10 Julio: San Cristóbal y la Canícula medieval

SAN CRISTÓBAL «CABEZA DE PERRO» Y LA CANÍCULA MEDIEVAL

La leyenda de San Cristóbal Gigantón

San Cristóbal Gigantón

● Según la leyenda oriental, San Cristóbal era un feroz guerrero gigantesco procedente de una tribu de antropófagos, con aspecto muy remarcado por su cabeza de perro (Cinocéfalo), representado en iconos de la Iglesia oriental. Al ingresar en el ejército imperial romano su figura se «civilizó» y convertido en cristiano, se dedicó a evangelizar a sus compañeros y dar muestras de la fortaleza de sus virtudes, hasta que fue martirizado.


● La leyenda occidental floreció en Europa desde la Baja Edad Media. Un joven gigante cananeo llamado Ofero o Réprobo abandonó a su rey para buscar servir al señor más poderoso de la tierra. Primero fue vasallo de un emperador, pero éste que tenía jurado un pacto diabólico, temía que en cualquier momento apareciera Satán para llevarse su alma. Así que se puso bajo el mando del jefe de los demonios, hasta que advirtió que el príncipe del Infierno temblaba con la sola mención del nombre de Jesús. Inmediatamente abandonó a Satán y se embarcó para buscar a Cristo. Recorrió la Tierra entera, pero nadie era capaz de decirle dónde podía hallar a ese tal Jesús, hasta que por fin encontró a Cucufás, un ermitaño que lo inició en la vida cristiana mediante el servicio al prójimo. Se instaló en una cabaña junto a un río profundo y peligroso, dedicado a transportar a los viajeros sobre sus hombros hasta la otra orilla.

– Una noche un niño pequeño le pidió cruzar el río y cuando comenzó la marcha a través de la corriente, las aguas comenzaron a crecer y el chiquillo a pesar como el plomo. Tan difícil se le hizo el tránsito que temió ahogarse y con un esfuerzo sobrehumano consiguió alcanzar la otra orilla con ayuda de su báculo. Al bajarlo al suelo el niño le reveló que era Cristo, Señor del Universo, por eso había cargado con el peso del mundo entero y lo recompensó haciendo que su bastón se transformara en una palmera cargada de dátiles. Este episodio, metáfora del vado o cruce a la otra orilla en la vía espiritual, sirvió para que Réprobo o «Rechazado» cambiara su nombre por Cristóbal o Christóforos, «Portador de Cristo».

● Su culto se atestigua desde el siglo V en Bitinia, desde donde se extiende a la vecina Constantinopla, y por mar llega a Sicilia en el siglo VI, expandiéndose por todo Occidente a partir del siglo XI.
– Solía ser representado con una pintura enorme a la entrada de las iglesias, con el cayado-palmera en una mano y el Niño al hombro. La facultad de salvar de la muerte violenta o súbita se atribuyó a San Cristóbal, protegiendo de cualquier tipo de agravamiento de una enfermedad con el simple hecho de mirar su imagen, precisamente por eso sus iconos eran tan grandes. También figuraba en las puertas de las ciudades y los caminantes se encomendaban al santo para evitar la muerte durante los viajes. «Si de san Cristóbal vemos el retrato, la muerte no nos dará mal rato».

– Patrocina ante la corte celestial a pastores trashumantes, viajeros y transportistas, peregrinos, carteros, atletas, descargadores y, en general, a los oficios con trabajos duros y que requieren el uso de fuerza. A principios del siglo XX le encomendaron el patronazgo sobre los automovilistas, que son quienes más posibilidades tienen de sufrir una muerte súbita. Pero ahora quizá poco puede abogar, pues su culto ya fue limitado por el Concilio de Trento y finalmente la Iglesia lo suprimió del santoral en el siglo XX, aunque al creyente esto poco le importa. Ya los humanistas del Renacimiento criticaron a tan extraño santo gigante y que para colmo inició su carrera de santidad con cabeza de perro. En la leyenda de San Cristóbal se han encontrado elementos de diverso origen: rasgos de la hagiografía de San Mena; y un episodio del argonauta Jasón, en el cual atravesó un río muy crecido llevando a una anciana muy pesada, que resultó ser la diosa Hera.

