LOS SIETE VARONES APOSTÓLICOS DE ESPAÑA
● En Granada, al inicio de febrero se decía: «San Cecilio, primer día; la Candelaria, a porfía; tercero, San Blas; cuarto, la Verónica; y Santa Águeda, detrás». San Cecilio es el patrón de Granada, celebrado hoy (01 febrero). Es uno de los muchos refranes con retahílas semejantes: «En febrero, al primer día, San Ignacio (de Antioquía) es el que guía; el segundo, Santa María; y después viene San Blas; y despedirse, muchachas, hasta que llegue Carnaval».
LA LEYENDA MOZÁRABE
– Según la versión mozárabe primitiva los Varones Apostólicos eran los discípulos de San Pedro y San Pablo en Roma que fueron enviados al mando de San Torcuato para predicar en Hispania. Esta leyenda de los Siete Santos se conservó en el manuscrito Vita Torquati del siglo IX y fue forjada a partir de referencias en misales y calendarios siempre posteriores a la época visigoda, es decir surgió a partir del siglo VIII. Se sabe que al menos algunas de estas leyendas recogían nombres de algunos santos locales mantenidos por la tradición mozárabe en relatos de origen tardo-romano y visigodo. Existen indicios de que hacia el siglo V hubo un obispo o abad de nombre Eufrasio, conmemorado el 14 enero, por las tierras de Alto Guadalquivir.
– En la versión mozárabe la evangelización comenzaría en Guadix (Granada), adonde habían llegado San Torcuato y sus compañeros cuando los paganos celebraban las fiestas en honor de los dioses de la Tríada Capitolina. Los discípulos cristianos fueron mal recibidos y cuando los maltrataron y persiguieron, tuvieron que huir logrando ganar la orilla de un río, cruzando un puente, que al paso de sus perseguidores se hundió y los sepultó bajo las aguas. Pero gracias a la noble señora Luparia los habitantes de Guadix aceptaron la nueva fe, y se construyó la primera iglesia y baptisterio cristianos de Hispania, edificios dedicados a San Juan Bautista. Esta santa se añadiría luego a la leyenda jacobea de Galicia.
– Tras la conquista árabe los relatos se modificaron en los ambientes de los mozárabes refugiados en el Norte cristiano, quienes también trasladaron muchas reliquias. Se cree que los cambios de estas dudosas hagiografías estuvieron motivados por un intento de los mozárabes del sur de contrarrestar la difusión norteña de la leyenda de Santiago que también se empezó a gestarse por esas épocas. En todo caso, la versión jacobea fue una copia alterada de la leyenda de San Torcuato, adjudicando la cristianización de Hispania al apóstol Santiago para darle mayor realce. Paradójicamente, mucho después, en el siglo XVI, los moriscos unirían ambas leyendas, aunque ya anteriormente se había subordinado al grupo de los Siete Varones, como posterior a las también supuestas primeras venidas de Santiago y San Pablo a la península Ibérica.
El milagro del olivo maravilloso
– En la leyenda de San Torcuato también se narra el episodio del olivo maravilloso, de probable origen copto cristiano, en un lugar indeterminado del Sudeste hispano. Un autor judío andalusí refiere que el papa Juan XII envió en 961 un emisario para solicitar al califa cordobés las reliquias de un mártir sepultado en una cueva próxima a una iglesia rural en un lugar llamado Torcas, situado en el entonces obispado mozárabe de Baza, junto a la cual manaba una fuente a borbotones y crecía un olivo que florecía y daba fruto en el día de San Juan, o fiesta de Ansara (<24 junio). Varios autores andalusíes de los siglo XI y primera mitad del XII confirman que el sitio de Torcas era considerado un lugar sagrado, donde acudían peregrinos cristianos y curiosos musulmanes en busca de la baraka del santo y el numen natural del sitio que era conocido como Mirábayt, tal vez Murábit, «del Ermitaño», que se especula que pueda corresponder al paraje de Torcas de Cueva Humosa, al oeste de la sierra de la Sagra, entre Granada y Jaén, en el actual municipio de Santiago-Pontones. Quizá el Santo de Torcas fuera asimilado a San Torcuato por homonimia.
– El culto desapareció tras la llegada de los integristas almohades, lo que permitió más tarde trasladarlo a otros enclaves. En la ermita de Face Retama en Benalúa de Guadix, se dijo que San Torcuato plantó un olivo que daba unas aceitunas que maduraban en un sólo día y cuyo aceite producía curaciones milagrosas.
– En Granada, en el cerro de la Torre del Aceituno, encima del barrio del Albaicín, había una ermita cristiana, una fuente y un olivo. Al amanecer de la noche de San Juan, aumentaba el caudal de la fuente y florecía el olivo. En el transcurso del día se veía nacer y crecer los frutos, y la gente subía en romería al monte para recoger las aceitunas y llevarse agua, guardando ambos para su uso como remedios medicinales. En época nazarí el lugar se convirtió en zubía (zawiya) u oratorio musulmán. Actualmente en el mismo lugar se celebra la romería a la ermita de San Miguel Alto.
