ANTIGUOS PERIODOS DE NAVEGACIÓN EN EL MEDITERRÁNEO
Navío de Isis
● El culto de Isis se puso de moda en la Roma imperial con el auge de las religiones mistéricas. En la fiesta del Navío de Isis (Navigium Isidis) (hoy, 05 marzo) una colorida y exótica procesión vespertina se dirigía hasta la orilla del mar donde rociaban con leche una barca que luego abandonaban al arbitrio de las olas del mar. Después todos los participantes rendían homenaje a la Diosa Isis. En Roma otros festivales isíacos, las Isia e Hilaria, ocurrían entre 26 octubre y 03 noviembre (<24 noviembre), dedicados a la resurrección de Osiris.
– En Grecia, ya en pleno invierno (9 Gamelion) se celebraban las fiestas Erosouria en Erquia, un pueblo del Ática, con un sacrificio en honor de Atenea. La fiesta parecía estar dedicada a favorecer los futuros vientos favorables necesarios a la navegación. Ouros, «viento favorable», da lugar a la advocación ourios, aplicada al nombre de un dios en cuanto protector de navegantes, lo convierte en dios del «Buen Viento». El culto a Zeus Ourios está constatado en Siracusa, y fue de gran importancia en Delos y Calcedonia, a la entrada del Bósforo, en un templo cuya fundación se atribuía a Jasón.
● La asociación de los barcos con la Diosa es muy antigua, ya aparecen barcos con símbolos femeninos en dólmenes de Bretaña e Irlanda. La asociación de vulvas junto a barcos con un pez o patas de ave en la proa es muy característica de la cultura cicládica del III milenio a. C. Estos temas parecen aludir a navegaciones míticas al Más Allá del océano o a emblemas de ciertas manifestaciones divinas, en particular serpientes, que funcionan como navíos portantes de signos regenerativos, quizá para acompañar a los difuntos en sus viajes acuáticos. En las culturas escandinavas de la Edad del Bronce un tema repetido es el barco con árbol o con discos solares.
– La relación de «la» mar con la Diosa no se ha perdido del todo. Las naves siempre se han asociado con lo femenino, en los mascarones de proa de los barcos antiguos casi siempre figuraban mujeres. Las procesiones de carros navales con un trono de «Reina» persistieron en las fiestas primaverales en muchos lugares de Europa y en ocasiones se incorporaron a los desfiles del Carnaval.
● En la mayoría de las ciudades marítimas griegas el periodo de navegación se llamaba Pleafesia (ploiafesia, botar los barcos), constatado desde época helenística hasta el siglo IV d. C. Apuleyo en el último capítulo de su «Asno de Oro» relata con detalle esta celebración en el puerto corintio de Cencreas. Al parecer ya en época minoica se celebraban fiestas vinculadas al comienzo de la temporada naviera durante el mes porowito o plowistos, que se correspondería con Muniquion (marzo-abril). En sellos minoicos se representa a una mujer o diosa junto a un barco y, en algunos, la nave transporta un altar y un árbol adorados por un personaje, posiblemente en referencia a una fiesta donde la imagen de la Diosa se transporta en una nave.
– Cuando Napoleón regresó de Egipto, añadió una estatua de Isis al barco del escudo de París en 1811, reviviendo la moda egiptomaníaca de la Roma imperial que adquirió nuevo auge en las logias de la masonería de rito egipcio o de Misraim, que tanto influyeron en la organización cultural de la invasión de Egipto por el nuevo emperador de los franceses. La estrella del escudo evidentemente alude a Sirio, cuya culminación a medianoche ocurre sobre el 11 febrero. Este escudo duró poco, pues fue sustituido por el tradicional en 1814.
● Otra fiesta romana en honor de Isis era Pelusia, celebrada el 20 marzo, enmarcada entre las fiestas Quincuatro (<20 marzo). Era de implantación tardía, en la época del emperador Marco Aurelio, y se basaba en el ritual egipcio que conmemora la inundación del Nilo, cuyos lodos gestan a Harpócrates que emerge del barro portando el cuerno de la abundancia. En el Egipto helenista la fiesta marcaba el comienzo de la temporada de navegación, con el patrocinio de Isis y Serapis. Los propios egipcios nunca fueron muy amigos de navegar por los mares.
