01 Marzo: Marzo y Marzas

● El témpero de marzo continua la tradición de inestabilidad climática de febrero, con fama de ser tan variable que ha dado lugar al verbo «marcear» como ejemplo de actitud voluble y cambiante: «Marzo engañador, un día malo, otro peor», «Marzo marceador, de noche llueve y de día hace sol», «Marzo marcero, tan pronto sol como aguacero», «Marzo, marcero: por la mañana cara de perro, por la tarde todo un caballero», «Marzo varía siete veces al día».

– Los peligros de esta versatilidad climática se expresan en «volver el rabo» o los coletazos de marzo: «Cuando marzo vuelve el rabo de revés, no deja en el campo pastor ni res», «Cuando marzo da un coletazo, te dobla el espinazo». Por el contrario puede venir calor, que si no intenso, sí puede trastocar el organismo: «Si tienes hijas que casar, del sol de marzo has de guardar», «Sol de marzo, mata como un rayo». La variabilidad de marzo puede trastocar el clima de los meses siguientes: «Si marzo no marcea, abril acantalea [llueve copiosamente], y mayo tormentea»; «Cuando marzo mayea, mayo marcea». Estas creencias supersticiosas incluso se acentuaban cuando la Semana Santa cae en marzo: «Pascua marzal: hambre, peste y mortandad», «Pascua marzal, miseria mortal». Además de los aspectos meteorológicos, el patronazgo de Marte, dios romano de la guerra, sobre este mes repercutió en las tradiciones populares cristianas para darle mala fama.

● Este mes tiene fama por sus vientos marcinos o marcelinos: «En marzo el vendaval es de los más normal», «En marzo, la veleta ni dos días quieta», «Marzo ventoso y abril lluvioso sacan a mayo florido y hermoso». Estos vientos de finales de invierno y comienzo de primavera recibían varios nombres. Cuando eran finos, fríos, y molestos se les llamaba bris (de brisa) o ris (de risco), a menudo cambiado en «gris», de ahí el popular «hace un gris que pela». «Bris» solía aplicarse a la ventisca más constante y «risca» a los ramalazos de aire frío.

– Marzadas son los vientos fuertes del norte que alternan con chubascos que comienzan y acaban de modo brusco, estas lluvias también son llamadas herbadas, por estimular el crecimiento de las hierbas. Las tormentas de marzo tenían fama de favorecer las vides: «Cuando truena en marzo, prepara cubas y arcos». La «nevada de la cigüeña» es la nevisca o última nevada breve y poco intensa, que caía al comienzo de la primavera, por eso: «Teme más a la vecina que a la nieve marcina» o «La nieve marcelina se la lleva con la pata la gallina».

● En los días buenos del mes comienzan las tareas de preparación para la primavera: «En marzo, redes a la mar». «Cuando empieza a marcear, siembra el patatar y el garbanzal». Y cuando comienza la primavera: «A veinte de marzo da el el sol en la sombra y canta la alondra», «Marzo trae los hojas y noviembre las despoja».

● Con el fin del invierno climático, en algunos pueblos de Burgos, se ponía término a las veladas de familiares y vecinos en torno al fogón. La botifuera era la fiesta de despedida de estas reuniones que no se reanudaban hasta los fríos de otoño. Sin embargo la palabra botifuera adquiere distintas celebraciones según comarcas y regiones. En la provincia de Jaén consistía en un agasajo del dueño del olivar a todos los participantes en la recolección de la aceituna. En algunos lugares de Castilla-León era el dinero o cántara de vino que se exigía a los jovenes forasteros que cortejaban a las muchachas del pueblo.

● La Iglesia Católica consagra el mes de marzo al patriarca San José, esposo de María, aunque la fiesta más importante es la Anunciación a María de su maternidad divina.