La difusión los Siete Varones Apostólicos
– Según la leyenda mozárabe, a partir de Guadix se distribuyeron los misioneros: San Torcuato se quedó en Acci (Guadix); San Cecilio en Iliberri (Granada); San Tesifón en Vergi (Berja, Almería); San Eufrasio en Iliturgi, ciudad que fue identificada con Andújar, aunque hoy se la localiza en el Cerro Máquiz de Mengíbar; San Indalecio en Urci (Pechina, Almería); San Hesiquio o Isicio en Carcesa (Cazorla) y por último, San Segundo en Abula (Abla, Almería). Es curioso que estos lugares se relacionen con antiguas vías de penetración desde la costa almeriense hacia zonas mineras del sudeste ibérico y el valle del Guadalquivir. Estas rutas se desarrollaron a partir de la Edad del Cobre con la cultura de Los Millares, en el Bronce con la cultura del Argar, y más tarde con los influjos púnicos, la cultura Ibérica y el dominio romano, confluían en el foco de Cástulo (actual Cerro de Cazlona en Linares).
– Se sabe que desde la Alta Edad Media los mozárabes llevaron los cultos de los Varones Apostólicos al norte peninsular: San Eufrasio en Valdemao (Lugo); San Torcuato en Santa Comba de Bande y San Salvador de Celanova (Orense), a veces con el nombre de San Trocado; San Indalecio en el monasterio de San Juan de la Peña (Huesca) y en la ermita de la Virgen de Montes de Oca (Burgos), donde se dijo que fue arrojado a un pozo generando las fuentes junto a la ermita.
– Mucho más tarde, en 1519, Ávila adoptó a San Segundo por homonimia, pues se interpretó que Abula era Ávila, y lo justificaron con el consiguiente «invento» (= hallazgo) de sus reliquias en una ermita. Y ya en época del Barroco, se intentó relacionarlos con santuarios marianos del sudeste: a San Eufrasio con la Virgen de la Cabeza de Andújar (<12 abril); a San Hesiquio con los dos, también jienenses, de la Virgen de Tíscar (junto a la cueva del Agua de Quesada) y la Fuensanta de Villanueva del Arzobispo, además le adjudicaron en Cabra (Córdoba) el santuario de la Virgen de la Sierra, llamada por los gitanos la «Majarí», Madre de Dios, a la que ofrecen almendras; a San Tesifón con la Virgen de Gádor, así llamada por la sierra homónima, de cuyas entrañas se extrajo plomo.
– La fiesta colectiva de los Varones Apostólicos es el 15 mayo, aunque en el Calendario de Córdoba el periodo del 27 abril y los seis días siguientes era llamado de los «Siete Enviados«, encabezados por San Torcuato (<25 abril). A cada santo varón también se lo celebra individualmente y sus nombres significan: Cecilio, patrono de Granada, es la forma masculina de Cecilia; el nombre de Torcuato, se aplicó a los soldados romanos que se adornaban con un «torque» o collar retorcido, arrebatado a los guerreros galos y después como insignia de valor; Indalecio es nombre íbero, relacionado con el vasco inda, «fuerza»; Eufrasio, nombre gentilicio de las comarcas del río Éufrates, también alude al griego eufrasia, «alegría, buen humor»; Hesiquio, nombre griego, «tranquilo»; Tesifón, significa «brillante, rico». El nombre de Santa Luparia (22 febrero) parece derivar de algún nombre de lugar de lobos o clan ligado al lobo, que adoptó el apellido de la estirpe romana de los Lupus. Recordemos que en Galicia la reina Lupa halló el sepulcro de Santiago. El nombre se recuerda en el apellido López, procedente del nombre Lope o Lupo (<29 noviembre). Otros creen que el nombre alude a una madame de prostíbulo, regente de un lupanar.
LA LEYENDA MORISCA
San Cecilio y el Sacromonte de Granada
● La leyenda morisca de San Cecilio se inicia el día de San Gabriel de 1588, durante el derribo de la torre Turpiana, antiguo alminar de la Mezquita mayor de Granada, para edificar la iglesia del Sagrario, anexa a la catedral, cuando se halló una caja de plomo con un pergamino en latín, árabe y castellano, redactado por un discípulo de San Cecilio, con el texto de una profecía de San Juan sobre la venida de Mahoma y Lutero, y una serie de reliquias: una imagen de la Virgen, la mitad de un lienzo perteneciente a la Virgen, un hueso de San Esteban y arena de color azul y negro.
