PUNTOS CARDINALES
● Hoy sabemos que el movimiento aparente de los astros que observamos en el cielo a lo largo del ciclo diario se debe a la rotación de la Tierra sobre su eje. Pero es conveniente ponerse en la perspectiva de los antiguos observadores, pues según la apariencia habitual son los astros o el propio cielo quienes se mueven respecto a la Tierra. Desde un lugar dado de observación se necesitan unas referencias para designar estos movimientos aparentes de los astros, de modo que si nos desplazamos de sitio podamos usarlas para saber a dónde dirigirnos.
– La necesidad de orientarse ya se dio en la época de expansión de la Humanidad a través del mundo, en los nomadeos de los cazadores y recolectores, en los traslados de los ganaderos, y más tarde se desarrolló con más precisión, debido a que era imprescindible en los viajes a largas distancias de comerciantes y navegantes.
● Sobre el círculo del horizonte se localizan los cuatro puntos cardinales o principales, centrados en el lugar de observación, que establecerán una cruz, o sea dos ejes perpendiculares entre sí, o también se pueden unir en un cuadrado, de donde proviene la atribución de esta figura geométrica como signo de la tierra.
– Los puntos son «cardinales» por referencia al latín cardo, «quicio, gozne, fundamento», que era la base del Pilar del Cielo, que en su origen figuraba la unión del observador con el cénit o clave de bóveda del cielo local, aunque pronto, en el hemisferio norte, el pilar se inclinaría hacia el Polo celeste o centro aparente de las revoluciones astrales. Por tanto los puntos son cardinales en cuanto referidos al cardo o quicio del eje vertical central y son el fundamento principal de la orientación espacial terrestre. Aunque, según otra perspectiva, serían los propios quicios de las cuatro columnas de las esquinas del horizonte que sostienen la bóveda del cielo.
– El pilar que une tierra y cielo se vincula a los símbolos de eje y de pasaje, junto a otros equivalentes: árbol, poste, escalera, puente, arco iris. Como columna se liga a la idea de verticalidad. La raíz indoeuropea de vertical es wert, «girar, dar vueltas», que nos llega a través del latín verto. De aquí provienen «vértice», polo en torno al cual gira el cielo, cumbre; o «verter», de donde convertir y otras semejantes. La palabra «eje», axis en latín, tiene por raíz aks o ax, varilla sobre la que gira un cuerpo, como ocurre con la segunda vértebra cervical, llamada axis por dirigir la rotación de la cabeza, y de la que derivan palabras como ala y axila.
● Los nombres de los puntos cardinales son de origen germánico, entre los escandinavos eran: Nordri (N), Sudri (S), Austri (E) y Vestri (W); y se incorporaron en época reciente a los idiomas romances, al español llegan a través del inglés, por mediación del francés. Como vemos, Austri luego se trasladó al sur o austral. En las abreviaturas se usan: N, norte; S, sur; E, este; O (W), oeste.
Eje Norte-Sur
– El meridiano celeste, que pasa por el polo y el cénit, y se proyecta sobre la superficie local, nos da el eje norte-sur, que corta al horizonte físico en dos puntos: «norte, septentrión o bóreas» y «sur, meridión o austro». Para los habitantes del hemisferio norte, el punto cardinal norte alcanzó un significado especial, pues su dirección terrenal coincidía con la inclinación del pilar axial hacia el polo, considerado centro del cielo, pues todas las estrellas parecen girar alrededor de él. De hecho, en la antigua Roma, el «cardo» pasó a designar al eje norte-sur de las ciudades y campamentos, o sea el meridiano local.
– Norte procede de la raíz germánica north, donde tenía el sentido de «abajo» o «a la izquierda», pues para los pueblos que se orientan a levante, el norte queda a la izquierda y se supone que por la noche, aunque esté escondido, es el punto donde el sol está más bajo a medianoche. La palabra nos llega a través del inglés (north) y el francés (nord). El nombre de septentrión alude a los siete bueyes de la Osa Mayor; y bóreas, al viento norte.
– Sur proviene del germánico suth, que parece derivar de una expresión referida al «lado del sol» o sun-thaz, ya que como meridión (meridies = mediodía), es por donde culmina el sol a mediodía. Austral se refiere al viento procedente del sur.
– En el hemisferio boreal el norte era el ámbito de la oscuridad y del frío; y el sur evoca la luz y el calor.
Eje Este-Oeste
● Sobre el horizonte, el sitio por donde el sol sale o se eleva en los equinoccios es el «este, levante u oriente» y donde se pone o cae es el «oeste, poniente u occidente». Queda así determinado un eje este-oeste en la latitud local, perpendicular al eje norte-sur.
– El principal esquema de orientación, toma su nombre de la búsqueda de Oriente como importante punto de referencia. Oriente proviene de oriens, del verbo orior, «salir, levantarse», cuyo participio es ortus, de donde nuestro orto. Como lugar de nacimiento o cuna del sol señala el origen de todas las cosas, o más propiamente, su momento de aparición o manifestación en la existencia, de hecho «origen» es palabra emparentada con orior. En muchos pueblos del mundo se dirigen plegarias al salir y ponerse y el sol, los vascos rogaban: «Santo Sol, danos la luz de la vida y de la muerte».
– El nombre del punto cardinal este, relacionado con el de la diosa Eostre del germánico austro, «aurora», de la raíz proto-indoeuropea aues, «brillar». En latín la palabra Austro en su origen designaba el este, en cuanto punto cardinal de máximo brillo del sol, pero más tarde se trasladó al viento del sur. Del mismo origen deriva Eos, diosa griega del amanecer.