● En la tradición popular europea persistió la celebración de las calendas de marzo, en la forma de grupos de mozos que cantan las «marzas», un vestigio del primitivo comienzo del año romano, las Kalendas Martiae, cuando los jóvenes cantaban las martiae, anunciando la venida de Marte, dios especializado en guerrero durante la Edad del Bronce, pero que antes había sido un dios de la renovación natural y la expansión vital, después de los meses purificatorios invernales.

– En España los cantos de las marzas se han mantenido en las zonas montañosas del sistema Cantábrico. En algunos casos se han retrasado al periodo navideño. Las cuadrillas de mozos marceros son agraciadas con obsequios de comida grasa (manteca, morcilla, chorizos). En algunos lugares la ronda de marzantes va acompañada de personajes disfrazados de tipo zamarrón. En Baños de Valdearados (Burgos) los marceros entonan canciones con estrofas dedicadas a los distintos meses del año.

● En la tradición europea eran los días prestados, febrero le pide a marzo que le deje sus primeros días, cuando se presentan los «fríos de la Vieja» o «de la Cabra». «Allá vayas Febrero el corto con tus días veintiocho; mal has burlado a mi ganado; acá queda mi hermano Marzo, que si vuelve de rabo, ni deja pastor enzamarrado, ni carnero encerrado».

– En Italia y Provenza, los días de la Vieja eran los tres últimos de febrero, en los que podía recrudecer el frío. Eran días de transición, como ocurría en el primitivo calendario romano con los días mercedonios y el bisiesto, por esta época también se colocaban los días epagómenos del calendario persa previos al nouruz o «nuevo año», que en el calendario siríaco se colocan entre febrero y marzo. Quizá era un recuerdo del mes adicional que había que intercalar en los primitivos calendarios lunares para ajustar la cuenta en el nuevo año de comienzo primaveral. En muchas tradiciones prevaleció la instauración del Año Nuevo, no en la marca astronómica del solsticio de invierno, si no que se retrasó hasta el fin de los fríos y los primeros indicios climáticos y vitales de la primavera. La Vieja invernal debe ceder su puesto, no siempre de buena gana, a la Doncella primaveral.

– Sin embargo, en ocasiones la disputa entre el pastor y Marzo refleja la inconstancia del mes en la tradición popular, cuyas dos versiones, buena y mala, se trasladaron a final de mes. En la primera el pastor se despide enfadado: «Marzo, mal has tratado a mi ganado; allá te irás donde no vuelvas más». Marzo compadecido le responde: «Con tres días que me quedan y tres que me preste abril, pondré tus ovejas a parir». La versión malvada es la más frecuente, pues se corresponde con el tema del castigo por el sacrificio prometido y no cumplido. El pastor le ofrece a Marzo un cordero si se porta bien, cosa que el mes cumple escrupulosamente. A falta de tres días, con su rebaño sano y salvo, el pastor decide romper el pacto: «Marzo, marzuelo, tres días te quedan, ya no te temo»; a lo cual le replica Marzo: «Con tres días que me quedan y tres que me preste mi amigo Abril, no te dejo ni rabo ni rabín», provocando tales tormentas que ahogaron casi todo el rebaño.

● La Vieja fue el aspecto anciano de la Diosa Triple, degradada a bruja por sus conexiones con los partos y los entierros, pues estaba presente en los dos momentos críticos de la vida: nacimiento y muerte. En la tradición popular destacó por su capacidad de alterar el témpero: provocar tormentas, adelantar o atrasar las estaciones climáticas, produciendo los veranillos o inviernillos intempestivos: «hace un día de Viejas». Por extensión, este poder se adjudicó de modo supersticioso a las mujeres, lo cual en muchos casos desembocó en condenas de brujería.

– A la Vieja se la asocia con: los espejismos del mediodía; los arreboles crepusculares, provocados porque ella se pone a planchar; el arco iris o «Arco de la Vieja» en gallego y portugués. En la cultura popular rumana y eslava del sur, los nueve primeros días de marzo, días augurales, se asocian a la Vieja (Baba), con su clima cambiante. En Bulgaria, la Vieja también designa una fiesta, en la cual participan mujeres que tienen hijos o mujeres embarazadas, cuya figura central es la Vieja comadrona.

