que se salvaran de la terrible cuarentena del Diluvio Universal. Después, para resarcirse de tanta agua, inventó el vino. Sus tres hijos son los antepasados de todos los habitantes de la tierra: Sem, Cam y Jafet. El tema bíblico del Arca de Noé es uno de los más repetidos en la mitología universal: la destrucción de una humanidad imperfecta por la propia divinidad que la había creado.

Diluvio universal

● Mito muy extendido por todo el mundo, cuya primera versión conocida es mesopotámica, aparece en la tablilla 11 de la «Epopeya de Gilgamesh» (siglo XIII a.C.), donde narra como el dios Enlil, muy enfadado con los molestos y ruidosos humanos, decide exterminarlos mediante ahogamiento. El dios Ea avisa a Utnapishtim para que construya un barco que debe llenar de semillas y animales. Llegado el diluvio, toda la humanidad y la vida perecen, excepto los acogidos en el barco de Utnapishtim. Cuando empiezan a bajar las aguas un cuervo sale para dar cuenta de cuando es posible bajar a terreno seco. Tras el desembarco el capitán realiza una ofrenda a los dioses y éstos la aceptan.
– La leyenda de Utnapishtim o Uta-na-pistim en Babilonia y Asiria, es más antigua, pues en fragmentos de tablillas sumerias se relata el diluvio ocurrido en Ur y cuyo protagonista es llamado Ziusudra. Lo mismo ocurre con un poema en acadio, «La Balada del Super-Sabio» (Atram-Hasis, siglo XIX a.C.), que igualmente narra un diluvio universal. En estos mitos los dioses están hartos y cansados de trabajar y crean a los hombres a modo de robots para que realicen las labores en vez de ellos. Una vez fabricados al estilo de los alfareros, Enki instruye a la humanidad sobre los rituales de purificación para los días de luna nueva aparente (1º), cuarto creciente (7º) y plenilunio (15º) de cada mes. Todo marcha bien hasta que los dioses se cansan de los hombres que han proliferado tanto que se vuelven tan molestos como los mosquitos, sobre todo por el ruido que generan. Después de varios intentos de exterminio, por fin se declara el diluvio universal del que sólo se salva un habitante tras construir el barco salvador con su reserva de animales y plantas preparados para la futura regeneración de la tierra. En estos relatos caldeos la nave quedó asentada en el monte Nisir de los montes Zagros.
● Los judíos copiaron este mito y lo adaptaron a su religión, aparece en el Génesis bíblico (cap. 6-9). El barco se transforma en Arca, porque con ella no se podía navegar, tan sólo flotar al garete. El Diluvio empezó cuando Dios quitó el tapón del firmamento celeste que impide que las aguas superiores caigan a tierra y que se encuentra justo en el asterismo de Las Pléyades. También participaron las aguas inferiores que ascendieron a la superficie de la tierra y ayudaron a elevar aún más el océano.
– En el Talmud los rabinos judíos especularon que el Diluvio bíblico empezó en 17 Hesván y duró 40 días, anegando toda la tierra, así que tuvieron que esperar 110 días más, hasta que el Arca varó en el monte armenio de Ararat, el 17 Nisán, aunque Noé y su familia tuvieron que esperar otro mes para descender a tierra seca el 17 Iyar. En conjunto la estancia dentro del arca duró de mitad de otoño a mitad de primavera, fechas aproximadas que se corresponden en el calendario juliano con el periodo entre ocaso matutino y orto matutino de Las Pléyades entre 10 noviembre y 09 mayo. En el Calendario de Córdoba se fija el inicio del diluvio el 13 noviembre, ya que por estas fechas ocurría el ocaso matutino de Las Pléyades, en relación con el naw lluvioso por excelencia, creencia extendida por todo el mundo.
● El mito pasó a cristianos y musulmanes (con su propia versión en el Corán). Los relatos de una gran inundación están difundidos por todo el mundo, aparecen en: China, la Gran Inundación de Gun-Yu; India, el gran pez Matsya arrastró el barco de Manu; Grecia, el barco de Deucalión y Pirra se posó en el monte Parnaso; y también está muy extendido en América y Oceanía. En muchos de estos relatos incluso se indica la creación del arco iris como señal de garantía de Dios, comprometido en no provocar nuevos diluvios universales.
● Por esta época las lluvias otoñales a veces pueden venir tempestuosas y provocar inundaciones y aluviones. En el clima mediterráneo Noviembre es uno de los meses estadísticamente más lluviosos del año. Ya decía Hesíodo en «Trabajos y días» (~700 a.C.): «Al surgir Las Pléyades, descendientes de Atlas, empieza la siega, y la sementera cuando se ocultan», en la misma obra el autor también aconseja que en el ocaso matutino del asterismo no se continúe navegando.