San Cristóbal Cabeza de Perro y la Canícula medieval

San Cristóbal Cabeza de Perro

● Siguiendo la tradición de la época clásica greco-romana sobre las «fechas oficiales» del período de desaparición de la brillante estrella Sirio del Can Mayor, cuando deja de ser visible entre su ocaso vespertino y su orto matutino, se estableció la fiesta de San Cristóbal, celebrada por la Iglesia griega el 09 mayo, en su ocaso vespertino, y por la Iglesia latina el 25 julio en su orto matutino.
– En la tradición hispana la fiesta se trasladó a hoy (10 julio), para que no coincidiera con el patrón Santiago, aunque ya aparece en el Calendario de Córdoba como mártir de Antioquía en la fecha de hoy, cuando Sirio está en conjunción con Sol. El mismo calendario señala para mañana 11 julio el inicio de una cuarentena, que comprende 20 días de julio y otros 20 de agosto, período ya presente en el «Libro de las Cruzes», editado por Alfonso X el Sabio, «los días caniculares son los 20 días postreros de julio y los 20 primeros de agosto». El orto de Sirio lo marca el 17 julio, inicio de los días de vientos ponzoñosos que todo lo secan y provocan remolinos de polvo. En la versión del Liber Regius se dice, para el mismo 11 julio, que se duplica el calor durante 54 días, lo cual coincide con otra tradición europea medieval, donde la canícula empezaba hacia el 11 julio y se consideraba que duraba hasta el 05 septiembre (54 días), aunque otros la limitaban a la duración clásica de una cuarentena, con término sobre el 22 agosto.
● En Inglaterra, el patrón del tiempo atmosférico es el obispo San Suitino de Winchester (Saint Swithin, 800-862) (15 julio antes, actual 02 julio), consejero del rey Egberto de Wessex. De su vida se conoce poco, adquirió su fama de santidad por los milagros post-mortem. Se le debió adscribir alguna tradición meteoro-astrológica canicular, pues su día es agorero, por ser el comienzo de una cuarentena que se forjó en época alto-medieval: el tiempo que haga el 15 julio se mantendrá hasta el día de San Bartolomé (22 agosto), tanto si llueve como si se mantiene despejado. La leyenda explica que para mostrar su humildad pidió no ser enterrado en lugar sagrado, pero al morir sus amigos clérigos quisieron enterrarlo en la catedral, y al intentarlo se puso a llover de manera tan intensa y duradera que desistieron del traslado y lo inhumaron en terreno profano.
– Otros santos con tradición popular de pronósticos climáticos son: San Medardo de Noyon (08 junio), San Urbano de Langres y Santa Godelina (con relación a la vendimia); los Siete Durmientes de Éfeso en Alemania (22 octubre); la pareja de San Gervasio y San Protasio.
● En la mentalidad popular, ajena a consideraciones astrónomicas, lo que prevaleció fue la asociación meteorológica de la Canícula con el período de mayor calor del año, a mediados del Estío. La coincidencia del orto matutino de la Estrella del Perro con lo más tórrido del verano, se impregnó desde entonces en la imaginación popular de los países mediterráneos: calor y sequedad, clima al que se atribuía diversos efectos, como favorecer la presencia de fiebres, plagas y pestes. La rabia, al ser transmitida por los perros, quedó como emblema de los peligros caniculares, los «Días del Perro Ardiente». En la costumbre popular se habla de un día tórrido de verano, como un «día de perros». En la tradición cristiana muchos de los santos acompañados de perro tienen connotaciones caniculares, sobre todo si se celebra su fiesta en la plenitud del verano, por ejemplo, San Memio (St. Memmie, 05 agosto), legendario obispo taumaturgo de Châlons-sur-Marne, era invocado en Francia y Bélgica para curar la rabia.
– Ya en Roma se estimaba que hoy empezaban a soplar los vientos pródromos, procedentes del nordeste, así llamados por «correr delante» anunciando la Canícula, pues ésta ocurría medio mes después, o sea el 25 julio. En Roma, en ese día, los perros rojizos eran sacrificados a la diosa Furrina.
– El culto a San Cristóbal reemplazó a diversas fiestas caniculares paganas: En Egipto, en mayo (ocaso vespertino de Sirio), al culto de Anubis, dios con cabeza de chacal, embalsamador de los muertos, el antecedente más claro de los hombres cinocéfalos. En Sumeria existió la diosa Bau, onomatopeya del ladrido de perro, nosotros la hubieramos llamado Guau, a veces representada con cabeza de perro y que estaba muy relacionada con la sanación.
– En Oriente, las más antiguas representaciones de San Cristóbal lo presentan como Cinocéfalo, gigante con Cabeza de Perro, lo que demuestra sus caracteres caniculares. Hacia el 25 julio, en la antigua Grecia se procedía a la ceremonia de los Kynofontes o «masacre de perros». San Cristóbal compartió día con el santo guerrero San Mercurio, del que se cuenta en las versiones copta y etíope de su hagiografía que estuvo acompañado por dos cinocéfalos durante sus correrías militares, cristianizados por él y que previamente habían matado y comido a su abuelo. En estos casos del santoral prevalece la moraleja de la domesticación de lo salvaje, una simplificación popular del tema iniciático de las energías emocionales desbordadas que la persona ha de recoger y redirigir.
– También se especula que pudiera estar relacionado con los guerreros-perro, al modo de otras identificaciones con animales, como los hombres-lobo (licántropos) o los úlfhednar escandinavos, proceso que venía a ser el reverso de lo anterior: dejar salir las energías instintivas, en línea con los poderes adquiridos por los chamanes cuando durante los viajes en trance extático se trasformaban en animales, o conseguían que éstos fueran sus ayudantes guardianes y guías en el Otro Mundo.