– La Vieja también aparece con otros nombres en la Befana italiana, Frau Holle alemana, la Vieja del Carnaval, y en las costumbres populares de Partir la Vieja en Cuaresma.

● En Rusia el recuerdo de la Vieja pasó a la santa de hoy, Santa Eudoxia la Chafanieves, en la época de comienzo del deshielo y sus abundantes charcas y fangales. La santa de este día tenía la llave de la primavera y las muchachas salían al campo a invocarla con cantos. La leyenda cristiana señala que Santa Eudoxia fue una samaritana que ejerció de cortesana en Heliópolis de Siria, alcanzando fama y riqueza, hasta que tuvo su correspondiente conversión, una nueva vida de penitente y su consiguiente martirio.

– Otros anunciantes de la primavera son los grajos, que para regocijo de las brujas solían presentarse por San Gerásimo el Grajero (475) (05 marzo), por lo cual los rusos se precavían con talismanes e imágenes sagradas. San Gerásimo fue un ermitaño en los alrededores del río Jordán y fundador de un monasterio, el primer monje a quien se atribuyó el acto caritativo de ayudar a un león doliente a desincrustarle una espina y curarle la herida, y luego, cuando el santo murió, el león permaneció junto a su tumba. Por equivocación la leyenda se adjudicó a San Jerónimo, debido al parecido de ambos nombres, y se extendió a otros ermitaños, más bien como anécdota moral.

● En Lanark (Escocia) la bienvenida de la primavera y la persecución del invierno se realiza en el recinto de la iglesia. Los niños provistos de bolas de papel atadas con cuerdas a modo de látigos, dan tres vueltas a la iglesia dándose entre ellos golpes en la cabeza. Al acabar la carrera los municipales les arrojan monedas y se organiza una pelea. Se estima que gracias a esta violencia organizada la fiesta de Whuppity Scoorie libera al pueblo de los espíritus malignos.

● En antiguos sistemas árabes de pronósticos meteorológicos que aparecen en el Calendario de Córdoba, los tres últimos días de febrero y los dos primeros de marzo (26 febrero – 02 marzo), eran llamados los Días de la Vieja (Ayyam al-ayuz) que representaban los últimos coletazos de frío y nieve, próxima ya la primavera, cuando se preparan para salir los bichos e insectos ocultos durante su hibernación. Coincidía su comienzo con el naw llamado «Fortuna de los ocultos», nombre que se explica porque los reptiles escondidos en sus madrigueras salen a la superficie.

– En la tradición bereber se ha conservado un periodo de 10 días, Lhusum o imbarken, antes que acabe el periodo de frío y comience la primavera, entre los meses de furar y mars (febrero-marzo). Es una época muy temida por sus fuertes vientos, en la cual cesaban muchas actividades agrícolas o artesanales y nadie se casaba, ni salía de noche. En el quinto día de la Vieja, según el Calendario de Córdoba, se prohibían los trabajos y las salidas de la casa. La costumbre intentaba dejar en libertad a los espíritus, muy activos durante estas fechas, cuando se concertaban los próximos matrimonios. En Jerba estos seres son llamados, por eufemismo, imbarken, «benditos».

Marzo era el primer mes del año en el primitivo calendario romano, lo cual se recordaba con el hecho de la renovación del fuego sagrado, encendido frotando dos palos al aire libre y luego introducido en el santuario de Vesta, la vieja diosa del hogar. El fuego perenne era mantenido por las vírgenes vestales durante el resto del año. El ritual de renovar el fuego a comienzos del año (cualquiera que fuera esa fecha) estaba bastante extendido en muchas culturas.

– Se colocaban ramos frescos de laurel en las casas de los tres sacerdotes mayores del culto oficial, en la puerta de la casa del Rex sacrorum (durante la República era el sustituto del antiguo Rey sagrado) y en la Curia. El regalo típico de los padrinos a sus ahijados era el mazapán, presentado en forma de serpiente y adornado con confites y frutas escarchadas.