Siete años más tarde aparecieron unas láminas de plomo con una inventada escritura «hispano-bética» que documentaban los martirios y entierro en la colina de Valparaíso, durante el reinado de Nerón, de los discípulos de San Cecilio: Melitón, Hiscio, Tesifón y el propio Cecilio, así como otros restos y los textos de los «Libros Plúmbeos», por estar escritos sobre plomo, que nos ofrecen la versión morisca de la leyenda de San Cecilio. El lugar fue llamado Sacromonte y el arzobispo granadino fundó allí una Colegiata.
– Según los Libros Plúmbeos, en verdad de lectura plomiza, los hermanos Cecilio y Tesifón, uno sordo y el otro ciego, nacieron el año 16 en la provincia de Dux en Arabia, hijos de los nobles Calé y Rebeca. En su juventud sus padres los trasladaron a Judea para que Cristo los sanara. Convertidos a la nueva religión, fueron discípulos de Santiago y tras ser consagrados obispos por San Pedro fueron enviados a Hispania a predicar el Evangelio. Instalados en Iliberri (nombre íbero de Granada) ejercieron su ministerio durante seis años, hasta que los gobernadores romanos de Nerón los encarcelaron en los calabozos de la torre de Hiznarromán, en las murallas del Albaicín. Alli sufrieron diversas torturas junto a otros diez compañeros. Finalmente fueron trasladados a las cavernas del Sacromonte donde sufrieron el martirio, muriendo quemados vivos en hornos de cal.
– Con respecto a la primitiva versión mozárabe, ahora los siete Varones Apostólicos que evangelizaron el sudeste hispánico son discípulos de Santiago, que los había precedido con poco éxito en España, además San Cecilio de Granada adquiere protagonismo sobre San Torcuato de Guadix. También a los misioneros que se distribuyeron a predicar por las ciudades indicadas se les da una nacionalidad de origen: los hermanos árabes Cecilio y Tesifón; Torcuato, ario de Fetón; el caldeo Eufrasio; el nativo Indalecio; el hebreo Hesiquio o Hiscio; Segundo, samaritano.
– Esta leyenda la elaboraron los conversos moriscos a partir de tradiciones apócrifas de los mozárabes, y que hasta el Barroco fueron difundidas por los «falsos cronicones», que mezclaban y añadían los relatos de invenciones de Vírgenes y santos a su conveniencia, según los intereses del momento. El mito de los Siete Varones, reformado por los moriscos en Granada, obedece a la necesidad que tenían tanto los conquistadores, cristianos viejos, de enlazar con las tradiciones de la iglesia primitiva, como los conversos, cristianos nuevos, de adherirse a este linaje religioso que hacía del primer obispo de la ciudad a un árabe. El resultado fue una síntesis de un cristianismo popular muy teñido de ideas islámicas, y que usó en su decoración la Estrella de David, entonces un símbolo común en ambas religiones. Hoy (01 febrero) se celebra una romería al Sacromonte de Granada donde es típico comer tortilla de sesos.
● Aunque el número siete es suficientemente conocido por su valor mágico, es interesante saber que en muchos pueblos marroquíes de tradición bereber existen leyendas sobre «Siete Santos» (sebaatu riyal) fundadores y patronos espirituales de pueblos y ciudades, que derivan del relato coránico de los «Siete Durmientes» (<22 octubre). Se supone que estos siete santos fueron a La Meca a conocer a Mahoma y regresaron para adoctrinar a los magrebíes en la religión del Islam. Este tipo de devoción llegó a arraigar en Marruecos y el grupo de siete santos más conocido es el de Marrakech.
– En la propia tradición cristiana existen los Siete Santos de Bretaña o los Siete Santos Obispos de Francia.
● Leyendas parecidas de invenciones de santos se forjaron por esa época, como la del hallazgo en Arjona (Jaén) en 1628 de restos óseos que fueron adjudicados a San Bonoso y San Maximiano (21 agosto), mártires de Antioquía (Siria). O la invención de Santa Potenciana (15 abril), colega de San Eufrasio, en Andújar (Jaén) en 1634. Los Cuerpos Santos de Medinaceli fueron exhumados en 1581 y 40 años después se los identificó como reliquias de mártires. En ocasiones los santos asimilados no eran tan antiguos, como ocurrió en Badajoz, donde en 1613 adaptaron a San Atón de Pistoya como santo local y lo dotaron de una falsa biografía, cuando había sido un abad italiano de la orden de Vallombrosa y obispo de Pistoia (Toscana) que vivió entre 1070-1153.
– En otros casos, a partir de indicios ciertos, se añadieron más detalles legendarios. Así en Fregenal de la Sierra (Badajoz), antigua Nertóbriga, los sondeos arqueológicos han detectado restos paleocristianos y/o visigodos, casi ocultos, en el ábside de las ruinas de la ermita gótica de San Miguel de los Fresnos. La tradición local refería la existencia de un monasterio benedictino, en el cual vivió el abad San Exuperancio (490-578) (26 mayo), así como la existencia de aguas medicinales en el lugar, ligada al santo. Parece que luego el santoral se amplió con San Eutropio, San Teopompo y San Honorio.