El cazador Orión y sus dos perros

● Muchos autores consideran que el aspecto canicular de San Cristóbal, no se refiere tanto a Sirio el Perro, sino al gigante Orión el Cazador. Pero más que su aspecto venatorio, se destaca su papel de guardián de las puertas de la Senda Blanca del Cielo (Vía Láctea), ayudado por sus dos perros (Sirio y Proción, «Perro y Perrito»). En los dos extremos del celestial Río de Leche, cercanos al horizonte, se encontraban los accesos de comunicación entre cielo, tierra e infierno, paso imprescindible para las almas humanas que quieran ascender volando a tan sublimes estados o para los avatares divinos o angélicos que deseen bajar a intervenir en los embrollados asuntos del mundo humano, aunque también se pueden colar los demonios inframundanos o aéreos y las almas bucear en el abismo. En cuanto portero del Más Allá es un Guardián del Umbral, que permite o niega el acceso, según la preparación del aspirante. Esta es su tarea principal, pero en algunas culturas le añadieron el papel de sabueso, ayudando a los cazadores a obtener sus presas, de ahí que además de su función de transbordador entre los distintos estados de consciencia, tras facilitar el paso a la otra orilla, también ejerce de guía y escolta de almas (psicopompo) y las ayuda en la búsqueda para intentar atravesar el laberinto y llegar a su centro, donde se encuentra el eje sobre el cual gira todo el universo mental. San Cristóbal lo señala en el tronco de palmera que le sirve de apoyo para cruzar el río. Como el ecuador celeste corta a Orión en dos mitades a la altura del cinturón, sus ortos y ocasos ocurren próximos a los puntos equinocciales del horizonte.