● Occidente, punto cardinal donde desaparece o se oculta el sol, por extensión se asocia con el fin de todas las cosas en esta existencia, de allí proceden los espíritus del País de los Muertos. En muchas culturas los cementerios se establecían al oeste de los poblados o asentamientos. Las palabras occidente y ocaso, del verbo occido, remiten en latín a «caída», con sentido muy próximo a «sucumbir, morir».
– El nombre oeste proviene en español de una larga cadena que se origina con westar en germánico, quizá emparentado con el latín vesper y griego hesperos, y continúa con el inglés west y el francés ouest.
● En la Antigüedad a cada dios se le dirigían las oraciones y los sacrificios según una dirección cardinal o astronómica determinada. Las iglesias cristianas antiguas se orientaban con el pórtico a poniente y el ábside, lugar del altar, a levante. El modo más habitual para orientarse consistía en marcar la dirección de la sombra del gnomon, para cuyo menester se solía usar el báculo del obispo, al amanecer del día de la fiesta patronal del templo u otra fecha significativa, por lo cual la dirección del eje longitudinal del templo podía no ser exactamente E-W, pero casi siempre quedaba dentro de ambas Puertas intersolsticiales. En algunas ciudades la vía principal que la atraviesa se extendía de este a oeste, entre los romanos era el decumanus, tomado de los etruscos.
– Ya desde antiguo los primeros cristianos rezaban mirando a oriente. Y como la liturgia solía ser matinal, todos los participantes en el momento de la consagración miraban en dirección al sol que sube, apuntando al Jardín del Edén, «Ex oriente lux», que luego se completaría con «Ex Occidente dux (o lex, o luxus)». La costumbre proviene de los romanos, pues en tiempos de Augusto, las puertas de los templos se situaban a poniente para mirar durante la oración y los sacrificios hacia el altar en el lado del saliente solar. A partir del Renacimiento se fue prescindiendo de la orientación simbólica de las iglesias.
– En el mundo rural era costumbre que las procesiones religiosas recorrieran el pueblo haciendo paradas en los cuatro puntos cardinales de la localidad para bendecir a personas, ganados y cosechas.
Punto cardinal de referencia para la orientación
● Actualmente preferimos el norte para orientarnos y así lo establecemos en los mapas, en esta opción seguimos a griegos y chinos, pero cada pueblo escogió su punto cardinal de referencia. En la elección del norte jugó un papel primordial el hecho de que durante las navegaciones del Renacimiento los marinos tomaban como guía la Estrella Polar. El mapa del mundo de Gerardo Mercator (1569), el primer geógrafo en usar la palabra atlas, sirvió de ejemplo para diseñar los mapas con el norte arriba.
● Mesopotámicos (sumerios, babilonios, etc.), persas y romanos preferían el sur. En los rituales del mazdeísmo, el Sumo Sacerdote estaba parado en el norte del recinto ceremonial, orientado hacia el sur, en donde se hallaba el altar del fuego. Según la mitología babilónica, norte y sur corresponden a los polos superior e inferior del universo; la palabra que significaba norte era isilthanu, «región sublime». Sin embargo, en sus ceremonias rituales, los babilonios se volvían hacia el sur porque el Dios creador y civilizador de los humanos, Mummu o Ea, dios de los abismos, surgió como Hombre-Pez de las Aguas cósmicas en el sur, y las regiones meridionales del País entre Ríos fueron las primeras en adquirir un carácter cósmico.
● Los egipcios creían que la región oriental era el rostro del mundo, e identificándose con él, ellos miraban a occidente, el norte les quedaba a la derecha y el sur a la izquierda.
● Los hindúes, y en parte los árabes y los judíos, miraban a oriente, quedando el sur a la derecha y el norte a la izquierda. Una de las palabras usadas en hebreo para designar al Este es qedem, procedente de la raíz q.d.m., de la cual derivan palabras asociadas con las ideas de: precedencia, anterioridad, primordial.
● Esta cuatripartición del horizonte es la base de la consideración de la Tierra como cuadrado, uniendo cada punto con los dos vecinos, se obtienen los cuatro bordes del mundo terrestre. El cuadrado era otras veces un cuadrilátero si se consideraba en relación con la salidas y puestas del sol en los solsticios. Cuando se empezaron a construir edificios los puntos cardinales se asimilaron a los cuatro postes o a las piedras angulares que daban estabilidad a la fábrica del mundo.
– Además del Pilar central o Eje del Universo también podía hablarse de las cuatro columnas, situados en los extremos de los puntos cardinales que sostenían la base de la bóveda celeste, determinando con respecto al Ombligo de la Tierra una cruz de brazos iguales. Si los pilares estaban en relación con el rectángulo solar se ubicaban en los cuatro puntos solsticiales, dos quicios en las jambas de la puerta oriental y otro par en la occidental, o sea, las dos Puertas del Sol, la oriental por donde entra y la occidental, por donde sale.
Orientaciones culturales
– Otro aspecto interesante es la valoración social y cultural de las zonas geográficas dependiendo de la situación del propio país. En el ámbito europeo, norte y sur, oriente y occidente, tienen variadas connotaciones que la globalización actual irá alterando. Los tópicos climáticos juegan un importante papel en la valoración cultural: gélido norte, ardiente sur (en el hemisferio boreal), con múltiples vínculos que se traspasan a los habitantes. En el hemisferio sur prefieren hablar de los solsticios y equinoccios por su mes, por ejemplo, solsticio de diciembre, y no de invierno, pues allí están en verano climático. Todavía usamos los conceptos de occidental y oriental, como oposición de distintas maneras de enfrentarse al mundo, por ejemplo, materialismo versus espiritualidad, aunque estas asociaciones están quedando obsoletas con la progresiva unificación cultural actual.