La arada otoñal

– Dos fechas del año estelar observaba el labrador de cereales en época clásica greco-romana: orto matutino de Las Pléyades, hacia mediados de mayo (fijado luego en 10 mayo), comienzo de la cosecha; y seis meses después ocurría por estas fechas su ocaso matutino a primeros de noviembre (fijado luego en 11 noviembre), momento de arar y sembrar; precedido una semana antes por el orto vespertino, a fines de octubre; su presencia nocturna se extendía hasta su ocaso vespertino a mediados de abril.

Calendario estelar de Las Pléyades (Stellarium, Observabilidad).

Latitud – Año – Días equinocciales (Primavera, Otoño) – Ortos y Ocasos de Las Pléyades (matutinos, vespertinos)

Vernadia (Primavera)Automdia
(Otoño)
Orto matutinoOcaso matutinoOrto vespertinoOcaso vespertino
37º N201820 marzo23 septiembre06 junio25 noviembre17 noviembre09 mayo
«122 marzo25 septiembre14 mayo29 octubre21 octubre13 abril
«-30025 marzo27 septiembre12 mayo26 octubre19 octubre11 abril
«-70028 marzo30 septiembre10 mayo24 octubre16 octubre08 mayo
30º N-355019 abril20 octubre19 abril04 octubre29 septiembre21 marzo