● Marzo toma su nombre de Martius por estar dedicado a Marte, dios de la guerra, ya que pronto comenzaría un nuevo periodo de campañas militares o «marciales». Durante este mes se celebraban diversas fiestas, que tuvieron su origen en la preparación de las armas y ejercicios bélicos, entre las que destacan las Equirres y las danzas de los Salios. Las tropas romanas celebraban hoy el nacimiento de Mars Pater Victor con el sacrificio de un toro. Además, cada cinco años se sacrificaban un toro, un jabalí y un carnero en el Campo de Marte, para asegurar la fecundidad del campo y del ganado.

– La primitiva técnica para encender fuego, ya desde el Paleolítico, es el calentamiento por fricción de maderos secos de diferente densidad: uno «hembra», más amplio de madera blanda como soporte, sobre el que se abre una muesca o ranura; y otro «macho», un palo de madera dura que se hace girar frotando sin cesar sobre la base, con las manos o con un arco de cuerda, hasta generar el suficiente calor para producir una brasa, que se ha de poner sobre la yesca y soplar hasta lograr que arda. Esta técnica de frotado de maderos exige mucha práctica y experiencia. La tradición persistió en los rituales del fuego nuevo: a principios de año, después de catástrofes o en fechas muy importantes. 

– A partir de la Edad del Hierro, o quizá antes, se facilitó producir llamas mediante la percusión de pedernal (sílex) contra eslabón (pieza de hierro o piedra ferrosa), para producir chispas sobre un material fácilmente inflamable (yesca, paja).

– En ambos casos la yesca se encendía, y de allí la llama se pasaba a la leña. La yesca más usada fue la del hongo yesquero (Fomes fomentarius) que crece sobre troncos de árbol. En la mitología griega jugó un papel importante la médula de cañaheja o férula (Ferula communis) como una manera de guardar fuego en forma de rescoldo, preparado para encender leña, así Prometeo robó el fuego a los dioses del Olimpo.

● Las Matronales (Matronalia) era el festival de las mujeres casadas (kalendae feminarum), las esposas recibían regalos de sus maridos y ellas los hacían a sus criadas.

– Estaba dedicado a Juno Lucina, patrona del matrimonio y de las matronas, por su relación con las embarazadas y los partos. A la esposa de Júpiter se la representaba velada, con flores en la mano derecha y sosteniendo un niño con el brazo izquierdo. El bosque de Juno Lucina, al que acudían las mujeres encintas con el cabello suelto, se ubicaba en el Cispio, una de las elevaciones del Esquilino. En cuanto a los ritos de purificación y fertilidad de febrero tuvo múltiples epítetos y advocaciones que le fueron otorgados: Moneta, Caprotina, Tutula, Fluonia, Februalis. En muchas ciudades de la antigua Italia aparece como Regina (Reina), nombre que también recibió en el Templo de Júpiter Óptimo Máximo como parte de la Tríada Capitolina de Roma.

– Otro aspecto de la diosa la relaciona con Luna, la incipiente luz de los novilunios le estaba especialmente dedicada como Juno Covella, que después pasó a las calendas de los meses fijos, en cuanto matrona de los inicios de los ciclos. Luego se amplió esta advocación al año naciente durante la primavera climática. Le está dedicado el mes de Junio, como indica su nombre.

● Ya en el Bajo Imperio los cristianos adoptaron las Matronales, dándoles un carácter más bien familiar. La adopción de la fiesta permitió que se le añadieran muchas otras costumbres relacionadas con la maternidad.

Sheila na gig de Kilpeck (Inglaterra)

● Las Sheila na Gig (o Sheela) son tallas figurativas de mujeres desnudas y acuclilladas en posición de parto, con las manos abren los labios genitales mostrando su vulva exageradamente grande, una entrada a la matriz del Otro Mundo a través de su vagina, que adopta la forma de almendra (mandorla) o vesica piscis vertical.