Periodos de navegación en el Mediterráneo
● Las fechas de inauguración y cierre de la navegación podían ser puramente convencionales, muy variables según épocas y lugares. En Roma, el Navío de Isis vino a suplantar a otra fiesta local relacionada con las invocaciones previas para favorecer la apertura de la navegación, iniciada el 10 marzo, poco después del comienzo del antiguo año, y clausurada el 11 noviembre. En Grecia la Pleafesia se estimaba desde el 13 abril al 15 octubre como fechas tope más adecuadas, en otros puertos se impuso el periodo del 27 mayo (ocaso matutino Arturo) al 14 septiembre (orto matutino Arturo). Aunque también se consideraba el intervalo entre ambos ortos de Las Pléyades, matutino y vespertino, desde mayo a noviembre, que a grosso modo coincidía con las labores agrícolas del comienzo de la recolección y la siembra. Estas fechas eran las más antiguas, conforme se fueron perfeccionando las técnicas náuticas se alargó la temporada desde abril/mayo-octubre a marzo-noviembre. El Calendario de Córdoba alude a un lapso de siete semanas, con comienzo en 01 marzo, durante el cual no se navega en el mar.
– En todo el Mediterráneo los viajes de largo recorrido se realizaban entre los meses de marzo a octubre, era el theros griego o época buena para navegar. Los meses restantes eran el kheimôn, no aptos para salir al mar, los romanos lo llamaban mare clausum, «mar cerrado». Esta tradición se mantuvo hasta el siglo XI d. C., cuando los avances náuticos hicieron posible navegar durante todo el año.
– Para navegar, los marinos se acoplaban en lo posible a la circulación general de las corrientes marinas mediterráneas que ocurren en sentido contrario a las agujas del reloj. La corriente del Atlántico atraviesa el estrecho de Gibraltar y fluye de Oeste a Este por el norte de África, mientras que la corriente del mar Negro que irrumpe en el mar Egeo transcurre por el sur de Europa en sentido Este a Oeste. En pleno verano algunos vientos dificultaban la navegación, los más conocidos son los etesios del Mediterráneo oriental, entre 10 julio y 25 agosto, provenientes del Noroeste, y el bora en el Adriático. También se aprovechaban las corrientes marinas locales, en Creta se costeaba en el sentido de las agujas del reloj, por el norte de oeste a este y a la inversa en el sur.
– La navegación de altura, cubriendo largos recorridos en mar abierto, necesitaba de conocimientos astronómicos que los fenicios desarrollaron mediante el empleo de la estrella Polar, en su época la «estrella fenicia», como referencia de orientación.
– También la denominación de las coordenadas geográficas, longitud de los meridianos y latitud de los paralelos, deriva de los navegantes mediterráneos. Para ellos atravesar a lo largo o longo el mar era ir en dirección este-oeste, mientras que la anchura o lato era ir en sentido norte-sur. Así la largura o longitud pasó a designar la distancia entre meridianos y la anchura o latitud, las variaciones de los paralelos en correspondencia con la altura de la Polar.
– Durante el Medievo, el extremo occidental del mundo habitado se situaba en el meridiano situado sobre las islas Canarias, el adoptado por Ptolomeo. En algunos casos se sustituyeron por otros, en al-Andalus también se empleó el «meridiano de agua» a 17º 30′ al oeste de las Canarias, en pleno océano Atlántico.
● En el refranero español ha persistido la tradición sobre la buena y mala mar para navegar en relación a la inclinación del creciente lunar sobre el horizonte. «Luna en pie, marinero tendido; Luna tendida, marinero en pie» o «Luna llana, viento o agua». Del periodo apto para la navegación se decía que iba de «brevas a higos», que no es lo mismo que de «higos a brevas». En resumen, «Ni en agosto caminar, ni en diciembre navegar».