– Entre orto y ocaso matutinos se obtiene una elemental bipartición del año agrícola, recordemos que para estrellas cercanas al ecuador, entre orto y ocaso matutinos suele haber medio año de diferencia. Como vemos en la tabla estelar de Las Pléyades hacia mediados del IV milenio a.C. en Alto Egipto y Baja Mesopotamia marcaban a grosso modo ambos equinoccios. Las Vergilias o Pléyades romanas, seguirán siendo la referencia estacional fundamental en los tratados agronómicos latinos (Varrón, Columela, Plinio), deudores de los almanaques helenísticos (parapegmata). La tradición popular de los campesinos europeos así lo recogió, un refrán lituano: «Las Pléyades en el crepúsculo, y el buey delante del arado». Virgilio especifica que el ocaso matutino de Las Pléyades coincide con el ocaso vespertino de Corona (aunque esto ocurre un mes después) y relaciona a Las Pléyades con las dos épocas en que las abejas se afanan en recolectar néctar. El refranero español también las señala: «Cuando salen Las Pléyades por la tarde el pastor busca su manto» y «Cuando salen Las Pléyades por la mañana el pastor busca su bota».
– La siembra otoñal de cereales va acompañada de dos aradas, una para preparar la tierra y otra para cubrir el grano, cuyo inicio coincidía con el ocaso matutino de Las Pléyades. En Roma se consideraba que por las fechas entre ocaso matutino y orto vespertino empezaba el invierno climático con la siembra de otoño, al igual que su orto matutino indicaba el comienzo del verano climático con la roturación del barbecho (en latín proscindere, «hendir la tierra») al comenzar la primavera. Entre medias, en la época de mayor frío hacia fines de enero, cuando el Sol se pone, Las Pléyades culminan en el medio-cielo. Con el ocaso vespertino empezaba su período más largo de desaparición de 32 días, los calendarios árabes de anwa especifican que son 39 días, aunque luego se redondeó en una cuarentena, los 40 días clásicos de invisibilidad de Las Pléyades, desde principios de abril, hasta el orto matutino de mediados de mayo; recordemos que todas las fechas estelares son aproximadas, pues varían según latitud geográfica, el relieve del horizonte local y las reformas de los calendarios. En verano solían darse varias aradas más, una segunda reja (iterare, «binar»), e incluso una tercera (tertiare, «terciar»), antes de la siembra otoñal.
– Las labores agrícolas se acompañaban de muchas creencias supersticiosas, como la prohibición de trabajar con hierro, y especialmente de arar, durante los quince días anteriores y posteriores a Hiberdia (la bruma latina o «brevísimos días»). Entre los ritos destaca el sacrificio y festín previo a la labor de primavera. Es posible que la controvertida frase de «arar y sembrar desnudo», aparte de un aviso de no retrasar la siembra ni adelantar la cosecha, provenga de este fondo de prácticas mágicas. Entre los actos de culto se incluían: danzas y cantos específicos de siembra, enterramiento de carne de víctima sacrificial, cópula sexual sobre la gleba, comidas rituales, etc., todo ello con objeto de que arraigaran las semillas y no se pudrieran en la tierra. Recordemos que culto religioso y cultura profana proceden del cultivo agrícola, del latín cultus, del verbo colere, cuya raíz indo-europea es kwel, «revolver, dar vueltas», lo que nos recuerda a la arada.
– Llegada la mitad de otoño, la sementera de los cereales de secano estaba ya acabada o pronta a finalizar. Si escasean las lluvias se provoca un mal arraigo de los cereales, y, en general, se resienten el resto de cultivos, bosques y ríos. En el Medievo la esperanza de las lluvias de noviembre se imploraba en rogativas y romerías, llamadas en algunos lugares: la fiesta del Cristo de la Buena Siembra. Si las lluvias se retrasaban la angustia provocaba innumerables ritos supersticiosos para hacer caer el agua y poder sembrar, por ejemplo, con magia imitativa haciendo salpicar o asperjar agua, quemando plantas acuáticas (juncos, mimbres) para que el humo atrajera las nubes, produciendo ruidos semejantes a los de las tormentas, o la antiquísima costumbre de exponer las «piedras de hacer llover».
– En el calendario agrario bereber Iweggiben es el período cuando corresponde arar. La fecha fundamental para este fin es el 17 (k)tuber (octubre), que se corresponde con 01 noviembre gregoriano, día en que se puede comenzar a arar los campos. Iweggiben se llama en árabe hertadem, la «arada de Adán», porque en esa fecha Adán comenzó sus trabajos agrícolas tras ser expulsado del Paraíso.

LAS PLÉYADES

Supuesta figura de Las Pléyades en el Paleolítico

Las Pléyades son las estrellas de más amplio arraigo y observación en todas las culturas del mundo. Se tomaron como base de los calendarios estelares y siempre ligadas a la lluvia. En el cúmulo, a simple vista, se distinguen seis estrellas, y sólo en óptimas condiciones y vistas muy agudas se observa alguna más. Es curiosa esta disociación entre las seis estrellas visibles y la tendencia a llamarlas con nombre septenario, por ejemplo, las Siete Hermanas. Como casi todas las tradiciones consideran «siete» estrellas, se ha especulado que una de Las Pléyades «desapareció» en los primeros tiempos históricos, quizá por un cambio de brillo. Si fuera cierto que Las Pléyades están representadas en las pinturas paleolíticas junto a los cuernos de un toro (o mejor, un uro) en la cueva de Lascaux, sólo se figuran seis puntos ¿estelares? (figura: círculo rojo). En época clásica muchos autores (Eratóstenes, Arato, Ovidio, …) insistían en que se habla de Siete Pléyades, pero sólo se ven seis. Todo ello lleva a pensar que el concepto septenario del asterismo es una superposición simbólica y no el resultado de la extinción de alguna de sus estrellas. Míticamente, tanto en Grecia como en India, la pérdida de la 7ª pléyade se explicó por un asunto de amoríos eróticos, pues ésta desaparece por preferir a un amante mortal, antes que admitir la solicitud de dioses lascivos, por lo general su vecino el cazador Orión.