– Suelen situarse en iglesias, castillos y otros edificios, a menudo sobre puertas y ventanas a modo de gárgolas, presumiblemente para proteger estas aberturas. Irlanda cuenta con el mayor número de sheilas conocidas, también se encuentran en Gran Bretaña, Francia, España, Noruega, Suiza, Chequia y Eslovaquia. Surgidas en el siglo XI, predominaron en la época del estilo románico, aunque permanecieron en la iconografía religiosa de las iglesias cristianas hasta el siglo XVI.

– El nombre Sheila Na Gig es tardío, empezó a usarse en Irlanda en el siglo XIX en ámbitos académicos, cuando la burguesía inventa el «folklore», para recopilar las tradiciones populares que empiezan a desaparecer con la industrialización. No queda claro el significado de Sheila, según una versión es una adaptación de Cecilia y gig significaría vulva, pero hay controversia sobre el origen y significado de estos nombres. A veces se acompañan de figuras masculinas itifálicas, bastantes raras en Irlanda, pero mucho más comunes en el continente.

● Existe controversia respecto al origen de estas figuras. Unos creen que las sheilas fueron talladas por primera vez en Francia y España en el siglo XI, y el motivo llegó a Gran Bretaña e Irlanda en el siglo XII. Casi todas las sheilas irlandesas conservadas in situ se hallan en regiones conquistadas por los anglo-normandos (siglo XII), mientras en las zonas «celtas» aparecen sólo unas pocas. Su ubicación en las iglesias y su fealdad respecto a las figuras medievales sugieren que fueron usadas para representar la lujuria femenina como pecado horrible y corruptor, así aparecen en muchas iglesias románicas de Cantabria como advertencia contra la obscenidad y la lascivia, y con frecuencia se hallan en compañía de bestias devorando personas y otras imágenes infernales, todo ello en el contexto pedagógico con el que la Iglesia quería encarrilar a sus parroquianos.

Capitel de la Colegiata de San Pedro. Cervatos (Cantabria)

● Sin embargo las figuras de los castillos y otros edificios civiles (fuentes, puentes) estarían más relacionada con la tradición de exponer amuletos para alejar el mal, al igual que ocurría con la exhibición fálica o enseñar el culo. El gesto de ostentar la vulva repele a los demonios y ahuyenta el aojamiento en muchas partes del mundo, entre otros varios significados. En estos casos, otros autores piensan que las tallas son vestigios de cultos precristianos de fertilidad o a la Diosa Madre. La tradición de la exhibición vulvar se remonta a las «venus» paleolíticas y se mantuvo hasta la Edad del Hierro, ya en épocas históricas. Algunas figuras exentas se mostraban a las novias en las bodas, o se usaron como «piedras de parto», por enfatizar la abertura vulvar tras el parto, o a modo de fetiche para curar enfermedades uterinas. Pero, además de las sheilas gordas y de pechos ubérrimos, existen otras delgadas, mostrando sus costillas y con los pechos caídos, que difícilmente evocan la fertilidad. Algunas muestran la cara con muecas extrañas, o presentan estrías, quizá indicando cicatrices o tatuajes.

● Fuera de Europa se han encontrado motivos paralelos de la postura de las sheilas en: figurillas prehistóricas de la diosa Rana, una alegoría del útero; en representaciones de la Kali hindú; o en las tallas en madera sobre las puertas de las casas de los jefes en el archipiélago Palau. En los mitos clásicos de todo el mundo existen ejemplos de exhibicionismo vulvar, cuyo ejemplo más conocido es el de la vieja Baubo ante la diosa griega Deméter, para hacerla salir a la Tierra tras su ocultamiento, al igual que le ocurrió a la diosa japonesa Amaterasu ante la danza de Ama-no-Uzume. El nombre de Baubo, también llamada Iambe, significa «vulva», mientras que baubon alude al consolador, objeto de forma fálica para introducirlo en la vagina.

– En la antigua simbología popular la vulva es la puerta primordial, la salida a la vida y la entrada en la muerte.