● Aunque la estrella más refulgente del grupo es de 3ª magnitud de brillo (2’85: Alcíone, η Tau) y las otras de 4ª y 5ª magnitud, Las Pléyades han alcanzado su fama unánime debido a su luz difusa y llamativa. Dado el valor que en todas las culturas se dio a este asterismo, se especula sin pruebas que pudo marcar el equinoccio vernal en los «zodiacos lunares» más antiguos. Su mejor aproximación astronómica, el orto cósmico de Alcíone fue en 2335 a.C. para latitud 32º N, pero si consideramos el orto matutino aparente en el equinoccio vernal la fecha se retrasa a 3600 a.C. para la misma latitud.
– Una vez establecida la convención, probablemente en Mesopotamia, se fue extendiendo por todo el mundo, o bien se descubrió en distintas zonas culturales en diversas épocas. Sin embargo la relación calendárica hubo que irla atrasando debido a la precesión de equinoccios. Las asociaciones simbólicas permanecieron largo tiempo, hasta que los calendarios estelares fueron languideciendo, por obsoletos, ante el avance de los calendarios solares. En Europa y Asia occidental, donde la primavera no es la época más lluviosa del año, pero sí donde las lluvias son más determinantes en la maduración de los cultivos de cereales, el influjo de la observación de Las Pléyades persistió hasta mediados del I milenio a.C. Por otro lado, el ocaso matutino de Las Pléyades ocurría hacia el equinoccio de otoño, dando inicio a la estación de las lluvias otoñales necesarias para preparar la siembra. También estaban muy atentos a estas dos fechas los ganaderos para establecer los períodos de trashumancia según el ritmo de crecimiento de los pastos, y los marineros que se acomodaban a los períodos de navegación en el Mediterráneo. Ya lo decía Eratóstenes de Cirene: «Las Pléyades son muy apreciadas por los hombres porque marcan con sus señales el curso del año», y en general para los griegos eran «mensajeras de las mudables estaciones». Ya en la Odisea, Ulises cuando va al país de los Feacios, conoce la relación entre el orto vespertino de Las Pléyades (o el ocaso matutino que ocurre con pocos días de diferencia) y el ocaso vespertino del Boyero (Arturo) durante las fiestas Pianepsias, así llamadas por ocurrir en el mes pianepsión, a fins de octubre y comienzos de noviembre.

Tauro: Híades y Pléyades

● El nombre más antiguo que conocemos para designar a una estrella es la mención en un texto sumerio de gramática, datado en 2500 a.C., de Mul-Mul, literalmente «Estrella-estrella», o sea «Las Estrellas» por antonomasia, refiriéndose a Las Pléyades. Representaron al dios Enlil, señor del panteón sumero-acadio, más tarde desplazado por Marduk en Babilonia y por Asur en Asiria. El asterismo se figuró como siete puntos, los Siete Dioses benefactores, hijos de la diosa Ishtar.
– El nombre griego de Pléyades es muy discutido, parece derivar de plein, «navegar», por marcar las épocas de navegar por el Mediterráneo; o bien de pleos, «lleno»; o tal vez de Peleiades, «Palomas», referidas a las que alimentaban a Zeus con ambrosía; casi todas son pseudo-etimologías literarias de los eruditos helenistas, actualmente se las conoce con el aséptico nombre de cúmulo estelar M45 del catálogo Messier. Antes era considerado un asterismo independiente, aunque luego lo añadieron a la constelación Tauro. Las seis estrellas visibles del grupo son: Alcíone, Celeno, Maya, Electra, Taigete y Astérope; Mérope es la hermana oculta. En ambientes cultos se las llamaba Las Atlántidas, por ser hijas de Atlas, sostenedor del cielo, y de Pleione, «Reina de la Navegación». El mito griego es una simple alegoría del hecho de preceder a Orión en el movimiento aparente del cielo, pues parece que las estrellitas indefensas huyen delante del poderoso gigante cazador. Para los romanos Las Pléyades eran las Vergilias (Vergiliae) y popularmente las Siete Hermanas.

● Los campesinos medievales solían asimilarla a una Gallina clueca con sus polluelos, su nombre popular en casi toda Europa. Esta ave de corral celeste ha sido asimilada con la gallina de los huevos de oro o con pollitos de oro en los cuentos de hadas y tesoros, pero estas leyendas están casi siempre relacionadas con la Noche de San Juan y en algún caso con Nochebuena, fechas solsticiales. Además la gallina llegó tarde a Europa y, o sustituyó a otra ave (quizá la paloma), o acaso, la leyenda se incorporó con la difusión de una astronomía ya avanzada.
– Los árabes la vieron tanto como «Gallina y sus pollitos» y «Racimo de uvas», aunque también para ellos era al-Najm, la «Estrella» o asterismo, por excelencia, o Al-Thurayya, «Rabo de Carnero», pues se la incluía en Aries. El astrónomo Ibn Qutayba informa que los nómadas beduinos también dividían el año en dos partes según la aparición matutina de Las Pléyades: del ocaso en noviembre, cuando se esperaba que lloviera y reverdecieran los pastizales, hasta el orto de mayo, en que soplaban los vientos cálidos que secaban la vegetación.
– En Irlanda los pastores llamaban a Las Pléyades an Tréidín, «Pequeño rebaño», y les servía de reloj para calcular la hora de la noche. En España, además de «Gallina», se usó el término de Las Cabrillas (trasladado desde Auriga, pues éstas también indicaban lluvias) y El Siete (en lugar de «las» siete) o Setestrelo («Siete estrellas»). En Siberia era el «Nido de Ánade».

● En las cosmogonías hindúes, Las Pléyades o Seis Kryttikas eran las esposas de los Siete Sabios o Rishis (estrellas de la Osa Mayor) y a su vez nodrizas de Kartikeya, jefe del Ejército Celeste, pues Las Pléyades inician la primera mansión del zodíaco lunar, mientras el mes de Kartik coincidía aproximadamente con Noviembre. Es curioso que en la cultura pre-aria del Valle del Indo ya existía la dualidad entre 6 y 7, pues en Mohenjo-Daro se adoraban siete diosas, y en Harappa sólo seis. La relación de Las Pléyades con los sabios, posiblemente antiguos astrólogos adivinos, aparece también en China.
– Entre los nativos de América Norte representaban a distintos héroes, que en muchos casos eran niños. En América Central y del Sur sus ciclos se incorporaron a los elaborados calendarios de la zona, y sus ortos y ocasos marcaron la orientación de templos y edificios urbanos. Los incas consideraban a Las Pléyades como la matriz del cielo.
– Entre los aborígenes de Australia o para los maoríes de Nueva Zelanda eran las bailarinas que provocaban la lluvia. En las islas Tonga del Pacífico las dos estaciones del año estaban marcadas por Pléyades Arriba (orto vespertino) y Pléyades Abajo (ocaso vespertino, comienzo de su invisibilidad), allí el asterismo se llama Matarii, «Ojitos», y se contaban entre las estrellas favoritas para guiarse durante las navegaciones nocturnas. En la isla de Pascua se llamaban de modo semejante Matariki cuyo orto matutino marcaba el principio del año y su orto vespertino abría la temporada de pesca.